El otro servicio de limpieza
Decenas de personas, en su mayor¨ªa de origen rumano, recogen chatarra para sobrevivir en las calles de Valencia
?ngela es una adolescente rumana que apenas habla castellano. Su manejo de vocabulario no alcanza ni para decir su edad. Sin embargo, recita autom¨¢ticamente la palabra ¡°chatarra¡±. La conoce porque es lo que recoge todos los d¨ªas durante unas 12 horas y por apenas seis euros. Como ella, decenas de personas, en su mayor¨ªa de origen rumano, transitan las calles de Valencia en busca de quincalla para ganarse la vida.
Salvo el cobre, el kilo de metal se paga a unos 20 c¨¦ntimos
?ngela realiza esta actividad con un carro destartalado. En ¨¦l va introduciendo todo lo que encuentra por la calle. Mira en los contenedores y lo llena a lo largo del d¨ªa. Al final de este lo lleva a chatarrer¨ªas. All¨ª le pagan una media de 20 c¨¦ntimos por kilo, dependiendo del material. El cobre es lo m¨¢s preciado, pero tambi¨¦n lo m¨¢s perseguido. ¡°La polic¨ªa solo te dice algo si ve mucho cobre¡±, indica con las manos Marcus, otro chico rumano de 28 a?os que transita desde las siete de la ma?ana la zona de Mestalla. Este joven lleva cinco a?os sobreviviendo en un piso deshabitado con lo que gana de los metales que recoge. A ¨¦l le sale a unos 15 euros diarios. Marcus saluda a las personas que tambi¨¦n van recogiendo morralla. ¡°Casi todos nos conocemos¡±, comenta, ¡°pero trabajamos solos¡±.
Para el acopio, estos trabajadores sin contrato han desarrollado varios m¨¦todos. Algunos, como los dos anteriores, optan por un carro. Otros incorporan una cesta a la bici por medio de una estudiada estructura de varas met¨¢licas. A pesar de que el espacio es mucho m¨¢s reducido, tienen la ventaja de que pueden descargarlo varias veces al d¨ªa. ¡°A m¨ª no me da tiempo de ir y volver, as¨ª que solo voy una vez¡±, se lamenta Marcus, que rellena al m¨¢ximo su carro y lo empuja hasta las afueras, donde se encuentra la mayor¨ªa de locales donde se recoge este material.
Los recortes les vienen bien porque pasan menos camiones
El trasiego de estos chamarileros es constante. Tanto, que la gente llega a obviarlos: ¡°Yo ni me doy cuenta¡±, cuenta una chica que tira la basura justo en el contenedor contiguo al que Marcus escudri?a. En el Ayuntamiento conocen la problem¨¢tica, pero no toman ninguna medida. En principio, siempre que no responda a robos no es una pr¨¢ctica ilegal. Ellos lo recogen y lo venden sin trabas. Alguno reconoce que los recortes en limpieza les favorecen, porque pasan menos camiones. Aunque tambi¨¦n les afecta la crisis: ¡°La gente tira menos cosas. El metal no ha bajado, pero la ropa que recog¨ªamos para vender en rastros cada vez se ve menos¡±, reconoce un chico que prefiere no dar su nombre. Ahora ¡ªdespu¨¦s del descenso del 10% en el presupuesto por parte del Ayuntamiento, que ha reducido a 54 los 60 millones de euros repartidos entre las tres empresas de limpieza¡ª a ellos se les abren nuevas oportunidades: ¡°En cuanto pueda me meto a recoger muebles, que se pagan mejor¡±, sonr¨ªe Marcus.
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