Cuesti¨®n de principios
El conseller Vela quiere convencernos de que la decisi¨®n de Bruselas sobre la Ciudad de la Luz es consecuencia de su buen funcionamiento
El conseller Vela quiere convencernos de que la decisi¨®n de Bruselas sobre la Ciudad de la Luz es consecuencia de su buen funcionamiento. Si la Ciudad de la Luz no fuera una buena empresa ¡ªviene a decir Vela¡ª nadie se meter¨ªa con ella. Con permiso del conseller de Hacienda, el argumento parece algo forzado. Ante el estado que presenta la Ciudad de la Luz, cualquier observador obtendr¨ªa unas conclusiones muy distintas. Para juzgar la marcha de una empresa, los economistas suelen decir que lo que no son cuentas son cuentos. Jos¨¦ Manuel Vela, que es un excelente economista, estar¨¢ de acuerdo con la afirmaci¨®n. ?Cu¨¢les son las cuentas de la Ciudad de la Luz? Comprendo que quiera justificar su existencia porque ¨¦l mismo formaba parte del gobierno que decidi¨® sobre los estudios. Pero mantener que la Ciudad de la Luz es una buena empresa exige algo m¨¢s que voluntad pol¨ªtica: se necesita el testimonio de los hechos. Y me temo que los hechos no est¨¦n a la altura de la voluntad pol¨ªtica de Jos¨¦ Manuel Vela.
La Ciudad de la Luz ha sido un mal negocio para la Generalidad, que es tanto como decir para el bolsillo de los valencianos. Tambi¨¦n fue una dolorosa ruina para las personas que perdieron sus hogares y medios de trabajo por la arbitraria decisi¨®n de Eduardo Zaplana. Hay que recordar estas cosas porque olvidamos, con demasiada frecuencia, el sufrimiento que provocan los gobernantes con sus decisiones equivocadas. La Ciudad de la Luz, como Terra M¨ªtica y tantas otras, fueron negocios imprudentes y ruinosos que algunos pol¨ªticos emprendieron para satisfacer sus ambiciones. ?De verdad cree Jos¨¦ Manuel Vela que todav¨ªa puede defender esas empresas?
Durante estos d¨ªas, se ha hablado del d¨¦ficit de financiaci¨®n que padece la Comunidad Valenciana. Es un tema importante y que deber¨¢ corregirse tan pronto como sea posible. Pero no debemos consentir que los ¨¢rboles del d¨¦ficit se empleen para ocultar el bosque del mal gobierno. No es el d¨¦ficit de financiaci¨®n lo que nos ha llevado a los valencianos a la situaci¨®n actual. De haber contado con ese dinero, probablemente las cosas no ser¨ªan hoy muy diferentes. En todo caso, hubi¨¦ramos disparado m¨¢s castillos de fuegos artificiales o pagado mayores sobrecostes al se?or Calatrava, porque as¨ª lo exig¨ªa la calidad de sus obras (!).
Tambi¨¦n, en estos d¨ªas pasados, las Cortes y los tribunales de Justicia han interrogado a diferentes personas que ocuparon puestos destacados en los ¨®rganos de la Comunidad. Conviene prestar la m¨¢xima atenci¨®n a sus respuestas. A trav¨¦s de ellas, podemos ver el clima moral que dominaba la pol¨ªtica valenciana en los a?os recientes. El cuadro que se dibuja no puede ser m¨¢s inquietante y permite entender c¨®mo hemos llegado al estado actual. Por las declaraciones de esas personas, dir¨ªamos que nos gobernaban unos inconscientes, que ignoraban cuanto ocurr¨ªa a su alrededor. De Milagrosa Mart¨ªnez a Modesto Crespo, de Jorge Vela a Pedro Garc¨ªa, aqu¨ª nadie asum¨ªa ninguna responsabilidad. ?A qu¨¦ se dedicaban todos ellos? ?Cu¨¢l era, en realidad, su trabajo? Y, sobre todo, ?qu¨¦ clase de gobierno permiti¨® que individuos con esas cualidades dirigieran los asuntos de la Comunidad? Que ante este panorama, Antonio Clemente sostenga que es de justicia rendir un homenaje a Francisco Camps por los logros de su gobierno es toda una declaraci¨®n de principios. De los principios con que algunos hacen la pol¨ªtica.
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