25 a?os de m¨²sica en Valencia
Un repaso por la historia de la orquesta del Palau de la M¨²sica
Existe cierta confusi¨®n, fuera y dentro de Valencia, con las denominaciones de los auditorios y los cuerpos estables de los mismos: Palau de la M¨²sica-Palau de les Arts. Orquesta de Valencia-Orquesta de la Comunidad Valenciana. El ¨²nico coro institucional aporta su peque?a variante: Coro de la Generalitat Valenciana. El aniversario que se celebr¨® el mi¨¦rcoles fue el de los 25 a?os de la inauguraci¨®n del Palau de la M¨²sica. La Orquesta de Valencia, que tiene all¨ª su sede, recibi¨® la medalla honor¨ªfica que concede el auditorio, y en el concierto posterior intervino, junto a ella, el Coro de la Generalitat, ahora con sede en el Palau de les Arts, pero que, hasta la puesta en marcha de este, se mantuvo muy vinculado al de la M¨²sica.
La Orquesta de Valencia naci¨® en plena posguerra (1943), pero s¨®lo desde la inauguraci¨®n del Palau de la M¨²sica (1987) goz¨® de un espacio donde realizar dignamente su labor, con unos m¨ªnimos bien distintos del anterior deambular de una sala de ensayos a otra. El nuevo auditorio se inaugur¨® durante la alcald¨ªa de Ricard P¨¦rez Casado. El cambio de signo pol¨ªtico en los Gobiernos municipales no ha variado demasiado la trayectoria del recinto, tanto en lo que respecta a su orquesta como a los solistas, formaciones o directores invitados.
La agrupaci¨®n de hoy poco tiene que ver, afortunadamente, con el titubeante conjunto de los a?os setenta. Paralelamente, el Palau ha recibido ¡ªy a un precio asequible para el p¨²blico¡ª a orquestas y figuras como la Filarm¨®nica de Berl¨ªn o la de Nueva York, Carlos Kleiber, Celibidache, Giulini, Br¨¹ggen, Maazel, Minkowski, Krystian Zimmermann o Waltraud Meier, por citar s¨®lo unos cuantos nombres antes inalcanzables para una afici¨®n que ha ido creciendo y afianz¨¢ndose.
Ahora, sin embargo, los vientos soplan en contra. Dif¨ªcil ser¨¢ que el ciudadano de a pie pueda permitirse escuchar a la Filarm¨®nica de Viena en el paseo de la Alameda. O a Barenboim, una vez tras otra. Y es muy probable que la mayor responsabilidad en la vida musical ciudadana recaiga de nuevo, con puntuales excepciones, sobre la Orquesta de Valencia. Parece un retorno al pasado, pero, al menos, el nivel de la agrupaci¨®n no es el mismo. Aunque tambi¨¦n es cierto que la exigencia del oyente es bastante mayor. Por eso, no estar¨ªa de m¨¢s reflexionar sobre los problemas pendientes. Muchos de ellos son comunes a casi todas las orquestas. Otros, s¨®lo a las espa?olas. Pero, en cualquier caso, habr¨¢ que priorizar los que pesan m¨¢s de lo normal en el caso que nos ocupa.
Deber¨ªa hablarse, en primer lugar, de la imprevisibilidad. La Orquesta de Valencia puede pasar de lo mediocre a lo excelente en un mismo programa, o de una sesi¨®n a otra, sin que haya elementos de dificultad t¨¦cnica que lo justifiquen. Tuvimos prueba de ello el pasado mi¨¦rcoles, donde el Concierto de Aranjuez ejemplificar¨ªa lo primero, y La vida breve, lo segundo, dejando aparte el trabajo de batuta y solistas. Pero es innegable que esta incertidumbre respecto a los resultados no es muy conveniente a la hora de ganar nuevos p¨²blicos.
Lo anterior puede estar motivado, en parte, por una actitud m¨¢s visceral que profesional hacia las obras programadas. Cuando no gustan a los instrumentistas, hay bastantes que se limitan a cumplir. En el caso contrario, se hace patente que ponen toda la carne en el asador. Es decir: el nivel de calidad vendr¨ªa m¨¢s determinado por criterios subjetivos que por un sentimiento constante de autoexigencia. ?ntimamente relacionado con ello est¨¢ la empat¨ªa con los solistas a los que la orquesta acompa?a. Empat¨ªa que no surge necesariamente con los de mayor renombre, pero que, puesta en marcha, multiplica la concentraci¨®n, la expresividad y la calidad del acompa?amiento. Sucede lo mismo con los directores invitados, aunque esto es un fen¨®meno tan perceptible en todas las orquestas que recae m¨¢s bien sobre la batuta la obligaci¨®n de conseguirla. En el caso del director titular, Yaron Traub, se dir¨ªa que ha desaparecido o, al menos, disminuido, la comunicaci¨®n b¨¢sica con los profesores que s¨ª se percibi¨® en los primeros a?os. Y es dif¨ªcil solventar tales cuestiones, sobre todo cuando se enquistan. Un problema mucho m¨¢s antiguo, y bastante com¨²n en las agrupaciones espa?olas, es su dif¨ªcil encaje con el repertorio del XVIII, sobre el que se pasa de puntillas para no evidenciar problemas de transparencia y empaste nunca resueltos... y que nunca se resolver¨¢n sin imponerse la obligaci¨®n de frecuentarlo. Muy vinculada con lo anterior est¨¢ la disminuci¨®n de calidad sonora en proporci¨®n con la del n¨²mero de ejecutantes: todos los m¨²sicos saben por qu¨¦, y tambi¨¦n tuvimos buen ejemplo de ello el d¨ªa 25.
En el platillo opuesto aparece la ductilidad de la orquesta, sobre todo en la m¨²sica del XIX y primera mitad del XX, incluido el campo oper¨ªstico. La capacidad para acompa?ar con tino a grandes solistas instrumentales y vocales, es otra de las bazas fuertes de esta agrupaci¨®n, y un s¨ªntoma inequ¨ªvoco de su profesionalidad. Les ayudar¨ªa en su empe?o, sin duda, una asistencia m¨¢s asidua, como oyentes, a otros conciertos, pero esto es poco usual entre los m¨²sicos espa?oles. La mejora de cada una de las secciones ha sido otra de las constantes en los ¨²ltimos 25 a?os: baste comparar la cuerda de ahora con la de entonces. Pero tambi¨¦n es cierto que, ¨²ltimamente, ha habido una especie de par¨®n. La Orquesta no se deteriora, pero ha dejado de mejorar. Y tanto la batuta como los instrumentistas deber¨ªan plantearse qu¨¦ hacer con ello.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.