¡°En Europa no hay tanto enchufismo¡±
Leticia Mart¨ªnez aspiraba a dise?ar redes de telefon¨ªa. pero la falta de oportunidades le envi¨® a Londres, donde se abre camino
Leticia Mart¨ªnez Ben¨¦itez, de 30 a?os, aspiraba a dise?ar redes de telefon¨ªa. So?aba con concebir sistemas para m¨®viles y circuitos. Se licenci¨® en Ingenier¨ªa de Telecomunicaciones en 2009 por la Universidad Polit¨¦cnica de Valencia (UPV). Empujada por el ¡°sufrimiento¡± de extenuantes jornadas de estudio en casa de 35 horas semanales, obtuvo una media de notable. Dominaba el ingl¨¦s, chapurreaba franc¨¦s y quer¨ªa comerse el mundo. En las aulas le vendieron que, con su formaci¨®n, el trabajo estaba garantizado. Cuando pis¨® por primera vez el Poli, la econom¨ªa crec¨ªa al 3%, la tasa de paro de los telecos rozaba el 4% y las empresas contrataban a los estudiantes en el pen¨²ltimo a?o de carrera.
El avance de la crisis invirti¨® las expectativas. Su primer contacto con el mercado laboral valenciano fue en 2010 y result¨® ¡°frustrante¡±. Las prometedoras ofertas se hab¨ªan transformado en puestos de comercial y empleos basura de 800 euros, que se quedaban en 500 tras descontar la cuota de aut¨®nomos y el transporte. ¡°Era descorazonador ver c¨®mo, tras tantos a?os de estudios duros, s¨®lo te ofrec¨ªan cosas rid¨ªculas¡±, recuerda.
Tras cuatro meses de entrevistas, consigui¨® un trabajo mileurista en una peque?a consultora de redes de Valencia. Alentada por la deriva econ¨®mica, decidi¨® emigrar. No ve¨ªa su futuro claro en la Comunidad. El a?o pasado se march¨® sola a Londres, donde no conoc¨ªa a nadie. Se convirti¨® en uno de los 16.159 valencianos desterrados por la crisis, seg¨²n el Instituto Nacional de Estad¨ªstica (INE). ¡°Decid¨ª buscarme la vida fuera, en Valencia ya sufr¨ª bastante¡±, admite esta joven, que encarna el perfil del expatriado cualificado: menos de 35 a?os, titulaci¨®n t¨¦cnica o cient¨ªfica, sin hijos, y con expectativas de hacer carrera en una compa?¨ªa, seg¨²n el ¨²ltimo informe de la empresa de selecci¨®n laboral Adecco.
El aterrizaje en la City fue complicado. La ciudad brit¨¢nica, con una tasa de paro del 8%, un tercio de la espa?ola, se convirti¨® en un front¨®n para una joven sin contactos. Alquil¨® un piso compartido con cuatro desconocidos por 500 euros en Finsbury Park, un distrito de clase media baja. Y comenz¨® a recorrer despachos para dejar su curr¨ªculo. El empleo de teleco no llegaba. Y la joven extravertida y con don de gentes decidi¨® buscarse la vida para cubrir gastos. Trabaj¨® como dependienta en los grandes almacenes Harrods (1.150 euros mensuales) y sirvi¨® caf¨¦s en un bar (1.300). No se le cayeron los anillos.
Superado el periplo de la hosteler¨ªa, que recuerda como una experiencia divertida que le reforz¨® su ya excelente ingl¨¦s, encontr¨® un empleo en una consultor¨ªa de telecomunicaciones de Londres dedicada instalar centralistas de telefon¨ªa. Cobraba 1.900 euros al mes, un salario bajo para una ingeniera brit¨¢nica pero lo suficientemente reconfortante para recuperar la ilusi¨®n por su vocaci¨®n. Trabaj¨® duro, pero no le renovaron el contrato trimestral. Sin embargo, la experiencia adquirida le catapult¨® hace un mes a fichar en una de las sedes en Londres de la consultora Ernst&Young, que figura entre las mejores empresas para trabajar, seg¨²n distintas publicaciones. Se dedica a programar aplicaciones para tel¨¦fonos m¨®viles. Conf¨ªa en que dentro de tres meses le renueven el contrato y le suban el sueldo de 1.700 euros que percibe. Se siente feliz.
Leticia, como un tercio de sus amigos del Poli, es una expatriada por la crisis. Y no piensa regresar a la Comunidad en los pr¨®ximos a?os. Sostiene que en Europa se valora m¨¢s el talento, la competencia se concibe como una evoluci¨®n positiva entre compa?eros y las compa?¨ªas invierten en formaci¨®n. ¡°No hay tanto enchufismo y las recomendaciones sociales se entienden como red de contactos¡±, relata.
A fuerza de sus circunstancias, la ingeniera ha recordado el comentario que le hizo hace una d¨¦cada uno de sus profesores de la universidad, que defin¨ªa los vaivenes laborales de los telecos como una evoluci¨®n de picos y valles. Tras su ¨¦xodo de Espa?a, Leticia enfila un pico de trabajo.
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