Efectos colaterales
"No es solo incompetencia. Es el efecto colateral de una epidemia de estupidez que comienza ya a ser asfixiante"
Durante el per¨ªodo transcurrido entre finales de los a?os ochenta y mediados de los noventa, se gest¨® en la Comunidad Valenciana un modelo de apoyo a la innovaci¨®n empresarial que tuvo su principal plasmaci¨®n en eso que hoy se conoce como la Red de Institutos Tecnol¨®gicos. Fue entonces una apuesta decidida de la Generalitat por consolidar nuestros sectores industriales tradicionales, facilitando a las empresas el acceso a todo tipo de servicios avanzados, incluyendo la transferencia de tecnolog¨ªa, la capacitaci¨®n t¨¦cnica, los ensayos de calidad, o la realizaci¨®n de proyectos de I+D.
La estrategia que justificaba la apreciable inversi¨®n para la ¨¦poca no era otra que la de ayudar a nuestras pymes industriales a reorientar sus estrategias competitivas hacia productos de mayor valor a?adido y segmentos de mercado m¨¢s exigentes, abandonando as¨ª de manera progresiva la secular competencia que se ven¨ªa produciendo a trav¨¦s de salarios y precios bajos. Fue, este s¨ª, un gran evento para la econom¨ªa real de la CV, que, de haber recibido con posterioridad m¨¢s atenci¨®n por parte de la Generalitat, hoy tendr¨ªa un peso estrat¨¦gico mayor incluso que el que tuvo durante los a?os noventa.
Las grandes cifras hablan por s¨ª mismas: 1.732 profesionales, 100 laboratorios especializados y 20 observatorios tecnol¨®gicos, proporcionando servicios a 12.400 empresas, de las cuales 7.000 son socios permanentes, y generando 1.260 proyectos de I+D, imposibles de asumir por las empresas individualmente debido a su tama?o. El resultado es que el conjunto de institutos valencianos representa el 25% del sistema espa?ol de innovaci¨®n; lo que no es, desde luego, un asunto balad¨ª.
Pero, hoy, todo este proyecto, esencial para la redefinici¨®n de nuestro modelo productivo, corre el riesgo inminente de desaparecer a causa principalmente, ?c¨®mo no?, de los impagos de la Generalitat, su principal impulsor y socio. En cantidades, por cierto, que resultan rid¨ªculas comparadas con otros proyectos emblem¨¢ticos del cariz de las f¨®rmulas uno, terras m¨ªticas, aeropuertos sin aviones o ciudades de cualquier cosa; por no hablar de los sobrecostes de arquitectos estrella, el sobredimensionamiento manipulador de RTVV o los saqueos producidos en las numerosas emarsas que abonan el f¨¦rtil terreno de la corrupci¨®n pol¨ªtica por estos lares.
Me dir¨¢n que en unas circunstancias tan dram¨¢ticas como esta, un proyecto de estas caracter¨ªsticas no puede tener prioridad sobre otros que afectan a necesidades m¨¢s esenciales. Y quiz¨¢ lleven raz¨®n. Pero solo quer¨ªa poner de manifiesto que esta crisis, originada en exclusiva por un liberalismo mal entendido y la obscena codicia de financieros y promotores inmobiliarios, tambi¨¦n se est¨¢ llevando por delante algunas de las pocas armas que nos quedaban para recomponer nuestra maltrecha econom¨ªa. No es solo incompetencia. Es el efecto colateral de una epidemia de estupidez que comienza ya a ser asfixiante.
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