El flujo de los lixiviados
Que en La Murada se estaba enterrando basura en fincas agr¨ªcolas era algo conocido y aceptado, ya que se justificaba como que era abono para mejorar la tierra.
Que en La Murada se estaba enterrando basura en fincas agr¨ªcolas era algo conocido y aceptado, ya que se justificaba como que era abono para mejorar la tierra. M¨¢s tarde, cuando se comprob¨® que eran residuos sin ning¨²n tipo de reciclado ni tratamiento previo, y que inclu¨ªan hasta desechos sanitarios, la gente se resign¨® aceptando que, al menos, quedaban all¨ª enterrados y no har¨ªan da?o alguno. Por desgracia, las caracter¨ªsticas geol¨®gicas de la zona hablan en sentido contrario, y ponen de manifiesto la grav¨ªsima situaci¨®n en que ha quedado la agricultura murade?a, base fundamental de la econom¨ªa de la pedan¨ªa.
El Campo de La Murada se ubica sobre una llanura ligeramente ondulada que parte del pie de la Sierra de Abanilla, al Norte, y desciende en suave pendiente, del orden del tres por ciento, hasta el casco urbano, es decir, lo que se conoce morfol¨®gicamente como un glacis. Sabemos que a una profundidad todav¨ªa indeterminada existen margas terciarias impermeables, pero la capa superficial del glacis est¨¢ formada por materiales detr¨ªticos, procedentes de la erosi¨®n de la sierra, dominando las arenas y las gravas que, por su permeabilidad, han permitido el establecimiento de un acu¨ªfero alimentado por la infiltraci¨®n de las lluvias, as¨ª como por la escorrent¨ªa procedente de la ladera meridional del entorno del pico de El Agudo. Estas aguas subterr¨¢neas, que en numerosas depresiones llegan a aflorar en superficie, se desplazan a favor de la pendiente general de la zona, es decir, hacia el Sur, en direcci¨®n a La Murada, a una velocidad de entre uno y tres metros por d¨ªa, dato que hemos estimado a partir de las texturas granulom¨¦tricas de los materiales a trav¨¦s de los que filtra.
"Los contaminantes pueden
La gravedad del problema viene dada porque, en primer lugar, el vertedero se ubica en la cabecera del glacis, exactamente a caballo entre ¨¦ste y el pie de la sierra, de forma que, seg¨²n puede apreciarse en fotograf¨ªas a¨¦reas, ha interceptado la traza de los barrancos que canalizaban las aguas desde la ladera hacia el glacis, por lo que, si hubiera alg¨²n fallo en el sellado de los vasos, los lixiviados ir¨ªan a parar al acu¨ªfero. Por otra parte, los enterramientos de basura se han producido directamente en los materiales detr¨ªticos del glacis, sin sellados ni barreras geol¨®gicas que retengan los lixiviados, por lo que estos pasan directamente al acu¨ªfero. De hecho, ya han aparecido unas charcas, al Sur de la zona del vertedero y, por tanto, cabecera del acu¨ªfero, en las que los an¨¢lisis qu¨ªmicos realizados proporcionan valores de conductividad y de demanda biol¨®gica de ox¨ªgeno (DBO) que quintuplican los m¨¢ximos permitidos para vertidos en redes de alcantarillado, mientras que, por ejemplo, los nitratos triplican el m¨¢ximo permitido en aguas potables, y el amonio multiplica ese m¨¢ximo por mil trescientos. Evidentemente, no se trata de filtraciones de una balsa de riego como han tratado de excusar algunos.
A partir de los datos geol¨®gicos antes apuntados, es evidente que ese flujo de lixiviados, una vez mezclado con las aguas subterr¨¢neas, se ir¨¢ desplazando hacia el Sur, a trav¨¦s de los suelos del Campo de La Murada, con el consiguiente riesgo de que los posibles contaminantes pasen a los cultivos, introduci¨¦ndose en la cadena alimentaria, afectando as¨ª tanto a las personas como a la fauna y medio ambiente en general. A d¨ªa de hoy desconocemos si los enterramientos se llevaron a cabo ignorando sus consecuencias o, por el contrario, fueron realizados con plena consciencia, pero eso es algo que determinar¨¢ la Justicia.
Artemio Cuenca Pay¨¢ pertenece al departamento de Ingenier¨ªa de la Construcci¨®n del ¨¢rea de Ingenier¨ªa del Terreno de la Escuela Polit¨¦cnica Superior de la UA.
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