Timbales en primer plano
La percusi¨®n, esa secci¨®n de la orquesta siempre relegada al fondo del escenario, obtuvo esta vez un puesto en primera fila. Se estrenaba en Espa?a el Concierto para dos timbaleros y orquesta, de Philip Glass. Luego, en la segunda parte, el Rachm¨¢ninov de las Danzas sinf¨®nicas, tambi¨¦n otorg¨® a la percusi¨®n una funci¨®n, si no solista, muy relevante. Hace poco (febrero de 2011), Daniel Barenboim reivindic¨® asimismo su importancia, haciendo que Pascual Balaguer, percusionista de la orquesta, se sentara junto al solista para tocar el tri¨¢ngulo, instrumento decisivo en el Allegretto del Concierto para piano y orquesta n¨²m. 1 de Liszt.
Orquesta de Valencia
Yaron Traub, director. Javier Eguillor y Julien Bourgeois, timbales.
Obras de Philip Glass y Sergu¨¦i Rachm¨¢ninov.
Palau de la M¨²sica. Valencia, 19 de octubre de 2012.
Javier Eguillor es un m¨²sico seguro que conjuga la fuerza con la precisi¨®n. Sus intervenciones con el timbal no se desv¨ªan nunca del punto justo donde ha de comenzar un redoble o hay que liquidar la resonancia, y la Orquesta de Valencia tiene en ¨¦l uno de sus puntales m¨¢s firmes. Esta vez, sin embargo, acomet¨ªa una complicada parte solista, con siete timbales a su cargo, magn¨ªficamente combinado con Julien Bourgeois, que manejaba cinco. Eso en primera fila, porque en la ¨²ltima hab¨ªa otros seis percusionistas. Entre ambos extremos, la cuerda y el viento. El virtuosismo desplegado por los dos timbaleros, tanto en la combinaci¨®n de ritmos como en la gama de colores que supieron ofrecer, fue soberbio. Como lo fue, tambi¨¦n, su capacidad para cantar con los timbales. La Orquesta de Valencia parec¨ªa sentirse a gusto y toc¨® con delicadeza y esp¨ªritu. El Philip Glass de esta obra ¡ªestrenada en Nueva York hace ahora 12 a?os¡ª lleg¨® bien a los oyentes, sin causar ninguna clase de problemas entre un p¨²blico que se muestra generalmente muy conservador. Se trata de una partitura f¨¢cil de escuchar, ya que se columpia entre un minimalismo suavizado y ese aire cinematogr¨¢fico que el compositor de Baltimore prodiga desde hace lustros. La cadenza que precede al ¨²ltimo movimiento, con los dos timbales en solitario, proporcion¨® a Eguillor y Bourgeois una ocasi¨®n inmejorable para el lucimiento de su t¨¦cnica y musicalidad. Luego, los aplausos de los asistentes obtuvieron una propina del compositor brandenburgu¨¦s Werner Th?richen, de quien se toc¨® un fragmento del Concierto para Orquesta, tambi¨¦n con ambos m¨²sicos en solo exhibiendo un buen cat¨¢logo de lo que sus preciosos instrumentos pueden llegar a conseguir.
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