Eurovegas, vender la dignidad
La tierra es el m¨¢s preciado patrimonio nacional. Un patrimonio al que no deber¨ªamos renunciar y que es, en ¨²ltimo t¨¦rmino, lo que nos distingue y nos une
?Est¨¢ Catalu?a en venta? La tierra es el m¨¢s preciado patrimonio nacional. Un patrimonio al que no deber¨ªamos renunciar y que es, en ¨²ltimo t¨¦rmino, lo que nos distingue y nos une. El tradicional sustento de una naci¨®n. Una naci¨®n, la catalana, por el momento mucho m¨¢s proclamada que reconocida. Deber¨ªa avergonzarnos vender lo que m¨¢s nos puede enorgullecer, nuestra tierra, la tierra de nuestros antepasados. ?Hemos olvidado que este patrimonio es el ¨²nico y aut¨¦ntico haber que nos permite hablar colectivamente como catalanes? ?Hemos olvidado que no podemos dejarlo al libre albedr¨ªo de ning¨²n grupo insensible a los valores c¨ªvicos ensenciales? Olvidos suficientemente importantes y que alg¨²n d¨ªa podr¨¢n convertirse en el dedo acusador contra esta generaci¨®n. Una generaci¨®n cuyo Gobierno se dice catalanista, pero no duda en vender lo que tantas generaciones han defendido como patria.
?A qu¨¦ precio? ?C¨®mo puede ser que los herederos de tantas generaciones que la defendieron, con rebeld¨ªa incluso, est¨¦n ahora dispuestos a encajar lo que les echen, si ello da dinero? ?Cree alguien que despu¨¦s de aceptar el proyecto de Eurovegas que se anuncia podremos seguir repitiendo las viejas afirmaciones nacionalistas y patri¨®ticas en defensa de la tierra? ?Podremos seguir hablando de cap i casal, con una Barcelona obligada a compartir su existencia con una mancha tan extra?a como ex¨®tica cual ser¨ªa la r¨¦plica m¨¢s o menos modificada de un centro de juego famoso en todo el mundo precisamente por lo que tiene de negativo? Mi condici¨®n de profesor de Urbanismo por m¨¢s de 50 a?os me obliga a afirmar que no podemos tolerar la sustituci¨®n del ¨²nico parque agrario anejo a la ciudad con algo tan alejado de los intereses generales y de nuestro modo de hacer y de ser como lo que nos ofrecen el se?or Adelson y su equipo. Nuestra vieja y amable ciudad, unitaria pero diversa, admiraci¨®n de tantos urbanistas, se ver¨¢ obligada a emparejarse con una nueva ciudad, sin estructura, encaminada a fines bastardos, intr¨ªnsecamente antiurbanos. Un derivado en negativo de la urbs totalmente opuesto a lo que la urban¨ªstica actual define como ciudad. Lo que en una ciudad se aprecia, la pluralidad de usos y de valores, lo vamos a cambiar y a enajenar por dinero, ofreci¨¦ndolo al mejor postor, enorgulleci¨¦ndonos de nuestra capacidad de ser buenos mercaderes y de ganar (?) a nuestra sempiterna rival . ?Qu¨¦ es lo que nos ha conducido a mirar los espacios libres como un despilfarro? A ese extremo hemos llegado.
?C¨®mo vamos a tirar por la borda el esfuerzo de tantos a?os por definir un marco legal y una planificaci¨®n estrat¨¦gica para nuestro territorio? Los que llevamos a?os en el oficio hemos visto lo dif¨ªcil y compleja que es una planificaci¨®n territorial que permita ir m¨¢s all¨¢ de las presiones cortoplacistas de cada momento. Cre¨ªamos haber conseguido la consolidaci¨®n de ciertos criterios b¨¢sicos que recompusieran el territorio y restringieran su uso indiscriminado. Pero contemplamos, con estupor, que todo puede desvanecerse a partir de una decisi¨®n, casi secreta, tomada al margen de cualquier simulacro de consenso social y de planificaci¨®n estrat¨¦gica.
Acabo pensando que alguien le habr¨¢ contado a Adelson que todos los catalanes piensan que lo que no son pesetas son pu?etas. Nuestros vecinos ¡ªhermanos¡ª peninsulares dicen que m¨¢s vale honra sin barcos que barcos sin honra. Ser¨¢ que el esp¨ªritu de los viejos mercaderes fenicios sigue prevaleciendo y que nos lleva a imaginar que con la excusa de la crisis vale todo. Creo muy sinceramente que estamos ante una irreparable cesi¨®n de muchas de las prerrogativas p¨²blicas. Ojal¨¢ me equivoque y que lo que supongo que pueda acabar pasando no suceda. Muchos, demasiados, naufragar¨ªamos en el mismo barco.
Manuel Ribas Piera es profesor em¨¦rito de Urbanismo en la UPC.
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