El nuevo centralismo: volver a lo rancio
El PP es un mal aprendiz de lo cient¨ªfico: se da de bruces con la realidad y no entiende el mecanismo de la prueba y el error.
El centralismo espa?ol del siglo XIX y de las dictaduras de Primo de Rivera y de Franco fracas¨® estrepitosamente. Y ahora el PP quiere recuperarlo. Como en tantas otras cosas, tambi¨¦n en ¨¦sta se apunta al fracaso, a lo caduco, a lo rancio. El PP es un mal aprendiz de lo cient¨ªfico: se da de bruces con la realidad (la realidad le amarga hasta los programas electorales, seg¨²n dice Rajoy) y no entiende el mecanismo de la prueba y el error. Nefasto.
Fracas¨® el centralismo a?ejo por tres razones. La primera, por ser anti-hist¨®rico (tentado estoy de decir prehist¨®rico): hasta un buen nacionalista espa?ol como Pi y Margall supo explicar que Espa?a era un estado compuesto porque su historia, construida a trav¨¦s de la asociaci¨®n de reinos, principados y condados, as¨ª lo requer¨ªa. La segunda, porque el centralismo aleja el gobierno de los gobernados: de modo que, en vez de o¨ªr las voces de las necesidades apegadas al terreno, se dejaron o¨ªr los estertores de los apesebrados del poder y surgi¨®, pongamos por caso, una red radial de carreteras y ferrocarriles en un pa¨ªs cuyas principales fuentes de riqueza estaban en las periferias litorales. Absurdo. Y, en tercer lugar, porque el centralismo se demostr¨® profundamente insolidario e hizo crecer a los m¨¢s ricos y decrecer a los m¨¢s pobres. El centralismo hizo las Hurdes, tierra sin pan. El centralismo hizo aquel interior valenciano que aboc¨® miles de personas a la franja costera ante la falta de oportunidades. Y as¨ª, sucesivamente. El centralismo franquista cay¨®, incluso, en la cuenta respecto al desaguisado e hizo aquello de los polos de desarrollo. Otro desastre centralista: plantar naranjos en Extremadura por decreto, sin percibir que los suelos de aquella tierra no son los m¨¢s adecuados para dicho cultivo, por ejemplo. La lejan¨ªa en la toma de decisiones se demostr¨®, siempre, un fiasco. La proximidad siempre result¨® mucho m¨¢s reconfortante.
El estado auton¨®mico construido a partir de la Transici¨®n ha resultado el mayor intento descentralizador de la historia contempor¨¢nea de Espa?a. Y ha dado un magn¨ªfico resultado. Ha permitido el desarrollo de los territorios hist¨®ricamente deprimidos y no ha menoscabado el de las regiones tradicionalmente m¨¢s pr¨®speras. Los datos son apabullantes en materia de convergencia de riqueza, en medio del crecimiento general (el PIB espa?ol era de 159.100 millones de euros en 1980 y en 2011 ¡ªcrisis incluida¡ª era de 1.073.383 millones de euros). El autogobierno acerc¨® competencias, hizo m¨¢s din¨¢mica la econom¨ªa regional, acert¨® con las inversiones. Tuvo tambi¨¦n un efecto colateral, el de incrementar el n¨²mero de funcionarios ¡ªlo cual tuvo tambi¨¦n, en su momento, una lectura positiva: m¨¢s trabajo¡ª y el de incrementar los costes de la administraci¨®n. L¨®gicamente hab¨ªa que pagar un precio por hacerla eficiente.
Porque esa es la historia: ineficiencia centralista, eficiencia de la descentralizaci¨®n en el Estado de las Autonom¨ªas. Ahora el PP difama el estado auton¨®mico. Carga la culpa de la deuda p¨²blica las autonom¨ªas. ?C¨®mo no van a gastar las Autonom¨ªas si tienen las grandes competencias, sanidad, educaci¨®n, servicios sociales, como m¨ªnimo, a su cargo? En realidad, el gobierno del PP, que ha ca¨ªdo en el m¨¢s absoluto descr¨¦dito se quiere quitar la culpa de su mala gesti¨®n imput¨¢ndola a todo lo que se mueve: a la herencia, a los funcionarios, a las Comunidades Aut¨®nomas. Todo, todos, menos el gobierno central, por lo visto inmaculado y acostumbrado a la propaganda. Y a gobernar por decreto, que m¨¢s que de centralismo es una prueba de soberbia cuando no de autoritarismo.
Como siempre, el discurso machac¨®n consigue objetivos. Seg¨²n el Bar¨®metro del CIS de julio, el 39% de los espa?oles ver¨ªa con buenos ojos un cambio hacia un Estado Central, liquidando las autonom¨ªas. Son personas convencidas de que el estado auton¨®mico es caro y no ha funcionado. Est¨¢n, desgraciadamente, desinformadas, apabulladas por la propaganda denigratoria del PP y del Gobierno Central.
Aqu¨ª hay que combatir la mentira en el mismo grado en el que hay que evitar que, a cuenta de la crisis econ¨®mica, el PP consume su apuesta ideol¨®gica de acabar con las autonom¨ªas y de volver a lo rancio, lo antiguo, lo ineficaz y lo autoritario, el estado centralista.
Francesc Signes es diputado del PSPV en las Corts Valencianes.
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