M¨¢s teatro que toros

Siempre se ha dicho en el mundo del toro que quien no torea el 15 de agosto no es torero. Es el d¨ªa m¨¢s taurino del a?o, el que m¨¢s festejos se celebran y es dif¨ªcil que un profesional no se vista de luces. Sin embargo, la crisis o las especiales circunstancias de la tauromaquia actual lleva a que dos de los toreros integrantes del grupo destacado, Daniel Luque y Miguel ?ngel Perera, estuvieran libres para tan se?alada fecha.

Cartel de d¨ªa de fiesta, d¨ªa 15. El p¨²blico respondi¨® en los tendidos para lo que Illumbe est¨¢ acostumbrada. Hab¨ªa ambiente de ilusi¨®n y ganas de ver buenos toros. El cartel primitivo era de aut¨¦ntica gala: Hermoso, el mejor rejoneador de la historia, en corrida mixta con dos matadores incuestionables, Enrique Ponce y Manzanares.

Pero todo se torci¨® mucho antes de empezar. Los dos de a pie no llegaron a Donostia, ambos con lesiones ¨®seas. As¨ª, la terna hubo de ser remendada y s¨®lo Hermoso se mantuvo en el cartel. La presencia de Perera y Luque no quit¨® ilusi¨®n a los tendidos y vinieron dispuestos a no dejar pasar la oportunidad.

Precisamente, el que estuvo desacertado fue Hermoso, que ayer vivi¨® un 15 de agosto con doble sesi¨®n. Por la ma?ana, conquist¨® la plaza francesa de Dax, de la que sali¨® en hombros y por la tarde hizo el pase¨ªllo en San Sebasti¨¢n. Cierto que no son muchos los kil¨®metros que separan una y otra localidad pero el esfuerzo se intensifica cuando adem¨¢s de rejonear hay que meterse un viaje a la hora en que el resto de d¨ªas se encuentran descansando en el hotel.

En la sesi¨®n vespertina, la de San Sebasti¨¢n, fue m¨¢s teatro que toreo. El navarro estuvo desacertado, fall¨® con los rejones de castigo en ambos toros, pinch¨®, clav¨® trasero, se le fueron al suelo¡­ Algo mejor¨® con las banderillas, pero nunca estuvo a gusto, por mucho que se esforzase en saludar al p¨²blico cuando se despegaba del toro. Habr¨ªa que preguntarse qu¨¦ celebraba Hermoso despu¨¦s de haber golpeado a su cabalgadura o de haber clavado mal.

El momento de parodia lleg¨® al matar. Con el toro en el suelo, sus hombres de plata hicieron las triqui?uelas de las becerradas de pueblo. Imaginamos que varios llevar¨ªan su multa correspondiente de parte de los delegados de la autoridad. Con su traje verde y azabache, el subalterno pisaba el rabo para que no se levantase ante la acci¨®n del puntillero. Cuando este acert¨® con el cachetazo, su compa?ero grit¨® con tanta satisfacci¨®n que despert¨® a los tendidos sumidos en el sopor de la pobre actuaci¨®n de Hermoso. Un cuadro, porque el grito de orgullo reson¨® como si mereciese una puerta grande.

Teatro, porque todos sab¨ªan que no hab¨ªa estado fino el caballero estell¨¦s, pero simulaban la satisfacci¨®n por su trabajo. Al final, el ben¨¦volo p¨²blico donostiarra le acompa?¨® con palmas en sus saludos desde el tercio.

La duda estaba en los toros de Juan Pedro Domecq y no defraudaron a nadie, porque fueron tan malos como cab¨ªa esperar. Mansos, rajados para el tercio de banderillas y con escasas intenciones de tomar la muleta.

Miguel ?ngel Perera tuvo dos sosos ejemplares delante, ni siquiera fueron enemigos, porque ni quisieron ni sirvieron para la pelea.

El extreme?o se puso muy pesado con su primero, un animal tan bravo como las vacas que pastan en las campas guipuzcoanas; adem¨¢s tuvo problemas matando. En el quinto, se justific¨® con un ce?ido y vibrante quite con el capote a la espalda, pero cuando tom¨® la muleta, el juanpedro desisti¨® y aquel acto qued¨® fallido.

Quedaba el acto final, el de Daniel Luque, que no fue bueno, pero s¨ª entretenido. La labor del sevillano tuvo m¨¢s de puesta en escena que de profundidad. Aprovech¨® la movilidad de sus astados y sin llegar a obligarles mucho, supo ligar algunas series y altern¨® pases vistosos. De enjundia nada, pero s¨ª de forma amena y voluntariosa.