La Espa?a imposible
"Nuestros pol¨ªticos,utilizando el instrumento de los Presupuestos Generales del Estado, han hecho de la inversi¨®n el arma pol¨ªtica que nunca deber¨ªa haber sido"
Un a?o m¨¢s, esta vez con retraso, asistimos al ritual de la puesta en escena de los Presupuestos Generales del Estado. Se trata de los presupuestos m¨¢s restrictivos de la democracia, al menos eso se ha dicho. Sin embargo, hay comportamientos y mensajes que permanecen, como si la realidad de este pa¨ªs no fuera con nosotros, o especialmente con nuestros pol¨ªticos. Como cada a?o, con la llegada del anteproyecto de ley de los PGE, se repite, ret¨®rico o no, el discurso del agravio comparativo y el mercadeo de nuestros representantes a todos los niveles (nacionales, auton¨®micos y locales). Es indiferente el color pol¨ªtico del representante de turno, da lo mismo el color de quien gobierna en Madrid, esto ¨²ltimo s¨®lo cambia la agresividad de los contrarios y la justificaci¨®n de los afines, pero los presupuestos, como la primavera, casi siempre les producen alergia.
La primera partida investigada y criticada es la de inversi¨®n, comprobamos cu¨¢nto ¡°invierten en nuestro terru?o¡±, comprobamos cu¨¢nto se invierte en el de al lado y comprobamos la media de inversi¨®n por habitante, kil¨®metro cuadrado, o cualquier otro ratio que nos satisfaga, para de inmediato levantar la voz por el agravio. Da lo mismo que estemos por encima o por debajo de la media, da lo mismo que el a?o anterior fu¨¦semos los primeros en inversi¨®n p¨²blica, da lo mismo si tenemos proyectos de inter¨¦s general del Estado o no y, tanto si somos como si no somos los primeros en inversi¨®n, protestamos porque cualquier cantidad nos parece escasa e inmerecida. Nadie parece querer darse cuenta de que estos comportamientos no ayudan en nada a salir de la crisis, ni a concienciar a la ciudadan¨ªa de la realidad que nos rodea. Nos encanta el agravio como mecanismo de reivindicaci¨®n.
No sabemos por qu¨¦, pero muy pocos de nuestros pol¨ªticos, si es que hay alguno, hacen pedagog¨ªa y transmiten a sus conciudadanos ciertas reglas muy simples que conocen perfectamente. En primer lugar, que la Administraci¨®n central es competente en las infraestructuras de inter¨¦s general del Estado, por lo que son sus responsables quienes deciden cu¨¢ndo y cu¨¢nto invertir, atendiendo a esos intereses generales y no a los de un pol¨ªtico o zona en concreto. En segundo lugar, que los estatutos de autonom¨ªa consagran ¡°competencias exclusivas¡± en inversi¨®n que, obviamente, deben ser autogestionadas sin la obligatoria participaci¨®n de la Administraci¨®n general del Estado. Finalmente, y no menos importante, que despu¨¦s de casi 20 a?os de inversiones cuantios¨ªsimas no se justifica seguir reivindicando ingentes cantidades de inversi¨®n con el solo fin de demostrar que se hace algo.
De esa forma, nuestros pol¨ªticos, utilizando el instrumento de los Presupuestos Generales del Estado, han hecho de la inversi¨®n el arma pol¨ªtica que nunca deber¨ªa haber sido. Las infraestructuras son necesarias, aunque no suficientes, para articular el pa¨ªs, para incrementar la productividad y permitir que tengamos un pa¨ªs puntero y competitivo. No contentos con olvidar esos principios, hemos ido m¨¢s all¨¢, comprometiendo hasta en los estatutos de autonom¨ªa cuantiosos vol¨²menes de inversi¨®n que no est¨¢n adscritos a proyectos concretos. En un pa¨ªs con recursos escasos y el actual lo es, vaya que si lo es, y con una dotaci¨®n de infraestructuras superior, en algunos casos, a la media de nuestro entorno, hasta cu¨¢ndo vamos a seguir con esta reivindicaci¨®n de inversi¨®n permanente. Hasta cu¨¢ndo, estos pol¨ªticos ¡°locales y centrales¡± seguir¨¢n denunciando ¡°esa hipot¨¦tica falta de inversi¨®n¡±, reclamando a la Administraci¨®n central inversiones en proyectos con inter¨¦s social m¨¢s que dudoso, conduci¨¦ndonos a un exceso de inversi¨®n agregada que no da respuesta ni son soluci¨®n a las faltas concretas de infraestructuras que todav¨ªa puedan existir. Inversiones que seguramente no podremos mantener posteriormente
Podemos decir que hoy, al contrario de lo que se pueda pensar, ni los pol¨ªticos quedan en muy buen lugar, ni los agraviados son tales, ni quiz¨¢s los espa?oles seamos tan maduros como pens¨¢bamos, especialmente cuando ciertos grupos jalean estos comportamientos irracionales. Por estos y otros motivos la crisis ha dejado de ser un problema coyuntural para afectar a los cimientos de nuestra sociedad. Por estos y otros motivos la salida de esta crisis tiene un lastre excesivo.
Por ser el futuro y el legado a las nuevas generaciones, hacen un flaco favor al pa¨ªs los que utilizan la inversi¨®n en infraestructuras como moneda de cambio para ganar adeptos y voluntades, casi siempre en el corto plazo sin considerar el futuro.
?scar ?lvarez es profesor de Econom¨ªa. Instituto de Econom¨ªa Internacional (Universitat de Val¨¨ncia).
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