Confetis morados
"La impresi¨®n que obtiene el visitante que se acerca a Alcoy y conversa con diferentes personas es que la ciudad est¨¢ parada"
Una lluvia de confetis morados saludar¨¢ las Entradas de los Moros y Cristianos de Alcoy, el pr¨®ximo domingo. Es la manera que han elegido los miembros de Fon¨¨vol para recordar a los alcoyanos que la Fiesta todav¨ªa discrimina a la mujer. Hace 30 a?os que las mujeres de Alcoy tratan de ser admitidas en la Fiesta de Moros y Cristianos con las mismas condiciones que los hombres. No lo han logrado. Alg¨²n avance se ha producido, es cierto, pero los pasos dados han sido tan escasos y comedidos que, en lo sustancial, las cosas contin¨²an como estaban: ¡°La festa es per als homes i les dones a la vorera, a aplaudir¡±. De nada han servido las repetidas resoluciones del S¨ªndic de Greuges, ni las sentencias de los tribunales de Justicia. Tanto el Ayuntamiento como las filaes o la Asociaci¨®n de Sant Jordi, han encontrado siempre el modo de burlarlas; cuando tal cosa ha resultado imposible, las han diluido hasta hacerlas inoperantes.
?Por qu¨¦ se mantiene viva en Alcoy, despu¨¦s de 30 a?os, esa actitud de discriminaci¨®n hacia la mujer? Para responder a la pregunta, podr¨ªamos echar mano de las teor¨ªas habituales sobre el machismo y las fiestas. Que buena parte de esas ideas se hayan convertido en t¨®picos, no afecta a su certeza. La Fiesta es conservadora, desde luego, pero, en el caso de Alcoy, la evidencia resulta insuficiente para explicar el fondo del conflicto. En otros lugares donde se suscitaron cuestiones semejantes, hace tiempo que alcanzaron una soluci¨®n satisfactoria. Para entender el caso de Alcoy, quiz¨¢ debamos referirnos al inmovilismo que domina la ciudad y, sobre todo, a la incapacidad del alcoyano para resolver sus problemas, una incapacidad ¡ªpor cierto¡ª que empieza a convertirse en proverbial.
La impresi¨®n que obtiene el visitante que se acerca a Alcoy y conversa con diferentes personas es que la ciudad est¨¢ parada. A poco que os tomen confianza, es lo que os dir¨¢n en cualquier parte. Hay poca actividad en Alcoy. Pero, sobre todo, falta perspectiva de futuro. La ciudad no acaba de encontrar su rumbo y esa situaci¨®n no la han remediado ni acontecimientos temporales como Camins de l'Art, ni la apertura de la autov¨ªa, que algunos empiezan a ver con preocupaci¨®n. Nos equivocar¨ªamos si atribuy¨¦semos las dificultades a la actual crisis econ¨®mica. No, las complicaciones vienen de lejos, y eso a?ade gravedad al asunto porque indica que Alcoy no ha sabido reaccionar en todo este tiempo. Seis a?os atr¨¢s, ya lo advert¨ªa premonitoriamente Enrique Rico: ¡°La ciudad est¨¢ cada vez m¨¢s muerta, y en el futuro se podr¨ªa producir una debacle¡±. Las autoridades, cegadas por el ¨¦xito de la construcci¨®n, no quisieron escuchar las advertencias del presidente de la C¨¢mara de Comercio.
Alcoy no ha tenido suerte con sus alcaldes. Sanus intent¨® transformarla pero abandon¨® sin lograrlo, agotado por el esfuerzo. Su forma de actuar tuvo, adem¨¢s, el inconveniente de que acostumbr¨® mal a los alcoyanos. La luna de miel que Sanus vivi¨® con la Generalidad de entonces, hizo que el dinero entrase a raudales en Alcoy. La ciudad se habitu¨® a que Valencia y los pol¨ªticos solucionaran los asuntos, y dej¨® de lado su habitual fuerza emprendedora. Los sucesivos gobiernos de Peralta y Sedano fueron de una incapacidad manifiesta. Multiplicaron los problemas sin resolver ninguno, y acabaron por sumir a la poblaci¨®n en su actual aton¨ªa. El resultado est¨¢ a la vista: tras 30 a?os de ayuntamientos democr¨¢ticos, Alcoy, una ciudad industrial, carece de suelo para la industria.
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