Tenor a las finas arias
Jonas Kaufmann clausura con un ¨¦xito apote¨®sico el Festival de Peralada
El tenor a las finas arias es un plato de larga tradici¨®n y de gran ¨¦xito en el Festival de Peralada. Anta?o el festival lo cocin¨® con Jos¨¦ Carreras y otros insignes tenores aut¨®ctonos, el a?o pasado lo present¨® con Roberto Alagna y hoga?o con Jonas Kaufmann, el tenor de moda.
Para hacer un tenor a las finas arias hace falta disponer de una orquesta. Si, como en este caso, se trata de una orquesta buena como la de Cadaqu¨¦s y est¨¢ bien dirigida por Jochen Rieder, el plato queda mucho mejor. Si no, se apa?a uno con lo que haya pues al fin y al cabo en esa especialidad la orquesta solo va de guarnici¨®n.
Es imprescindible contar con un tenor en su punto ¨®ptimo, ni principiante, pues no saben, a¨²n, a nada, ni menguante pues ya no saben, tampoco, a nada. Si, como ocurre en el caso de Kaufmann, el tenor es un caballero de fina estampa y con una belleza un punto ¡°canalla¡± que le de un aire -solo un aire- de presumible depredador de virtudes, pues mucho mejor pues se facilita la liberaci¨®n de feromonas que es el aroma dominante del plato.
Es absolutamente imprescindible que se empiece por la obertura de La forza del destino de Verdi, no se sabe porqu¨¦ pero es as¨ª, es tradici¨®n. Se sigue con un aria, ¡°Cielo e mar¡± de La Gioconda de Ponchielli y se van poniendo capas de orquesta, Intermezzo de Manon Lescaut de Puccini, extractos de Carmen de Bizet, Intermezzo de Cavalleria rusticana, alternados con capas de finas arias como ¡°Giulietta! Son io¡± de Giulietta e Romeo de Zandonai, La fleur que tu m¡¯avais jet¨¦e de Carmen o el melodram¨¢tico Addio a la mamma de Cavalleria rusticana que permitan al p¨²blico darse cuenta de que est¨¢ ante una voz de tenor important¨ªsima, presentada en su mejor momento de madurez, con un centro sombreado, casi de color baritonal, que, sin embargo, va adquiriendo luz, brillo y proyecci¨®n a medida que sube al agudo y que ataca las puntas con el arrojo y la valent¨ªa esperadas de un tenor de ¨¦lite, una voz que apiana con buen control de la presi¨®n del aire y que es capaz de pasar de la resonancia de cabeza a la de pecho en suave transici¨®n. Una mezcla explosiva, en fin, de tecnolog¨ªa y fiabilidad alemanas con coraz¨®n y calidez latinas.
Si en medio de todo esto el hombre se toma algunas licencias estil¨ªsticas como poner reguladores donde no toca, no pasa nada: es tenor y tiene licencia para matar.
En la segunda parte, que se identifica visualmente porque al tenor se le desprende la americana, un indicador de que empieza a estar hecho, se pasa una ¨²ltima vez por el repertorio italiano con la obertura de Guglielmo Tell de Rossini y el aria Un di all¡¯azurro spazio de Andrea Chenier de Giordano y se pasa definitivamente a capas m¨¢s gruesas, en este caso wagnerianas, con los Preludiosde los actos primero y tercero de Lohengrin intercalados entre dos grandes momentos vocales, el Winterst¨¹rme de Die Walk¨¹re y el celeb¨¦rrimo In fernem Land de Lohengrin que acreditan definitivamente que estamos ante un tenor polivalente de primera l¨ªnea.
Se llega en este punto al momento crucial del plato, el turno de bises, momento que se identifica visualmente porque el tenor se arremanga, el p¨²blico se pone en pie, pierde el recato y empieza a pedir m¨¢s, el perfume de feromona alcanza su punto m¨¢ximo, ¨¦l pone cara de exhausto, el p¨²blico aclama y a¨²n pide m¨¢s y la orquesta pone cara de ¡°Se?or, perd¨®nalos, porque no saben lo que hacen¡±.
Este juego se prolonga durante un n¨²mero variable de propinas, en este caso se lleg¨® a cinco, pero entre ellas es absolutamente necesario que figure el Addio a la vita de Tosca de Puccini.
El plato se sirve inmediatamente, antes de que se desvanezca el perfume y en un ¡°marco incomparable¡±, los hermosos jardines del castillo de Peralada.
El tenor a las finas arias se puede servir durante todo el a?o pero resulta especialmente adecuado en verano cuando las ¨®peras enteras resultan indigestas.
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