De la necesidad, virtud
"Ya nadie junta a doce personas para un d¨ªa en el campo, que parecen legi¨®n"
De excursiones er¨®ticas y golosas calificaba el gastr¨®nomo Grimod de la Reyni¨¨re a las comidas campestres, bien entendido que cuando esto escrib¨ªa, all¨¢ por los primeros a?os del siglo XIX, a¨²n no se hab¨ªa popularizado el picnic, ni siquiera se hab¨ªa descubierto el juego de palabras que lo identificar¨ªa.
Para que un pique nique fuese aquello que deb¨ªa ser era necesario cumplir algunas normas presididas por un estricto consenso, que comenzar¨¢n por la elecci¨®n del ser¨¢fico lugar donde se alimentar¨¢n a cielo descubierto los cuerpos y las almas, continuar¨¢n con la evaluaci¨®n del costo de la francachela ¡ªque sin discusi¨®n se abonar¨¢ a partes iguales entre los part¨ªcipes, ya fuese lo acordado de modesto precio o de asi¨¢tico lujo¡ª y se rematar¨¢n decidiendo que el acto tendr¨¢ lugar en la ma?ana o ser¨¢ nocturno, se iniciar¨¢ all¨¢ culmine el medio d¨ªa o se intuya la media tarde, momento en el que las puestas de sol contribuyen a dar subido color al ambiente que se crea y propicia as¨ª el consumo de los pasteles y licores que han dado la se?al, por todos asumida, de que el ¨¢gape en puridad ha terminado, y los juegos y retozos sobre la hierba se inician o consuman para ayudar la f¨¢cil digesti¨®n de la siempre soberbia, nunca frugal colaci¨®n.
Abundante, pese a su nombre, el pique ¡ªpicar¡ª y el nique ¡ªsin valor¡ª de Grimod deb¨ªa comenzar con una copa, que sustituir¨ªa con ventaja a la sacrosanta sopa de las comidas formales, y a la que suceder¨ªan ¡ªen este orden y sin tiempos muertos¡ª los pollos en pepitoria, los fiambres de carne, las galantinas ¡ªesa suerte de pasteles c¨¢rnicos que alimentan hasta nuestro esp¨ªritu y que el ilustre gastr¨®nomo y escritor recomienda que, en d¨ªas tan se?alados, se perfeccionen penetr¨¢ndolos y rellen¨¢ndolos de lengua de vaca y tambi¨¦n de la sabrosa carne de una liebre¡ª, los patos asados, el jam¨®n y los pat¨¦s todos, los fiambres hojaldrados, las ensaladas y los entremeses, tal como acostumbraba a ser el servicio a la francesa en mesas tan principales. Con el agravante de que es condici¨®n inexcusable en todo picnic que se precie que nada sobre y nada falte, por lo que los esforzados comensales deber¨¢n hacer acopio de valor y capacidad estomacal consumiendo todo lo llevado y contratado, no permitiendo as¨ª que molestos restos del fest¨ªn perturben el paisaje, que despu¨¦s del ¨¢gape deber¨¢ quedar impoluto como una patena.
La instituci¨®n o cultura del picnic permanece y se acrecienta
La comida, que por supuesto y seg¨²n es de educaci¨®n debe durar siempre m¨¢s de cuatro horas, terminar¨¢ con algunas frutas frescas y otras de las que llaman de sart¨¦n, esto es pastelitos y pastas dulces, a los que podr¨¢n acompa?ar de forma optativa las confituras y ?como no! los ricos quesos que nos complacen y que podemos concretar para aquella cultura en los afamados Gruy¨¨re y Roquefort.
En cuanto a la bebida, dice de la Reyni¨¨re, que de ella en estas circunstancias no se debe abusar. Por tanto para doce personas calcula seis botellas de vino tinto y un par de blanco del Juran?on, otro par m¨¢s de cualquier espumoso que se precie ¡ªora cava, ora champagne¡ª, alguna de dulce M¨¢laga, y aun otra de moscatel de Frontignan, consignando un par m¨¢s, esta vez llenas de licores, para que la juerga no decaiga.
Han pasado dos siglos desde que los ciudadanos capitalinos gozaban de las delicias del campo embarc¨¢ndose en las aventuras er¨®tico gastron¨®micas que relatan los escritores del momento. Y no obstante la evoluci¨®n de las costumbres y lo sofisticado de los tiempos, la instituci¨®n o cultura del picnic permanece y se acrecienta, en nuestras tierras y en las ajenas, as¨ª sea por la terrible crisis econ¨®mica que haciendo de la necesidad virtud convoca a los amigos y familiares a los campos y las playas m¨¢s cercanos, para en ellos y bajo la sombra protectora de los pinos degustar los productos de la tierra, que solo deben cumplir con la condici¨®n de ser transportables. Por supuesto los modos y las modas cambian, y los men¨²s que sol¨ªan quedan abrasados por las nuevas formas de comer. Permanece lo inalterable, que es el esp¨ªritu.
Ya nadie junta a doce personas para un d¨ªa en el campo, que parecen legi¨®n. Y para cuatro amigos, en nuestros lares, sobrar¨¢ hoy con una rica tortilla con patatas y los siempre estimables y socorridos filetes empanados, am¨¦n de los vinos del lugar refrescados o adulterados con aquellos jugos gaseosos que se nos antojen.
Comer amor
Me gusta pensar en el amor. En el universal amor. Son las cuatro de la madrugada; el calor y los vecinos no me dejan dormir. Recuerdo M¨¦xico. All¨ª ser¨¢n las nueve de la noche y una pareja se estar¨¢ preparando para el cortejo. Puede que ella a¨²n se debata entre el escotado vestido pasi¨®n o el dulce modelo de ¡°qui¨¦reme toda la vida¡±. Crec¨ª en el Pac¨ªfico y me da por pensar en las tres horas de diferencia con el Canad¨¢ atl¨¢ntico. All¨ª ser¨¢n las siete y hora de cenar. Dependiendo de lo rigurosa, gastron¨®micamente hablando, que sea la pareja, estar¨¢ apurando la ¨²ltima copa de vino o tir¨¢ndosela encima mientras no se acaban a besos. Pienso en Turqu¨ªa, en mis amadas fronteras kurdas y sus casi dos horas m¨¢s. En una pareja que adelant¨® el reloj para regalarse una hora de despertar am¨¢ndose. Me dejo viajar m¨¢s lejos. En Nueva Zelanda es hora de comer y seg¨²n muchos estudios, y confesiones cercanas, el momento preferido de muchos amantes. Pocas cosas tan sensuales como mezclar harina con mantequilla tibia. En Marruecos miran muy de cerca c¨®mo amasas cusc¨²s, pues tu destreza para hacerlo est¨¢ directamente vinculada a tus habilidades amatorias. Sea como, sea me enamora la idea de que a cualquier hora del d¨ªa y en cualquier parte del mundo alguien se entregue al amor. Amar siempre es una buena idea. Mis vecinos, que hace m¨¢s de una hora decidieron amarse sin cesar, nos han regalado el vibrante grito de la felicidad plena. Y en ese preciso instante me da por pensar en M¨¦xico, Canad¨¢, Turqu¨ªa, Nueva Zelanda y si esto podr¨ªa ser como la hecatombe de todos los chinos saltando al mismo tiempo pero a nivel ac¨²stico¡ ?p¨¢nico!
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