Pol¨ªtica en movimiento
Las elecciones que se avecinan han de servir para ense?ar las cartas y mostrar las proporciones de cada quien
La trascendencia y gravedad de los grandes cambios que sacuden nuestras vidas y que afectan a pautas y maneras de hacer que cre¨ªamos estables no pueden dejar indiferente a nadie. La presi¨®n sobre las personas, sobre cada una de ellas, es creciente, y los signos de esperanza, de que las cosas se enderecen, escasos. Las respuestas de cabreo, de reacci¨®n ante las medidas que deterioran las condiciones de vida, los salarios, las prestaciones sanitarias y educativas, son totalmente comprensibles e incluso necesarias, pero le dejan a uno con la sensaci¨®n de que no acaban de dar respuesta a lo que viene, a lo que ya est¨¢ aqu¨ª. Nada podr¨¢ seguir como antes.
Tantos a?os hablando de lo bien que lo hab¨ªamos hecho en la Transici¨®n, de lo mod¨¦lica que era nuestra democracia, para darnos ahora cuenta de que ni el Rey, ni el Parlamento, ni el sistema auton¨®mico, ni la justicia, ni los partidos ni los sindicatos est¨¢n a la altura de las exigencias del nuevo escenario. Y no hay nada peor que parapetarse en la Constituci¨®n, la ley y las fuerzas del orden, respondiendo as¨ª con rigidez a una realidad que requiere flexibilidad y capacidad de adaptaci¨®n de normas y personas. No hay m¨¢s que ver la utilizaci¨®n que se hace de la Constituci¨®n como barrera infranqueable, cuando lo que define un buen texto constitucional es su capacidad de durar, adapt¨¢ndose a los cambios. O la pulsi¨®n centralista del se?or Wert ante lo que califica de ¡°dispersi¨®n autonomista¡±, confundiendo una vez m¨¢s diversidad con desigualdad e igualdad con homogeneidad.
Por fortuna, hay signos esperanzadores en las periferias institucionales. Tuvimos un buen ejemplo de ello con el 15-M y sus secuelas posteriores, que han dejado poso y aseguran continuidades. Y lo tenemos tambi¨¦n en la movilizaci¨®n del 11 de septiembre en Catalu?a. Son expresiones, distintas pero paralelas, de movilizaciones civiles que trasladan temas y proyectos con formatos y maneras de hacer no convencionales, aprovechando las oportunidades que la nueva realidad digital y comunicativa ofrece. Su fuerza reside, en buena parte, en su capacidad de ser expresi¨®n aut¨®noma de reivindicaciones no vehiculadas y capitalizadas directamente por partidos pol¨ªticos e instituciones. Se nutren de entramados civiles y sociales y tejen complicidades y adhesiones dif¨ªcilmente encuadrables en una sola organizaci¨®n. Muestran que hay pol¨ªtica m¨¢s all¨¢ de las instituciones y de los partidos. Y se?alan nuevos caminos que recorrer por esas mismas instituciones y partidos. Abrirse, desencastillarse, permeabilizar sus fronteras y aprender a trabajar con l¨®gicas menos jer¨¢rquicas y clientelares.
La gran movilizaci¨®n civil del 11-S ha sido acogida con tiento y tacto por parte de quienes han entendido la potencialidad de las expectativas generadas. Las cosas no pueden seguir como estaban. Dicen que Bankia necesita 25.000 millones para estabilizarse. M¨¢s del doble de lo que se propon¨ªa con el pacto fiscal. La lamentable carta del Rey o el nuevo portazo de Rajoy, endulzado con la promesa de otra capa de pintura al maltrecho sistema de financiaci¨®n para el a?o que viene, confirman que no hay soluci¨®n en el actual orden institucional. La independencia se abre paso como soluci¨®n, aun cuando los interrogantes que la acompa?an sean tan grandes como el movimiento social que la sostiene. Las elecciones que se avecinan han de servir para ense?ar las cartas, discutir contenidos y mostrar las proporciones de cada quien. No pueden ser solo plebiscitarias. Pero, de lo que ya nadie puede dudar es de que la pol¨ªtica en el siglo XXI ha cambiado de tablero de juego y que las piezas de siempre no pueden solo remozar su apariencia. La gente exigir¨¢, con raz¨®n, concreciones y compromisos, y solo mantendr¨¢n su legitimidad maltrecha los pol¨ªticos, los partidos y las instituciones que sepan entender las exigencias de los nuevos tiempos. La democracia actualmente existente necesita ponerse al d¨ªa, y en Espa?a ello pasa por abrir un proceso constituyente y en Catalu?a por un refer¨¦ndum que permita que la gente se exprese con libertad sobre d¨®nde y de qu¨¦ manera quiere estar. No hay mucho tiempo para ninguna de las dos cosas.
Joan Subirats es catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica en la UAB.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.