Una aut¨¦ntica gozada
Seamos honestos: si no fuera por su dolencia bipolar y la caja de resonancia que supuso el documental acerca de su vida que dirigi¨® Jeff Feuerzeig hace siete a?os, la repercusi¨®n de cada nueva gira de Daniel Johnston ser¨ªa infinitamente menor. Ni camisetas de Kurt Cobain ni cristo que lo fund¨®, porque el mundo est¨¢ repleto de extraordinarios creadores cuyo culto pr¨¢cticamente no trasciende m¨¢s all¨¢ de un buen pu?ado de padrinos de lujo. Ocurre que lo truculento cotiza al alza, y guste o no, no hay nada como una biograf¨ªa repleta de muescas escabrosas para instigar la expectaci¨®n del personal, como si la m¨²sica nunca se bastara por s¨ª sola. Por suerte, se da adem¨¢s la casualidad de que si algo no le falta al californiano son buenas canciones, ya que tres d¨¦cadas componiendo como quien respira dan para mucho. Eso s¨ª, sus conciertos son hace a?os un ejercicio de voluntarismo, una versi¨®n tan oblicua y deste?ida de su temario como el garabato de un ni?o, ante la cual las sensaciones se mueven al son de la complicidad ante una entra?able funci¨®n que, sin conocimiento previo del personaje, podr¨ªa inspirar patetismo.
DANIEL JOHNSTON
Daniel Johnston: voz y guitarra; Marcos Junquera: bater¨ªa; Jos¨¦ Guerrero: guitarra; Xavi Mu?oz: bajo. El Loco. Valencia, viernes 20 de abril de 2012.
Dicho esto, la ¨²nica forma de salir a flote y exudar consistencia es contar con buenos m¨²sicos que se amolden a su repertorio. Y en ese sentido, las prestaciones de la banda que le acompa?a en esta gira (con miembros de los valencianos Betunizer) fue absolutamente ejemplar. Fue emocionante ver c¨®mo hicieron, durante una hora escasa, que la esquiva belleza de las melod¨ªas de Johnston alcanzara velocidad de crucero, transformando su propuesta sobre el escenario en una lecci¨®n de indie rock (s¨ª, se?ores, esto era la independencia hace 15, 20 y 25 a?os) tan tosco y picapedrero como el¨¦ctrico y vivificante. Siempre descarnado, de una intensidad contagiosa. Como en aquellos tiempos en los que, desde el m¨¢s absoluto underground, parec¨ªa que un pu?ado de tipos pudieran cambiar el mundo con un par de guitarras y su garaje como base de operaciones. El viernes noche sali¨® cara, y no cruz: una aut¨¦ntica gozada.
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