D¨ªas de viaje
"Manuel Aza?a, se cuestionaba sobre la progresi¨®n de nuestro pa¨ªs, llegando a preguntarse si no nos habr¨ªamos enga?ado"
Hoy apenas se recuerda, como acertadamente hizo Juan Manuel J¨¢tiva, en estas mismas p¨¢ginas de EL PA?S, que fue en el Parador de Turismo de Benicarl¨®, antiguo albergue, lugar de desarrollo del texto de, La velada de Benicarl¨®, que este a?o cumple su 75 aniversario, donde, en ocasiones, se reun¨ªa don Manuel Aza?a con los presidentes del Gobierno espa?ol y catal¨¢n, Largo Caballero y Companys, respectivamente. En la obra aparece el doctor Negr¨ªn, con el heter¨®nimo de doctor Lluch, que tambi¨¦n fuera presidente del Gobierno espa?ol en la Rep¨²blica, y maestro m¨¦dico del posteriormente jesuita, Pedro Arrupe, antes del abandono por ¨¦ste de la medicina. Igualmente resulta desconocido para algunos que, en la finca de la Pobleta, en Serra, hoy vinculada a Vicente Lluch y a su familia, don Manuel Aza?a, acompa?ado por su esposa do?a Dolores Rivas Cherif, escribi¨®, Los cuadernos de la Pobleta, a menudo rememorados, con curiosas an¨¦cdotas personales, por Ram¨®n Cerd¨¢.
No andamos tan sobrados de presencia hist¨®rica, entre nosotros, de personajes de tanta calidad, como la del expresidente de la Rep¨²blica, que igualmente fue Premio Nacional de Literatura, por su biograf¨ªa sobre La vida de Juan Valera, o, la del poeta Antonio Machado, quien asimismo tuvo una feliz estancia en la Villa Amparo, de la localidad de Rocafort, como para no reivindicar su estancia en nuestras tierras en aquellos convulsos a?os y la acogida que tuvieron por nuestras gentes.
Quiz¨¢s los franceses estuvieron poco tiempo entre nosotros y su huella apenas puede percibirse
En un viaje reciente a Francia tuve ocasi¨®n de comprobar c¨®mo, en P¨¦zenas, se celebra el festival de Teatro Moli¨¨re, para conmemorar la estancia del gran dramaturgo entre sus ciudadanos, y, as¨ª, todos los mi¨¦rcoles de agosto, se representaba, con nutrida asistencia, El avaro. Igual que, en S¨ºte, se celebra el festival de la canci¨®n de autor en homenaje a su conciudadano, Georges Brassens; o, en Narbona, todo el mundo reivindica a Charles Tr¨¦net, autor de La mer, como aqu¨ª debiera hacerse, por todos, con Raimon y Al vent. Quiz¨¢s los franceses estuvieron poco tiempo entre nosotros y su huella apenas puede percibirse, en concreto, en Valencia, en algunas obras p¨²blicas, como los hermosos Jardines de la Glorieta, que recuerdan el paso del general Suchet.
El presidente Manuel Aza?a se cuestionaba insistentemente sobre la progresi¨®n de nuestro pa¨ªs, llegando a preguntarse si no nos habr¨ªamos enga?ado sobre la progresi¨®n real, ya entonces, del mismo. Puede que as¨ª sea y los recientes acontecimientos confirmen su preocupaci¨®n. Esta crisis no s¨®lo es econ¨®mica sino tambi¨¦n de pensamiento. Es como si el progreso intelectual se hubiera detenido. La velada en Benicarl¨®, habla de los a?os treinta, pero, incluso antes, esa preocupaci¨®n era compartida, por otros. Por ejemplo, por Benito P¨¦rez Gald¨®s, para quien el usurero Torquemada, en,?Fortunata y Jacinta, ya anticipaba, a finales del siglo XIX, la actualidad de la crisis de valores. Llegando a afirmar que la sociedad espa?ola estaba rodeada por personajes que cerraban su avance. Qu¨¦ decir si no, de los defraudadores de impuestos y de los evasores de divisas. D¨®nde quedan los patriotas en este pa¨ªs.
Pero este es nuestro pa¨ªs. Efectivamente, poco afrancesado. Tanto en lo pol¨ªtico, all¨ª en todas partes figura el lema: libertad, igualdad, fraternidad, equiparable, de alguna manera, al tr¨ªptico, paz, piedad, perd¨®n, de Aza?a; como en lo econ¨®mico, con reconocimiento en numerosas ciudades tanto al financiero filantr¨®pico, Jacques Coeur como al sindicalista, Jean Jaur¨¦s, que incluso aparece en el recomendable film reciente,?Las nieves del Kilimanjaro; o en lo religioso, donde las innumerables catedrales francesas forman parte del patrimonio del Estado, sin problemas de IBI, y dejando los oficios del culto aparte. As¨ª podr¨ªa ser el pa¨ªs por el que Antonio Machado suspirara, sin que ninguna de las dos Espa?as nos helara el coraz¨®n.
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