Entre gentuza y chapuza
El despectivo gentuza equivale a chusma, morralla, populacho o plebe.
El despectivo gentuza equivale a chusma, morralla, populacho o plebe. Se suele emplear, como todo el mundo sabe, para mostrar desprecio a las personas o actitudes que no se incluyen en el ¨¢mbito de nuestros afectos, antes todo lo contrario. En ocasiones, su utilizaci¨®n resulta comprensible, por ejemplo, si el atropello a los derechos c¨ªvicos se hace visible: el respetado dirigente vasco del PP, Carlos Iturgaiz, le espet¨® lo de gentuza a los irredentos que le coaccionaron a pie de urna cuando acud¨ªa con su mujer a depositar su voto. En una mayor¨ªa de ocasiones, sin embargo, la utilizaci¨®n del despectivo retrata m¨¢s al ofendedor que a los te¨®ricamente ofendidos. El noble alem¨¢n con posos autoritarios, Otto Lambsdorff, que durante muchos a?os tuvo las riendas del partido liberal en su pa¨ªs, se neg¨® a acudir a una determinada reuni¨®n pol¨ªtica, afirmando que ¨¦l no se juntaba con gentuza. La imagen Lambsdorff, ya fallecido, se vio enturbiada por esc¨¢ndalos relativos a la financiaci¨®n ilegal de su partido. Tambi¨¦n el marido de Carla Bruni, Sarkozy en campa?a electoral, regalaba con el piropo a las gentes de un barrio perif¨¦rico de Paris con muchos emigrantes adem¨¢s de pobres, cuyo resultado ha sido el trasvase de votos de derecha a la extrema derecha en el pa¨ªs galo. Pero, como siempre y entre nosotros, el galard¨®n en ese palmar¨¦s del disparate lo consigue, c¨®mo no, el todav¨ªa presidente del PP en la muy decimon¨®nica provincia de Castell¨®n, Carlos Fabra. Nuestro pol¨ªtico, que puso estas comarcas norte?as valencianas en los medios internacionales d¨¢ndoles un prestigio de dudoso gusto, se despach¨® ese otro d¨ªa tildando de gentuza y de in¨²tiles a cuantos pol¨ªticos, como ¨¦l, carecen de fe y confianza en las inversiones provincianistas e inapropiadas que nos llevaron, entre otros disparates, al pozo econ¨®mico, del que ahora nos intenta sacar, con m¨¢s valor que el alcoyano, su hom¨®nimo en la presidencia de la Generalitat, Fabra el joven. Pero Fabra, el presidente del PP castellonense, el abuelo que muestra orgulloso a sus nietos las instalaciones aeroportuarias sin aeroplanos, fue algo m¨¢s lejos en sus declaraciones: quienes no est¨¢n de acuerdo con las inversiones en un aeropuerto sin aviones "carecen del m¨¢s m¨ªnimo amor por esta provincia". Amen. Puesto que con la fibra cardiaca localista, casi siempre cargada de fantasiosos agravios comparativos con otras provincias o localidades, hemos topado. Y eso es tanto como reducir al absurdo el argumento sobre la necesidad de aeropuertos, en la Vilanova y en cualquier parte, puesto que, al cabo, no s¨®lo en Castell¨®n gobern¨® y administr¨® el desatino el erario p¨²blico. Que se hayan cometido errores de dimensiones notables en Lleida, Ciudad Real u Orbajosa de los Madro?os, no justifica los disparates propios.
Y el disparate de aqu¨ª es un aeropuerto chapuza, una inversi¨®n mal hecha, sin arte ni esmero. Que ese es el significado de chapuza, aunque en M¨¦xico la chapuza es sin¨®nimo de trampa, estafa o enga?o.
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