Los sagrados vecinos
Las ciudades tur¨ªsticas se ven abocadas a reba?ar a los vecinos el espacio que ocupan los visitantes
Al alcalde Xavier Trias le tumban en los plenos todos los grandes proyectos para Barcelona, de manera que, despojado de sus sue?os, pone el esfuerzo en la prosaica gesti¨®n de la vida cotidiana, del presente estricto. En este campo se nutre de su larga experiencia como opositor ¡ªde oposici¨®n pol¨ªtica, no funcionarial¡ª e intenta crear dos ilusiones. Una, que siempre atiende a las peticiones de los vecinos; dos, que es cuesti¨®n de voluntad acabar con los problemas. En el tablero de la realidad, ganar la partida a ciertas cosas no es f¨¢cil, pero en pol¨ªtica municipal los gestos se agradecen. Dec¨ªa hace poco el alcalde que la gente le reconoce que la ciudad ha mejorado en seguridad y en limpieza. El sistema para lograrlo es aplicar m¨¢s presi¨®n en los puntos calientes.
Sin embargo, hay complejidades que se resisten a este m¨¦todo, muy cartesiano, y sucede que los problemas se desplazan. L¨¦ase prostituci¨®n. L¨¦ase carteristas, que los expulsan del metro y se van a acechar otras colas. L¨¦ase turistas en la Sagrada Familia. Es un contradicci¨®n que Barcelona se pase la vida buscando turistas por el mundo, seduciendo cruceros y magnates de casinos o poni¨¦ndoles a los vecinos de la Barceloneta, en los morros, una d¨¢rsena de lujo, para despu¨¦s quejarse de que no se puede vivir en los aleda?os de la Sagrada Familia. Toda ciudad tiene uno o dos objetivos tur¨ªsticos insoslayables, no m¨¢s, y si Barcelona tiene tantos millones de turistas, tantos millones caminan por La Rambla y visitan la Sagrada Familia. As¨ª que el modelo de ciudad tiene algo que ver con la molestia a los vecinos.
Tambi¨¦n es cierto que el baile de los autocares en las calles que ci?en el templo era un esc¨¢ndalo absolutamente inaudito. Los turistas tienen asumido que hacen colas y que caminan lo que est¨¢ mandado, para eso est¨¢n de vacaciones. Era pura sensatez aparcar los autocares m¨¢s lejos, por m¨¢s que se traslade la presi¨®n a otros vecinos que, ni cortos ni perezosos, ya han levantado la voz. Los operadores tur¨ªsticos tambi¨¦n, porque el nuevo circuito les hace perder 20 minutos, contando ida y vuelta.
El nuevo problema es, precisamente, este tr¨¢nsito. Las manadas humanas desbordan las aceras ¡ªcon sus terracitas de bar de barrio y sus tiendas de camisetas del Bar?a¡ª y no dejan vivir, sobre todo, dicen, en los d¨ªas que hay cruceros.
Los turistas tienen asumido que hacen colas y que caminan lo que est¨¢ mandado, para eso est¨¢n de vacaciones
La soluci¨®n es a todas luces provisional, porque en la Diagonal no hay aparcamiento de autocares y, dicen tambi¨¦n, estos paquidermos m¨®viles son tantos que no habr¨ªa nunca sitio suficiente, ni que se desventraran las dos plazas preol¨ªmpicas que, supongo, fueron sopesadas como virtuales v¨ªctimas. Si se trata de soluciones provisionales, lo mejor es suprimir los dos carriles de aparcar de Marina y ampliar las aceras, dejando el resto para circulaci¨®n, porque hay muchos coches. Los vecinos invadidos clamar¨¢n de rabia: ?les quitan la acera, les quitan el carril de aparcar! Pero as¨ª crecen las ciudades tur¨ªsticas, reba?ando a los vecinos lo que ocupan los visitantes y diciendo que, para compensar, estos se dejan aqu¨ª sus monedas y sus recuerdos.
No es ninguna tonter¨ªa sacrificar unos pocos trozos de ciudad para que la mayor parte quede inc¨®lume. Es posible que ya no se pueda salvar La Rambla, por m¨¢s que las estatuas vayan a parar a las explanadas del Marem¨¤gnum, que es donde tendr¨ªan que estar, porque el problema es la densidad humana y su poder de contaminaci¨®n. Miren en qu¨¦ se est¨¢ convirtiendo la Boqueria, que era un mercado genuino, y c¨®mo est¨¢ el paramento comercial de La Rambla. A veces ha pensado el Ayuntamiento en dispersar a los turistas para que no pesen tanto sobre el centro, pero la gente viene a ver cosas concretas. Los viajeros descubren ciudades y los turistas repiten estereotipos. A cambio, la bossa sona m¨¢s con los turistas que con los viajeros.
Por cierto, la Sagrada Familia est¨¢ desarrollando una fachada horrible, que debe de ser de piedra pero parece hormig¨®n, sobre Mallorca. Justo donde el se?or alcalde tendr¨¢ que decidir si quita a los vecinos de enfrente para hacerle sitio ¡ªlos turistas xalaran¡ª o si mutila el proyecto para que encaje en una ciudad que ha crecido demasiado. Eso s¨ª que es un reto para la doctrina Trias.
Patricia Gabancho es escritora.?
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