¡°Lo que m¨¢s me asust¨® fue el ruido del fuego. Son¨® como el rugido de un le¨®n¡±
Un vecino de Tur¨ªs relata c¨®mo el incendio afect¨® a su urbanizaci¨®n
¡°Lo que m¨¢s me asust¨® fue el ruido del fuego al pasar por el barranco. Parec¨ªa el rugido de un le¨®n¡±. Es el testimonio de Paco Nogueroles, de 40 a?os, y propietario del Bar La Rambla, en la urbanizaci¨®n Altury, de Tur¨ªs. Este enclave aislado, con cientos de chal¨¦s, fue evacuado el viernes poco antes de que el fuego calcinara todo su bosque.
Paco mand¨® a su esposa y sus chiquillos al albergue junto al resto de evacuados pero ¨¦l se neg¨® a abandonar su bar. Se escondi¨® y consigui¨® quedarse. ¡°Pas¨® muy r¨¢pido por el barranco, no tard¨® m¨¢s de dos minutos en arrasar con todo¡±, explica uno de los pocos testigos que vio c¨®mo el fuego envolv¨ªa la urbanizaci¨®n. Recibi¨® el aviso de la Guardia Civil para que se fuera. ¡°Viene como un toro¡±, le dijeron los agentes para que desalojase lo antes posible. Todo sucedi¨® por la ma?ana, ¡°a las tres o cuatro de la tarde del viernes hab¨ªa pasado lo peor¡±, coment¨®.
Incluso dio de comer a muchos de los efectivos que participaban en los trabajos de extinci¨®n del incendio.
Poco a poco, los propietarios, que pasaron la noche en el Centro de D¨ªa de Tur¨ªs, fueron regresando a sus casas. ?ngel Alcaide, de 43 a?os, era uno de ellos. A diferencia del resto, ¨¦l puso pasearse ayer por la ma?ana por su casa. ¡°Hemos tenido mucha suerte¡±, dijo pues de las decenas de chal¨¦s que hay en Altury, s¨®lo resultaron afectados seis o siete. Una caba?a de madera carbonizada, otra casa con el muro trasero ca¨ªdo y otras con da?os parecidos fue el balance. Pilar Lozano, alcaldesa de Tur¨ªs, se acerc¨® hasta la urbanizaci¨®n. ¡°El panorama es desolador¡±, dijo. Faltaba alg¨²n que otro foco peque?o, pero el peligro hab¨ªa pasado. Esta poblaci¨®n no recordaba un incendi¨® de estas dimensiones desde hac¨ªa 20 a?os.
Los nervios segu¨ªan a flor de piel y muchos vecinos se cuestionaban si se avis¨® con tiempo para que pudiesen evacuar a tiempo las casas. Uno de ellos par¨® su coche y se enzarz¨® con la regidora a cuenta de los esfuerzos hechos o dejados de hacer.
A unos kil¨®metros, en Macastre, otro de los municipios por los que el fuego ha dejado una huella imborrable, otro desalojado, Jes¨²s Bleda, de 78 a?os, parec¨ªa calmado tras una noche movida. La Guardia Civil le avis¨® de madrugada para que dejase la casa, trat¨® de resistirse pero no lo consigui¨®. A media ma?ana y acompa?ado por Protecci¨®n Civil pudo volver a recoger unas medicinas. ¡°Se ha quemado todo menos los chal¨¦s¡±, explic¨®. Desde su tel¨¦fono empez¨® a llamar a sus vecinos para tranquilizarles: ¡°Las casas est¨¢n bien, est¨¢n bien¡±, les dec¨ªa. A pocos metros el pron¨®stico de una vecina de Macastre ca¨ªa como un mazazo: ¡°Hasta que no se queme todo, el fuego no parar¨¢¡±.
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