Si vas a dar el sablazo
"El obrero consciente no dilapida su paga en la cantina y el magnate no derrocha su ganancia en licores de mucho lujo o en eventos de mucho rumbo"
En circunstancias como la presente se nos hace dif¨ªcil educar. ?Por qu¨¦?, se preguntar¨¢n. Porque ahora ciertos valores son dif¨ªciles de transmitir, desmentidos por la realidad.
Quienes nacimos en la posguerra espa?ola fuimos instruidos en la moderaci¨®n. Este freno no solo se deb¨ªa a las represiones del franquismo. Obedec¨ªa tambi¨¦n a las penalidades materiales, a un porvenir siempre amenazante o desgraciado. Nuestros padres, que hab¨ªan vivido una espantosa contienda y la autarqu¨ªa del r¨¦gimen, nos educaban en la contenci¨®n, form¨¢ndonos, por ejemplo, en la virtud del ahorro. Tienes que guardar para el d¨ªa de ma?ana; no te lo gastes todo.
Bien mirado, ese consejo de pobretones, ese reparo de adultos, era una virtud burguesa. No te lo gastes todo significa conserva para cuando vengan mal dadas. Pero significa tambi¨¦n reserva una cantidad para reinvertir y obtener beneficios. Haz previsiones y no consumas por encima de tus posibilidades. El emprendedor no desperdicia. Es m¨¢s: evita el despilfarro. En eso al menos se parecen el buen burgu¨¦s y el menesteroso que act¨²a con sensatez. El obrero consciente no dilapida su paga en la cantina y el magnate no derrocha su ganancia en licores de mucho lujo o en eventos de mucho rumbo.
Ahora, con los vaivenes de la econom¨ªa y los castigos que nos infligen los mercados, esa virtud de la contenci¨®n va resultando ininteligible. Con raz¨®n, muchos j¨®venes pueden pensar: ?para qu¨¦ conservar si luego el ahorro se disipa?; ?para qu¨¦ privarme si luego cualquier avispado se hace con las fichas y con la banca? Como si estuvi¨¦ramos en un juego, s¨ª: en el Pal¨¦, que era como se llamaba el Monopoly cuando yo era ni?o.
Y un ni?o, efectivamente, no pod¨ªa arriesgarlo todo. No pod¨ªa comprar casas, hoteles o calles a tontas o a locas. Deb¨ªa guardar dinerito para salir airoso de aquellas compraventas e hipotecas. Aprendimos mucho con el Pal¨¦: a tener unos ahorrillos por si acaso; a reinvertir con tiento; a no enterrar el capital en heredades de mucho lujo, en operaciones edilicias.
Ahora ya nada de eso parece importar. El capital financiero vuelve imposible un vaticinio. ?Qu¨¦ hacer? ?Ahorras o compras? Con suerte, lo que has de hacer es conservar el empleo e implorar para que no te desplumen. Tanto es as¨ª, que hasta Luis de Guindos, el ministro de Econom¨ªa, se queja de la irracionalidad de los mercados y habla literalmente de enga?os: si vas a dar el sablazo, dice, mejor ser discretos. Tal es el atraco que padecemos o tal es el atrac¨®n de los especuladores.
Pero esto no es un juego de ni?os. Esto es un timo o una timba. No s¨¦ ustedes, pero yo procurar¨¦ conservar unos eurillos y seguir¨¦ ense?ando a mis hijos. ?Qu¨¦ cosa? La virtud humilde con la que me educaron: no se dan sablazos.
http://blogs.elpais.com/presente-continuo/
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.