La madurez seg¨²n Miguel
El cantante dio el ¨²ltimo tir¨®n en un concierto que son¨® a autohomenaje y complacencia
Aviso para navegantes: Bos¨¦ ha madurado. ?Y qu¨¦ hace un se?or que ha madurado?: pues recordar su pasado, regurgitarlo tal y como ¨¦l, en la atalaya de su edad, entiende la modernidad, envolver el producto en nostalgia, aludir a la supervivencia y servir el conjunto en un espect¨¢culo elegante. Esa es la madurez tal y como la entiende Bos¨¦, quien en el Sant Jordi evidenci¨® que no habr¨¢ un Papitrhree porque el chicle de sus ¨¦xitos ya no aguanta m¨¢s elongaciones. La noche del jueves dio el ¨²ltimo tir¨®n en un concierto que son¨® a autohomenaje y complacencia en un local que dist¨® del lleno.
Asunto madurez. Tuvo un triple ¨¢ngulo de manifestaci¨®n. El m¨¢s notorio es que el show, fundamentado en la desnudez del escenario y en una pantalla que dominaba toda su parte posterior a la misma altura que los m¨²sicos, se bas¨® en la parsimonia. Bos¨¦, movi¨¦ndose mayest¨¢tico como una Cleopatra postmoderna, encabezaba la evoluci¨®n de los m¨²sicos en coreograf¨ªas caminadas. Como alternativa a la agilidad no estuvo mal, como insinuaci¨®n de distinci¨®n, estilo y clase se qued¨® en ese terreno de lo pomposo que hace frontera con la ceremoniosidad autopar¨®dica. Segundo dato de la madurez vista por Bos¨¦: el vestuario. Colecci¨®n de prendas estampadas dignas de Fela Kuti en una despedida de soltero. El remate, zapatos bicolores perfil Spectator, de g¨¢nster, vaya. Ropa pues de persona que ya con cierta edad quiere demostrar que a¨²n es arriesgado, actual y rompedor. Cuesti¨®n de gustos. Tercer dato: los coros. Tres vocalistas de refuerzo para dar empuje a los tramos cantados.
Miguel Bos¨¦
POP
Miguel Bos¨¦
Palau Sant Jordi
27 Septiembre
?La m¨²sica?. Hubo varios guiones. El primero el bailable. Arreglos bum-bum de carpa veraniega que cristalizaron su quintaesencia en una Nena tan inacabable que en su conclusi¨®n la protagonista ya era canosa. Rock de trasfondo electr¨®nico para piezas como Sol forastero, Gulliver o ese Bamb¨² que cont¨® con Manuel Fuentes con chaleco y tejanos estilo hombre de verdad para apuntalar testosterona en medio de tanta vaporosidad. Otro gui¨®n: el ac¨²stico; todos sentaditos, menos teclista y bater¨ªa que quedaron excluidos porque sus instrumentos no son para tocar junto a una hoguera, para recuperar el tramo central de la memoria Te dir¨¦, Morir de amor, o Linda, que fueron maquilladas con arreglos de se?or mayor que encuentra fuera de lugar irse por las ramas de la adolescencia. Natural. A Creo en t¨ª le sentaron estupendamente. En el tramo final sofisticaci¨®n nocturna para Morena m¨ªa, Si t¨² no vuelves o Como un lobo, donde luci¨® androginia Bimba Bos¨¦. Final de fiesta con Te amar¨¦ y promesas de fidelidad eterna por parte de un Bos¨¦ que quiso parecer emocionado.
Temas paralelos: el discurso y los velos. Bos¨¦, fiel a su estilo, alent¨® a la concurrencia con mensajes de solidaridad, a los que sum¨® tras un resbaladizo ¡°a todos se nos est¨¢n yendo las manos¡± cr¨ªticas a la represi¨®n. Son¨® ya escuchado y con ese tono de solemnidad que no parece necesario cuando las palabras son dictadas por la intenci¨®n. Los velos fueron el remate, nunca mejor dicho pues flotaban por encima de los m¨²sicos, a un espect¨¢culo formalmente muy conseguido que acudiendo al minimalismo y al ahorro de recursos demostr¨® que con gusto se pueden conseguir grandes cosas. Incluso los velos flotantes fueron retirados en Puede que antes de que su concurso resultase reiterativo. En suma, un Bos¨¦ adulto que mir¨® a su carrera con la intenci¨®n de hallar en ella un trampol¨ªn para impulsarse a un futuro que por ahora no es tan vistoso como la americana que luci¨®.
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