Nihilismo en vena
¡®Hurlyburly¡¯, una historia de adicciones y tormentos, se estrena este viernes en el Tantarantana
¡°Nos volveremos a ver despu¨¦s de que acabe el hurlyburly, cuando se haya perdido y ganado la batalla¡±, anuncia una de las brujas de Macbeth al comienzo de la obra de William Shakespeare. De esa frase del maligno ser extrae su t¨ªtulo Hurlyburly, la pieza teatral de la compa?¨ªa Waltzing Teatre que se estrena el pr¨®ximo viernes en el teatro Tantarantana de Barcelona y que permanecer¨¢ en la cartelera durante cuatro semanas (del 27 de abril al 20 de mayo).
El t¨¦rmino Hurlyburly, del ingl¨¦s, simboliza un estado ca¨®tico de la mente, al borde de la locura, y hace referencia al deterioro psicol¨®gico que sufre Macbeth, que acaba enloqueciendo por culpa de su desmedida ambici¨®n. La condici¨®n truculenta que describi¨® Shakespeare en su tragedia es similar a la del caso de Eddie, el protagonista de Hurlyburly (1984), obra original de David William Rabe y recuperada por Gerard Iravedra y Pep Ambr¨®s Munn¨¦ para el ciclo Tanta Jove.
La acci¨®n gira en torno a Eddie, un hombre de 25 a?os que aparentemente es un triunfador. Su carrera va viento en popa, disfruta de un holgado poder adquisitivo y se mueve por los c¨ªrculos m¨¢s cool de la ciudad. Pero una vez que el espectador se sumerge en el relato, descubre que el protagonista es un espectro consumido por las adicciones. Su gran temor a la soledad le conduce a crear v¨ªnculos de dependencia exagerados, tanto con las personas que lo rodean como con las drogas, situaci¨®n que desemboca en un bucle da?ino donde todos los personajes que aparecen acaban siendo v¨ªctimas de las acciones de los dem¨¢s.
La propuesta puede parecer atrevida, por el desaf¨ªo que supone mostrar el consumo de sustancias estupefacientes de manera descarnada, pero su dramaturgo y director, Gerard Iravedra, aclara que ¡°la drogadicci¨®n se trata como algo perjudicial, junto con el resto de los excesos que siempre son negativos¡±, y lo compara con las relaciones sentimentales, que tambi¨¦n pueden generar una fuerte dependencia. Aun as¨ª, la historia no pretende ser moralizadora, sino m¨¢s bien realista, porque, tal como afirma Iravedra, ¡°todos tenemos demonios internos y es bueno que el espectador reflexione sobre los problemas universales¡±.
Curiosamente, cuando Iravedra inci¨® su proyecto no se plane¨® montar Hurlyburly, sino Shopping and fucking (1996), de Mark Ravenhill, ambientada en el Londres trash de la d¨¦cada de 1990, pero no pudo porque los derechos ya estaban comprados, as¨ª que pens¨® en la obra del dramaturgo estadounidense Rabe. Ya exist¨ªa una pel¨ªcula, protagonizada por Sean Penn y Kevin Spacey, que adem¨¢s hab¨ªa tenido cierto ¨¦xito, y la pieza se hab¨ªa representado en Broadway. El tema era parecido al de Ravenhill, aunque la obra de Rabe iba m¨¢s all¨¢. Sobre esta diferencia, Pep Ambr¨®s, el actor que interpreta a Eddie, explica que en Hurlyburly las drogas, por ejemplo, son meras herramientas que sirven para alienar, y por tanto, constituyen la excusa perfecta para desnudar emocionalmente a los personajes.
Ambr¨®s la define como una historia que cuenta ¡°la intensa lucha por intentar salvar la peque?a parte del alma que a¨²n reside dentro de cada uno de los siete personajes que forman la obra¡± y, adem¨¢s, la considera una narraci¨®n que muestra ¡°la tremenda necesidad humana de explicar abierta e imp¨²dicamente los secretos m¨¢s profundos a desconocidos¡±.
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