La huelga y las elecciones
La jornada de protesta es una invitaci¨®n a poner la crisis econ¨®mica en el centro del debate
La pausa en la campa?a electoral provocada por la huelga general contra la pol¨ªtica econ¨®mica de la Uni¨®n Europea y los gobiernos de Espa?a y Catalu?a quiz¨¢ contribuya a que algunos ciudadanos reflexionen sobre cual es el car¨¢cter a las elecciones del d¨ªa 25. El Gobierno de Artur Mas y su partido las han adelantado dos a?os para convertirlas en un plebiscito sobre la soberan¨ªa de Catalu?a, o sobre el derecho de Catalu?a a ser soberana, o a decidir si quiere serlo. El partido independentista al que CiU ha robado el programa m¨¢ximo, Esquerra Republicana (ERC), sigue a Mas en esta apuesta. ?C¨®mo no iba a hacerlo? Pero todos los otros partidos denuncian una y otra vez que, en realidad, el plebiscito en que CiU y ERC pretenden convertir las elecciones, es un subterfugio para evitar que los ciudadanos rechacen en las urnas la fracasada pol¨ªtica econ¨®mica neoliberal aplicada por Mas. Y por el PP de Mariano Rajoy en toda Espa?a.
No solo la jornada de huelga induce a recapacitar. La inflaci¨®n interanual se ha situado en el 4% en Catalu?a, medio punto porcentual m¨¢s que el promedio espa?ol, mientras el Gobierno da a entender con su silencio que las pensiones no van a recuperar esa p¨¦rdida de capacidad adquisitiva. La sociedad espa?ola y catalana asisten estupefactas desde hace un par de a?os al goteo, acrecentado estos d¨ªas, de tragedias familiares provocadas por los desahucios en que ha derivado la burbuja inmobiliaria. La tasa de paro est¨¢ en el 22% en Catalu?a, el 25% en Espa?a. Y subiendo, a caballo de una legislaci¨®n laboral, la impulsada PP y CiU, que deja a los trabajadores literalmente inermes ante las empresas.
Los sondeos apuntan que el porcentaje de indecisos es todav¨ªa muy alto. Y que la proporci¨®n es m¨¢s grande entre potenciales electores de izquierdas. Lo m¨¢s probable es que muchos de ellos duden, precisamente, por que no acaban de dilucidar muy bien si se hallan de verdad ante un plebiscito en el que no est¨¢n interesados. En cualquier caso, a estas alturas est¨¢ ya muy claro que, encantado por haber recibido tan inesperado regalo, el PP ha recogido el guante y, como Mas y CiU con la se?era, se ha envuelto tambi¨¦n en la bandera y se ha lanzado a discutir sobre soberan¨ªa, naci¨®n, etc¨¦tera, etc¨¦tera. Artur Mas le ha hecho ahora al PP de Rajoy el mismo tipo de favor que en 2004 le hizo el PP de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar a la ERC de Josep Llu¨ªs Carod: le convirti¨® en el protagonista del debate pol¨ªtico dando a conocer que se hab¨ªa entrevistado con dirigentes de ETA. El resultado fue que ERC bati¨® de sobras su r¨¦cord electoral.
CiU y el PP aspiran ahora a lo mismo: a que el debate sobre banderas les empuje al alza en las urnas. As¨ª ser¨¢, salvo que otros electores sean movidos a la acci¨®n en sentido contrario por las reflexiones de la jornada de huelga general sobre la inflaci¨®n, el alza de precios, los recortes de salarios, el constante aumento del ¨ªndice de paro, el deterioro de los servicios sociales y el anuncio de que 40.000 millones euros de dinero p¨²blico ir¨¢n a parar en diciembre a los bancos quebrados por el estallido de la burbuja inmobiliaria. Todas estas cosas de las que, en tanto que partidos gobernantes, son ahora mismo igualmente corresponsables las dos fuerzas nacionalistas que debaten sobre banderas.
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