Una ciudad sin memoria
Las condiciones naturales de la ciudad, que hab¨ªan formado su imagen desde tiempo inmemorial, han desaparecido durante los ¨²ltimos cincuenta a?os.
Se han cumplido estos d¨ªas los cincuenta a?os de la independencia de Argelia, que tanta repercusi¨®n tendr¨ªa en Alicante. La llegada de un buen n¨²mero de colonos franco argelinos, que vinieron huyendo de aquellas tierras, traer¨ªa importantes novedades para la vida de la ciudad. Aunque la prensa de la ¨¦poca inform¨® del suceso, lo hizo de manera ligera, como era entonces habitual. El primero en tratar el tema con la atenci¨®n que merec¨ªa fue el profesor Antoni Seva. Su libro, Alacant, 30.000 pieds noirs, tuvo una gran repercusi¨®n en su momento, y sus ideas pasaron a formar parte del imaginario de la ciudad. Es probable que las estimaciones de Seva sobre el n¨²mero de colonos que se instalaron en Alicante fueran exageradas. Los investigadores actuales estiman que aquellos 30.000 pieds noirs no ser¨ªan, en realidad, m¨¢s de 6.000. En cualquier caso, el efecto que su llegada tuvo sobre la ciudad est¨¢ fuera de duda: Alicante se dio un ba?o de modernidad, que abrir¨ªa la primera grieta en sus tradiciones.
Alicante ha alcanzado un grado
El aniversario de la llegada de los pieds noirs ha coincidido con la publicaci¨®n en la prensa de un art¨ªculo de Juan Antonio Garc¨ªa Solera sobre Alicante. No es la primera vez que el arquitecto ¡ªhombre de una gran sensibilidad, excelente profesional¡ª reflexiona sobre su ciudad. En esta ocasi¨®n, sorprende el tono pesimista del escrito, motivado por la situaci¨®n que atraviesa Alicante. Garc¨ªa Solera denuncia la despersonalizaci¨®n de la ciudad, su dispersi¨®n: ¡°Se tiene abandonado el detalle p¨²blico: aceras, mobiliario urbano etc., todo es anodino. Nuestra arquitectura tradicional es modesta pero no por ello est¨¢ justificado este derribo masivo de la misma, sin respetar al menos aquellos edificios caracter¨ªsticos. Esta ciudad ensanchada, diseminada, inconexa y fr¨ªa, ?es la ciudad que pretendemos? El desorden y obsesi¨®n por una desmedida ciudad manipulada por gente incompetente, nos ha llevado a conseguir una ciudad grande pero no una gran ciudad¡±, escribe el arquitecto.
?Exagera Garc¨ªa Solera? No, no hay exageraci¨®n en sus palabras. Alicante ha alcanzado un grado de abandono imposible de imaginar tiempo atr¨¢s. En mi opini¨®n, la situaci¨®n empeorar¨¢ conforme se prolongue la crisis econ¨®mica, y afloren las consecuencias de la mala planificaci¨®n urbana. Hoy, todo el mundo acepta que hemos llegado a este punto por las intrigas entre constructores y autoridades. M¨¢s dif¨ªcil es responder a la pregunta de por qu¨¦ los alicantinos no reaccionaron ante tanta barbaridad. En este asunto, la pasividad de los ciudadanos ¡ªcon algunas excepciones¡ª ha sido total. Incluso, hubo casos en los que se exigi¨® la destrucci¨®n de la ciudad. ?No eran alicantinos quienes pidieron el derribo de la Isleta, despu¨¦s de haber hecho lo propio, a?os atr¨¢s, con la Comandancia de Marina? No creo que existan muchos lugares donde se tenga un aprecio tan escaso por lo propio.
Mi hip¨®tesis es que tal cosa ocurre porque el alicantino ¡ªal menos, el alicantino al que se refiere Garc¨ªa Solera¡ª no existe. Las condiciones naturales de la ciudad, que hab¨ªan formado su imagen desde tiempo inmemorial, han desaparecido durante los ¨²ltimos cincuenta a?os. Desde la llegada de los pieds noirs, Alicante ha vivido sucesivas inmigraciones que han acabado por crear una nueva mentalidad. La ciudad ha cambiado sobre la marcha, a medida que lo necesitaba y ha perdido la memoria en el proceso. Ese fermento cultural que es la base de una comunidad y permite crear una identidad propia, no existe en Alicante. Somos una ciudad sin memoria, y de ah¨ª que nos importe tan poco lo que hagan con ella.
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