La Valencia parada
La crisis deja a medio hacer o sin salida a corto plazo proyectos urban¨ªsticos e infraestructuras La banca se queda con el edificio m¨¢s caro de la ciudad, que no ha vendido ni un piso en tres a?os
Son proyectos privados y p¨²blicos, dise?ados en la ciudad de Valencia en la ¨¦poca de vacas gordas, que han terminado encallando en las procelosas aguas de la crisis despu¨¦s de haber absorbido grandes cantidades de dinero. La relaci¨®n que sigue es una muestra, porque hay muchos m¨¢s. La megaobra en torno a la d¨¢rsena del puerto, por ejemplo, que cost¨® cientos de millones de euros y por la que hoy a¨²n pasean algunos turistas sin encontrar pr¨¢cticamente nada abierto. O la Zona de Actividades Log¨ªsticas (ZAL), para cuya acondicionamiento fue necesario expulsar a 300 vecinos y destruir 70 hect¨¢reas de huerta en La Punta, donde 12 a?os despu¨¦s de iniciarse no se ha instalado ninguna empresa. O el Parque Central, la vieja promesa de un coraz¨®n verde para Valencia, que por mucho tiempo seguir¨¢ siendo solamente eso.
El edificio m¨¢s lujoso
El edificio de la Porta de la Mar, considerado el m¨¢s caro de Valencia y levantado por Lubasa, es desde principios de agosto propiedad de los tres bancos que financiaron su construcci¨®n. Fuentes de la empresa confirmaron que Bankia, BBVA y Banco de Valencia se quedaron con el inmueble y que est¨¢n pendientes de reunirse en septiembre con las entidades para concretar la pol¨ªtica de comercializaci¨®n del inmueble, de la que hasta ahora se ha encargado Lubasa sin ning¨²n ¨¦xito. Aunque el edificio se termin¨® en 2011, la venta sobre plano empez¨® en 2009. Tres a?os despu¨¦s, la empresa no ha conseguido vender ni un piso, ni una oficina, ni un bajo comercial.
Los precios, altos incluso para el contexto econ¨®mico previo al crash inmobiliario, ayudan a entenderlo. Los pisos m¨¢s baratos cuestan 1,7 millones de euros; el m¨¢s caro, un ¨¢tico de 400 metros cuadrados, ronda los cuatro millones. Lubasa a¨²n no sabe si los nuevos propietarios impondr¨¢n generosos descuentos para desprenderse lo antes posible del edificio, tal y como la banca est¨¢ haciendo en otros casos de forma acelerada.
Las fuentes s¨ª admitieron que, de lo contrario, la comercializaci¨®n ser¨¢ muy lenta debido a la competencia en el entorno. El edificio Porta de la Mar est¨¢ ubicado en la plaza del mismo nombre, a espaldas del puente de Calatrava y enfrente del final de la calle Col¨®n. ¡°En esta zona los pisos deber¨ªan venderse a 4.000 o 5.000 euros el metro cuadrado¡±, lamentan las fuentes de la empresa, ¡°pero se est¨¢n ofreciendo a 1.000¡±.
Los precios exigidos hasta ahora por Lubasa (que desde 2009 se llama Durantia) est¨¢n condicionados por el coste de partida. La constructora adquiri¨® el edificio que alojaba los juzgados de Valencia por 105 millones de euros en 2006. Las obras, que mantuvieron el esqueleto del antiguo inmueble, empezaron cuando el pinchazo inmobiliario era un hecho.
El campo del Valencia CF
Hace tres a?os que no se mueve una piedra en el nuevo estadio del Valencia CF. Los impagos del club llevaron a las constructoras a interrumpir en 2009 la construcci¨®n del campo, apadrinado por el Ayuntamiento y la Generalitat. La estructura de hormig¨®n permanece paralizada desde entonces en la avenida de las Cortes Valencianas.
En julio, el presidente del club, Manuel Llorente, compareci¨® con la alcaldesa Rita Barber¨¢ para anunciar que la reanudaci¨®n de las obras era inminente tras haberse alcanzado un compromiso con Bankia. Seg¨²n afirmaron, los trabajos se retomar¨ªan en septiembre y el equipo podr¨ªa jugar en el estadio en 2014. El te¨®rico financiador mantuvo, sin embargo, silencio. Fuentes de la entidad financiera se?alan que el acuerdo no est¨¢ cerrado. Y que antes de que Bankia tome una decisi¨®n deber¨ªan cumplirse una serie de ¡°hitos urban¨ªsticos¡±.
El primero de ellos, la recalificaci¨®n por parte del Ayuntamiento de Paterna de la ciudad deportiva del Valencia CF, se alcanz¨® hace pocos d¨ªas. Simplificando, si todo sale bien, el club se desprender¨ªa del actual Mestalla, de los terrenos de Paterna y de derechos de edificabilidad en el entorno del nuevo campo, a cambio de lograr ox¨ªgeno ¡ªcancelaci¨®n de pr¨¦stamos anteriores y m¨¢s financiaci¨®n¡ª para terminar el nuevo campo.
La maqueta del nuevo estadio fue presentada al p¨²blico en noviembre de 2006. La hemeroteca muestra ufanos al entonces presidente del club, Juan Soler, a la alcaldesa Rita Barber¨¢ y al expresidente Francisco Camps. Soler cont¨® en aquel momento que el campo, con capacidad para 75.000 espectadores, estar¨ªa finalizado en 2009 y supondr¨ªa un negocio redondo para la instituci¨®n, que ganar¨ªa dinero. El nuevo estadio iba a costar 250 millones de euros, y la venta de los terrenos del actual campo reportar¨ªa al club, al menos, 450 millones.
La nueva ciudad
El Programa de Actuaci¨®n Integrada (PAI) de les Moreres, al sureste de Valencia, iba a conectar la Ciudad de las Artes y las Ciencias con el viejo barrio de Natzaret. Iba a ser la nueva avenida de Francia. Una urbanizaci¨®n de 317.000 metros cuadrados en los que se levantar¨ªan modernas torres con 2.189 viviendas, seg¨²n afirmaba hace cuatro a?os Rita Barber¨¢.
El n¨²mero de edificios efectivamente levantados puede contarse hoy con los dedos de las manos. Entre ellos hay amplios solares donde crece la maleza y en los que todav¨ªa se alzan los carteles de los antiguos propietarios, anunciando una inminente promoci¨®n. Hay calles, farolas, sem¨¢foros, zonas ajardinada y peque?os parques infantiles, pero faltan las casas y la gente.
Cuando la pareja de Ra¨²l P¨¦rez, metal¨²rgico en la planta de Ford de Almussafes, se mud¨® a la zona hace un a?o, sab¨ªa que en la zona hab¨ªa poco movimiento, pero no tan poco. ¡°En m¨¢s de un a?o no han avanzado nada. No han construido m¨¢s edificios para completar esto, ni han abierto comercios. Para comprar el pan o tomarte un caf¨¦ tienes que coger el coche¡±, comenta P¨¦rez a la puerta del inmueble.
Los bancos, el lugar en el que acaban los fiascos inmobiliarios, est¨¢n haciendo todo lo posible para quitarse las promociones de encima. La inmobiliaria Mesena, de Banesto, ofrece por ejemplo viviendas en la zona desde 99.800 euros. La publicidad informa de que el edificio en cuesti¨®n cuenta con piscina descubierta y sauna, p¨¢del, squash, gimnasio y seguridad privada las 24 horas.
Cerca del antiguo Cam¨ª de les Moreres ¡ªque da nombre al proyecto urban¨ªstico¡ª, al otro lado de la desembocadura del Turia, se encuentran los terrenos en los que deber¨ªa desarrollarse el PAI de El Grau, otra gran operaci¨®n varada. En este caso, con consecuencias para las arcas p¨²blicas. Cuando el expresidente Camps anunci¨® la construcci¨®n del circuito urbano de f¨®rmula 1 dijo que a los ciudadanos no les costar¨ªa nada, porque se financiar¨ªa con las plusval¨ªas urban¨ªsticas obtenidas de la edificaci¨®n de la vieja zona industrial del El Grau.
La Generalitat ha destinado m¨¢s de 90 millones al circuito, pero en la zona no se ha puesto ni un ladrillo.
Un metro hasta el centro
Las obras de la l¨ªnea 2 del metro de Valencia empezaron en 2007, el a?o de la Copa del Am¨¦rica, una ¨¦poca de grandes planes para la ciudad. El metro deb¨ªa unir el centro ¡ªel Mercado Central y luego el barrio de El Carme¡ª con Natzaret en poco m¨¢s de 10 minutos, pasando por la Ciudad de las Artes y las Ciencias. Una parte ser¨ªa subterr¨¢nea (metro propiamente dicho) y otra ir¨ªa en superficie (tranv¨ªa).
Cinco a?os despu¨¦s la construcci¨®n de la l¨ªnea del metro est¨¢ parada. La Generalitat reconoce que, como ocurre con otras iniciativas, no podr¨¢ retomarla sin ayuda del Gobierno. Y ni siquiera ofrece un horizonte para la puesta en marcha de la conexi¨®n Natzaret-Ciutat Vella.
Los a?os de trabajo, que implicaron obras fara¨®nicas en puntos de la ciudad como la avenida del Reino de Valencia ¡ªdonde se arrancaron y replantaron decenas de palmeras¡ª, el entorno de la Estaci¨®n del Norte o la plaza de Brujas ¡ªdetr¨¢s del Mercado Central¡ª han dejado un pu?ado de infraestructuras terminadas pero sin uso. La ¨²ltima parada, la de Natzaret, parece completamente concluida, pero hasta sus andenes no ha llegado a¨²n el tranv¨ªa. Y las v¨ªas que la conectan con la zona de la Ciudad de las Ciencias, que requirieron la construcci¨®n de un puente, se confunden por tramos con viejas conexiones ferroviarias, por lo mucho que han crecido entre ellas las malas hierbas.
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