Paisaje en trance de desaparici¨®n

Valencia no tiene Hyde Park, pero tiene huerta. Una huerta metropolitana de futuro incierto. Por eso lo mejor es apreciarla aqu¨ª y ahora. Como la apreciaba Antonio Machado cuando resid¨ªa en Villa Amparo, un palacete de Rocafort ahora dedicado a banquetes, flanqueado por un largo muro de grafittis que lo separa de la acequia de Montcada, donde est¨¢ inscrita parte del comentario que Machado hizo al poeta alicantino Pascual Pla y Beltr¨¢n. ¡°Esto es como un poco de para¨ªso. Sobre las huertas flamean todos los verdes, todos los amarillos, todos los rojos, el agua roja de esas venas surca graciosamente y abastece el cuerpo de esta tierra¡±. Luego exclam¨®: ¡°?Cu¨¢nto ha debido laborar el hombre para conseguir esto!¡±. Al lado se ve un dibujo de Ramon Gaya para la revista Hora de Espa?a, donde supuestamente pasa el poeta por un pont¨®n sobre la acequia.

Machado ten¨ªa ante s¨ª una fuente de riqueza y de conflictos primordial de esta tierra: agua, regad¨ªos, infraestructuras hidr¨¢ulicas. Un paisaje en cambio constante desde el dise?o y construcci¨®n inicial del periodo musulm¨¢n o las reparticiones de tierras de Jaume I, hasta las grandes transformaciones del siglo pasado y el oscuro horizonte que se divisa en el presente. Desde la villa pod¨ªa ver naranjos, pero no tantos como hay ahora en la zona alta de la acequia de Montcada, porque la generalizaci¨®n citr¨ªcola arranca en los a?os cincuenta y sesenta. Como escrib¨ªa el ge¨®grafo Enric Guinot, hoy son las zonas de Benimaclet a Alboraia, Meliana y hasta Albuixec, con el entorno de los caminos de Montcada en Borbot¨® y Carpesa y el Cam¨ª Vell de Godella unos de ¡°los pocos ¨¢mbitos donde se mantiene esa imagen de campos abiertos¡±.

Estamos en L¡¯Horta Nord, la mejor conservada. Juanjo Hern¨¢ndez, arquitecto residente en una alquer¨ªa de Benifaraig, recorre casi a diario un buen trecho que va desde el enclave machadiano hasta, a veces, la zona lim¨ªtrofe con la playa. ¡°Con ese recorrido tienes una visi¨®n de conjunto de L¡¯Horta Nord¡±, explica. Siguiendo el Arco de Moncada y el camino del Barranc del Carraixet, ¡°ves c¨®mo el paisaje de naranjos se despeja para dar paso a las hortalizas y despu¨¦s a los campos de chufa, al mismo tiempo que¡±, resume, ¡°visualizas al otro lado las poblaciones que marcan los l¨ªmites del regad¨ªo¡±. Es decir, Godella, Rocafort, Massarojos, Montcada, Alfara y Vinalesa, donde confluyen los barrancos del Palmaret y El Carraixet. Despu¨¦s el paisaje se allana en Bonrep¨°s i Mirambell, Alm¨¤ssera, Alboraia y es m¨¢s f¨¢cil orientarse. El itinerario m¨¢s sencillo discurre entre museos. Va desde El Machistre, alquer¨ªa del siglo XI que aloja el Museu de l¡¯Orxata, en Alboraia, hasta el Museu de L¡¯Horta en Alm¨¤ssera, donde, entre alquer¨ªas y barracas, reina la chufa. Tambi¨¦n puede uno dejarse guiar por expertos, como el veterano Toni Montol¨ªu, que desde 2004 ofrece la posibilidad de conocer mejor una comarca en cuyo seno surgen nuevas iniciativas, aunque la oferta tur¨ªstica es incipiente.

Miquel Minguet, hijo de labradores y pedagogo de formaci¨®n, que impuls¨® hace tres a?os el proyecto L¡¯Horta Viva, cree que ¡°dar a conocer el territorio y la cultura viva de la huerta contribuye a darle un futuro¡± y para ello ofrece rutas organizadas, catas de productos aut¨®ctonos, talleres y visitas a centros agroalimentarios. Reconoce que lo que m¨¢s ¨¦xito tiene es lo relativo a la chufa y la horchata; un mundo que se revela din¨¢mico, como demuestra M¨®n Orxata con sus iniciativas y carritos de venta directa; las nuevas firmas que hacen cervezas, aceites o harinas de chufa; o el ¨²nico hotel instalado en el mismo coraz¨®n de L¡¯Horta Nord, en una alquer¨ªa, por los propietarios de Fartons Polo, marca de boller¨ªa ligada a la horchata, en el que lleg¨® a hacer noche Bernie Ecclestone.

La huerta vive y es parte de la identidad valenciana, ya en 1999 el ge¨®grafo Joan Romero y el historiador Thomas Glick alertaban sobre su desaparici¨®n. El Tribunal de las Aguas, declarado Patrimonio Inmaterial de la Humanidad en 2009, no es nada sin el patrimonio material que le da sentido: los verdes, rojos y amarillos con que gozaba Machado en Villa Amparo, la huerta y sus acequias tradicionales.