La doble negaci¨®n del desastre
Contra ejemplaridad, ocultaci¨®n; contra el miedo, vaguedades voluntaristas; contra el deterioro social e institucional, silencio
El pasado viernes, en las Jornadas de Sitges del C¨ªrculo de Econom¨ªa, Carmen Reinhart insist¨ªa en su tesis sobre la dificultad de los que toman decisiones de ser conscientes de la magnitud de los problemas, sobre la tendencia a enga?arse negando las lecciones del pasado con el argumento de que esta vez es distinto, sobre el p¨¢nico a reconocer la realidad. Esta actitud, dec¨ªa la economista, viene a formar parte del problema: ?c¨®mo se puede resolver algo que se niega? Al d¨ªa siguiente, apareci¨® en el escenario Mariano Rajoy. Y como si se tratara de una demostraci¨®n emp¨ªrica de los argumentos de Reinhart, empez¨® su discurso diciendo que ¡°Espa?a no est¨¢ al borde de ning¨²n precipicio¡±, que solo estamos pasando serias turbulencias y que la econom¨ªa espa?ola es suficiente para salir del trance por s¨ª sola. El presidente distingui¨® entre ¡°las dificultades y los ecos¡±, cargando contra los que alimentan los temores con argumentos pr¨®ximos a la irracionalidad, olvidando, por supuesto, que ¨¦l ha sido durante mucho tiempo el m¨¢s constante de los agoreros.
El presidente recurre al mecanismo psicol¨®gico de la negaci¨®n precisamente en el momento en que el Gobierno ha perdido por completo el control de la situaci¨®n. En la oposici¨®n jug¨® la carta del dramatismo para desgastar al Gobierno. Y cuando lleg¨® al poder insisti¨® en la estrategia de choque para mantener atemorizada a la poblaci¨®n. Cuando se ha puesto de manifiesto que la estrategia de resistir, esperando que el tiempo amaine, no lleva a ninguna parte; cuando la inoperancia del Gobierno ha empezado a ser objeto de sarcasmo en la prensa internacional, y cuando Bankia ha acabado para siempre con la coartada de que la culpa de todo era de los socialistas, el presidente del Gobierno ha vuelto a la negaci¨®n. Por mucho que se nieguen, los problemas hacen su camino, y es un grave error, como dice la propia Reinhart, no saber distinguir entre la soluci¨®n y tirar la pelota hacia adelante. ?Salvar a Espa?a o salvar el cargo? Habr¨ªa razones para pensar que la negaci¨®n de Rajoy es estrictamente t¨¢ctica, que simplemente es la reacci¨®n psicol¨®gica ante la posibilidad de una intervenci¨®n que podr¨ªa convertirle en el presidente m¨¢s ef¨ªmero de la democracia. En su partido, tan monol¨ªtico cuando las cosas van de cara, ya hay ruido de nombres para un hipot¨¦tico recambio.
Pero lo m¨¢s preocupante no es tanto la negaci¨®n de la gravedad de la situaci¨®n econ¨®mica como el silencio absoluto sobre la crisis de la democracia espa?ola, con las principales instituciones seriamente deterioradas y con una crisis de confianza agravada por la ruptura del pacto social por parte de un Gobierno que se niega a dar explicaciones y a pedir responsabilidades por el caso Bankia. ?Cu¨¢l es el objetivo estrat¨¦gico del presidente del Gobierno? Regresar, Dios sabe cu¨¢ndo, ¡°a la inversi¨®n y el crecimiento¡±. Sobre la regeneraci¨®n de la democracia, la recuperaci¨®n de la cohesi¨®n social, la redefinici¨®n de un modelo de responsabilidades compartidas, ni una palabra. Al contrario, la crisis como gran coartada para aplazar cualquier otro debate, cualquiera de las reformas absolutamente necesarias para mantener un clima social aceptable en una sociedad que no puede volver a la irresponsabilidad de las ¨¦lites de las d¨¦cadas pasadas.
Desde la pol¨ªtica, se elogia estos d¨ªas la responsabilidad de los ciudadanos, que asumen con resignaci¨®n, miedo y silencio unas medidas improvisadas y escasamente debatidas y explicadas, que est¨¢n minando horrorosamente su calidad de vida. Primero, no estoy tan seguro de que la resignaci¨®n sea tal. El malestar es muy grande, la desconfianza con las ¨¦lites no para de crecer. Cu¨¢ndo y d¨®nde la irritaci¨®n puede alcanzar un punto de fusi¨®n que se traduzca en hechos es dif¨ªcil de saber. Segundo, si fuera resignaci¨®n, no estoy convencido de que sea motivo de satisfacci¨®n. La democracia est¨¢ contraindicada con la indiferencia. Si esta se instala, la democracia desaparece.
Contra ejemplaridad, ocultaci¨®n; contra el miedo, vaguedades voluntaristas; contra el deterioro social e institucional, silencio. Pacto fiscal, crisis del Estado auton¨®mico, desprestigio del poder judicial y otras instituciones del Estado, y sobre todo los devastadores efectos sociales, culturales y morales del caso Bankia, no despiertan el inter¨¦s del presidente. Estar al mando de un pa¨ªs requiere como proyecto algo m¨¢s que salir del atolladero econ¨®mico. No solo de dinero vive una sociedad. Creer que el dinero lo es todo est¨¢ en el origen del desastre que vivimos. Para salir de ¨¦l hay que saber valorar todo lo importante.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.