Cuesti¨®n de palabras
"Nos permitimos regalar millones de euros a un exc¨¦ntrico arquitecto, pero estamos obligados a ahorrarlos en un centro de investigaci¨®n"
Espa?a es un pa¨ªs que no piensa en el futuro, quiz¨¢ porque no conf¨ªa en ¨¦l. Lo nuestro es el presente, o, como mucho, aquello que puede resolverse en el corto plazo. Apenas nos esforzamos en proyectar m¨¢s all¨¢ de ese horizonte inmediato, pr¨®ximo; lo que pueda acontecer despu¨¦s, importa poco. Llegado el momento ¡ªnos decimos¡ª, ya se ver¨¢ c¨®mo salimos de ello. Claro est¨¢ que nos gustar¨ªa parecernos a Finlandia o Alemania, en ciertas cosas, pero sin el esfuerzo que les supuso a finlandeses y alemanes llegar a ese punto. Lo nuestro son los milagros, y quiz¨¢ eso explique el peso que la Iglesia cat¨®lica tiene todav¨ªa entre nosotros. Todos estamos de acuerdo en que la educaci¨®n y la investigaci¨®n son las columnas sobre las que se edifica el futuro de un pa¨ªs. Nuestros propios gobernantes no se cansan de repetirlo. Pero una cosa es lo que el gobernante dice y otra, muy distinta, lo que hace. En cuanto hemos de hacer alguna econom¨ªa, donde primero metemos la tijera es en educaci¨®n y en investigaci¨®n.
Acabamos de verlo en el Parlamento, donde el Gobierno ha aprobado los Presupuestos Generales del Estado. La investigaci¨®n perder¨¢ la cuarta parte de su presupuesto. ?La cuarta parte! Ni una sola de las enmiendas que present¨® la oposici¨®n se ha tenido en cuenta. ?No hubiera sido razonable, en un asunto tan importante para el futuro del pa¨ªs, buscar el mejor acuerdo? No siempre lo razonable interesa al gobernante, que suele hacer sus cuentas con n¨²meros distintos. Si no reponemos las vacantes que se producen en los institutos de investigaci¨®n, ?qu¨¦ ocurrir¨¢ con sus equipos humanos? ?Cu¨¢nto tiempo necesitar¨¢ la ciencia espa?ola para recuperarse de estas medidas tan extremadas? Es dif¨ªcil encontrar diferencias de fondo entre la conducta de quienes nos gobiernan y la de esos codiciosos banqueros que nos han arruinado: s¨®lo en el beneficio a corto plazo.
No son diferentes las cosas en la Comunidad Valenciana, donde hemos visto c¨®mo se comporta el Gobierno de Alberto Fabra con la investigaci¨®n. ?Considera importante la investigaci¨®n el Gobierno de Alberto Fabra? Sin la menor duda. Basta escuchar al consejero de Sanidad, quien afirma que ¡°la investigaci¨®n y la innovaci¨®n son las claves para mantener la calidad de la asistencia sanitaria¡±. El problema es que esa estima no se manifiesta en la pr¨¢ctica. Sin aplicarles el artificio de la ret¨®rica, las medidas tomadas en el Centro Pr¨ªncipe Felipe o en el Instituto de Investigaciones Agrarias deben hablar con la claridad de las cifras. Nos permitimos regalar millones de euros a un exc¨¦ntrico arquitecto, pero estamos obligados a ahorrarlos en un centro de investigaci¨®n. Esa es la ley de la pol¨ªtica en la Comunidad Valenciana.
En este panorama, ?qu¨¦ sentido tiene la concesi¨®n de los premios Rey Jaime I, que se producir¨¢ la pr¨®xima semana? ?Es coherente premiar la investigaci¨®n que se hace en Espa?a, cuando el Gobierno acaba de recortar su presupuesto en un 25 por ciento? Santiago Grisol¨ªa se ha apresurado a tranquilizarnos, con la promesa de que el jurado de los premios reclamar¨¢ el apoyo para la ciencia espa?ola. Que me perdone Grisol¨ªa, pero la medida resulta excesivamente tibia para los tiempos que corren. No es eso lo que los cient¨ªficos reclaman. Me temo, adem¨¢s, que la ceremonia resonar¨¢ m¨¢s alta que las palabras de la declaraci¨®n. En cualquier caso, no son palabras lo que la ciencia reclama en este momento. Si los problemas de la investigaci¨®n pudieran solucionarse con palabras, nos bastar¨ªan las del consejero de Sanidad.
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