El luto deja paso al ¡®bou embolat¡¯
Deltebre recupera el pulso taurino tras la muerte de un vecino en la plaza
El luto dej¨® paso al bou embolat en las fiestas mayores de Deltebre (Baix Ebre, Tarragona). Al anochecer del s¨¢bado se celebr¨® uno de los actos m¨¢s esperados por los vecinos y m¨¢s criticado por los animalistas: el toro embolado. Era el primer acto taurino que se celebraba en la localidad despu¨¦s del d¨ªa de luto oficial que el Ayuntamiento decret¨® tras la muerte el pasado jueves de Juan Jos¨¦ Fumad¨®, de 44 a?os, que falleci¨® tras sufrir el impacto de una de las barreras de la plaza que cedi¨® tras la embestida de un toro. Los Mossos d¡¯Esquadra y los juzgados de Tortosa han abierto diligencias para esclarecer los hechos.
El s¨¢bado, pocas horas despu¨¦s de que el juez desprecintara la plaza, se inici¨® el pen¨²ltimo correbous de las fiestas. Era el turno de la ganader¨ªa de Pedro Fumad¨®, conocido como Lo Charnego. En esta ocasi¨®n, un conocido vecino de la poblaci¨®n patrocinaba el festejo taurino. Algunos de los encierros de las fiestas de las Tierras del Ebro est¨¢n patrocinados por vecinos aficionados a los toros o bien financiados a trav¨¦s de la recaudaci¨®n que hacen durante un a?o las pe?as taurinas del municipio.
Primero fue el turno de las vaquillas. Pasadas las diez de la noche sali¨® el protagonista de la fiesta. Como marca la tradici¨®n, en esta modalidad de correbou, los participantes de la fiesta pusieron al toro en el centro de la plaza y prendieron fuego a las astas del animal. La bola de cera, resina y combustible que llevaba encima el novillo comenz¨® a arder y el espect¨¢culo empez¨®. Los recortes, las escapadas y los amagos se sucedieron durante 13 puntuales minutos. Sobraron dos minutos hasta llegar a los 15 que el reglamento de los correbous, dictado por la Generalitat, marca como m¨¢ximo para esta modalidad de encierro. Cuando las llamas que lleva incorporadas el animal se apagan, hay que devolverlo al corral. Ya en los toriles, los ganaderos roc¨ªan al toro con agua para poder apagar del todo las astas a¨²n calientes y refrescar al animal despu¨¦s de un cuarto de hora de calor extremo.
La plaza est¨¢ construida con carros y remolques y las gradas se convierten en improvisadas mesas donde la comida y, sobre todo, la bebida corren en abundancia. El reglamento de los correbous proh¨ªbe expresamente que los menores de 14 a?os participen en los encierros de toro embolado. No obstante, decenas de menores lo siguen desde las gradas. Por megafon¨ªa avisan de que los menores tienen que salir del ruedo, pero la interpretaci¨®n de los ayuntamientos de la zona sobre lo que es participar en el encierro permite que los m¨¢s peque?os sigan el espect¨¢culo desde las gradas.
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