Estado federal
Cualquier reforma de lo que tenemos, que ha sido muy ¨²til, pasa por un cambio de Constituci¨®n
Cuando Mariano Rajoy se propon¨ªa adoptar en su futuro gobierno el modelo de ¡°ejemplar¡± gesti¨®n de Francisco Camp en Valencia, ya derrochaban a destajo en todas las comunidades, incluso o especialmente en las gestionadas por su propio partido, pero el presidente trata de disuadirnos ahora de que abordemos ning¨²n otro tema que no sea la crisis. La crisis revela, sin embargo, y a veces de modo feroz, otros problemas estrechamente relacionados con ella. Por ejemplo: las autonom¨ªas. Y supongo que Rajoy no habr¨¢ tenido que esperar a lo que ¨¦l present¨ªa que iba a ser una mera algarab¨ªa catalana, y se tradujo despu¨¦s en la espectacular manifestaci¨®n de Barcelona, para detenerse a pensar que urge ya una revisi¨®n del modelo auton¨®mico.
Pero al que s¨ª imagino reconociendo esa urgencia es a Ximo Puig, el m¨¢s reciente de los sucesivos l¨ªderes socialistas valencianos, que expuso entre sus prop¨®sitos prioritarios de actuaci¨®n la defensa del Estado de las Autonom¨ªas. Lo que no s¨¦ es si sus desvelos van a estar orientados hacia un nuevo modelo o simplemente, ante el arrebato centralizador e intervencionista del PP, a preservar el modelo actual. De ser esto ¨²ltimo lo que se propone no ha de olvidar que esos adversarios s¨ª parecen proponer una reforma del modelo; v¨¦ase el caso de Esperanza Aguirre. Si no interpreto mal su m¨¢s reciente discurso auton¨®mico, justo antes de dimitir, optaba por m¨¢s centralizaci¨®n y menos autonom¨ªa. Pero frente a eso, Puig podr¨ªa, por el contrario, considerar oportuno que el PSPV saliera de una pu?etera vez de la oposici¨®n tibia y optara de manera radical por lo que nunca fue ajeno al socialismo espa?ol: el Estado federal. Bien es verdad que la exigencia de ese rescate desborda su competencia y que semejante atrevimiento requerir¨ªa la bendici¨®n de Madrid. Una bendici¨®n dif¨ªcil si se tiene en cuenta que los socialistas catalanes, d¨ªas antes de la manifestaci¨®n de Barcelona, pidieron al PSOE que abrazara la causa federal y no se les puso en Ferraz nadie al tel¨¦fono. Ahora, aunque los socialistas catalanes insisten en ello, es posible que se les haya pasado el arroz. Si uno atiende a lo que representa la abrumadora manifestaci¨®n de Barcelona es posible que la situaci¨®n ya haya superado all¨ª lo que fue exigencia de algunos talentos socialistas catalanes. Pero esa misma superaci¨®n podr¨ªa invitar en este tiempo a rescatar la defensa del federalismo en la Espa?a que nos quede. Eso no excluye la posibilidad de que algunos socialistas avispados, que puedan tener por anacr¨®nico o inoportuno el modelo federal, nos propongan un nuevo proyecto descentralizador razonable. En todo caso, cualquier reforma de lo que tenemos, y lo que tenemos ha sido de una enorme utilidad, a trancas y barrancas, pasa por un cambio de Constituci¨®n; la actual ya est¨¢ vieja y maltratada. Lo que quiere decir que hay que acabar con la sacralizaci¨®n que le ha tocado por haber nacido despu¨¦s de una larga dictadura para darnos otras reglas de juego en un nuevo panorama. No se trata de faltarle el respeto a la vigente, como hicieron Zapatero y Rajoy manipul¨¢ndola a hurtadillas y con nocturnidad, despu¨¦s de haberla adorado, sino de darnos una nueva que permita construir otro Estado. Eso, claro, implicar¨ªa suprimir instituciones obsoletas que s¨®lo justifican pesebres pol¨ªticos y decidirse, entre otras cosas, a elaborar un nuevo mapa municipal.
Ya s¨¦ que esa es una inabarcable tarea para el PSPV solo, pero ya que se ha propuesto defender el Estado de las Autonom¨ªas ser¨ªa de agradecer que defendiera un modelo radicalmente nuevo, aunque se trate en este caso de un modelo radicalmente cl¨¢sico. El socialismo espa?ol ha venido guardando el modelo federal en el caj¨®n de sus necesarios y a veces generosos oportunismos, pero quiz¨¢ haya llegado la hora de sacarlo a la luz con contundencia. Se espera que lo que fue alternativa de gobierno, y va dejando de parecer tal, presente proyectos claros y atrevidos: la reivindicaci¨®n del Estado federal podr¨ªa ser uno de ellos. Y m¨¢s ahora, cuando de la inoperancia de los partidos ¡ªla decadencia es com¨²n a todos; incluso los nuevos nacen viejos¡ª es una buena muestra la determinante manifestaci¨®n de Barcelona, que ha sido fruto de una movilizaci¨®n ciudadana ajena a siglas, lo cual demuestra que la voz de la calle va a tener una capacidad de respuesta de la que los partidos por ahora carecen. No ser¨¢ tiempo para algarab¨ªas, como cree Rajoy, pero con el ruido de los abusos y la confusi¨®n que propicia, no se acaba en silencio. El que no guarda, por cierto, la dicharachera Esperanza Aguirre. Ella lo tiene claro: dijo en el parlamento madrile?o que ¡°m¨¢s que en una crisis econ¨®mica, estamos en un cambio trascendental de modelo¡±. Es evidente. Y la derecha est¨¢ en eso. ?Ser¨ªa muy atrevido pensar que la izquierda no se ha enterado? O lo que es peor: ?llegar a la conclusi¨®n de que se ha enterado, pero no tiene alternativa?
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