?Habla, memoria! (pero sin enga?ar)
Julian Barnes reflexiona sobre las trampas de los deseos y la reconstrucci¨®n que hacen las personas de sus recuerdos en la novela ¡®El sentido de un final¡¯
A lo mejor, nuestra vida no es nuestra sino la historia que acabamos explicando de ella, algo relatado m¨¢s pensando en nosotros mismos que en los dem¨¢s; quiz¨¢ pasamos por ella solo sumando o restando, sin ton ni son, nunca multiplicando; y el resultado de todo ello suele acabar siendo que hay un abismo entre lo que quer¨ªamos ser, lo que so?amos, y lo que acabamos siendo... o provocando en los dem¨¢s. Parte de culpa de esta situaci¨®n la tiene la memoria, una facultad en realidad limitada a impresiones, seguramente a lo m¨¢ximo que podemos aspirar¡
Todo eso piensa o acaba deduciendo el resignado Tony, alguien que, admite, ¡°me hab¨ªa conformado con dejarme vivir¡±, hasta que un episodio del pasado vinculado a un compa?ero de su pandilla de instituto remueve las condescendientes aguas de su memoria. Tony, en el fondo, no deja de ser el ventr¨ªlocuo de las reflexiones (?quiz¨¢ estado de ¨¢nimo?) del gran Julian Barnes en su ¨²ltima (und¨¦cima) novela de pinceladas autobiogr¨¢ficas, El sentido de un final (Anagrama; edici¨®n en catal¨¢n de Angle); como es deducible, tan bella y densa como breve novela que, merecidamente, obtuvo el codiciado Premio Man Booker.
Barnes (Leicester, Inglaterra, 1946) admite que esta es de las pocas obras, junto a Nada que temer, en la que ha dejado alg¨²n jir¨®n de piel. ¡°Todo empez¨® con una discusi¨®n larga, por correo electr¨®nico, entre mi hermano, fil¨®sofo afincado en Francia, y yo sobre la memoria: ¨¦l cree que los recuerdos son mayormente falsos, construcciones; yo defend¨ªa que eran verdaderos, fiables; tras escribir el libro y hablar con ¨¦l he dudado de la memoria; y sobre ello reflexiona el protagonista, ya en los 60 a?os, de transcurrir tranquilo, para quiz¨¢ concluir eso, que nuestra vida no es nuestra vida sino la historia que hemos explicado sobre ella; s¨ª, cada vez m¨¢s desconf¨ªo de mi memoria¡±.
¡°Cada vez m¨¢s desconf¨ªo de mi memoria¡±, dice el escritor ingl¨¦s
El otro anclaje vital de la obra es un joven que Barnes conoci¨® de estudiante, inteligent¨ªsimo como su apellido, Brilliant, al que perdi¨® el rastro. ¡°Imagin¨¦ muchas veces c¨®mo deb¨ªa ser su vida y cuando tuve 50 a?os me encontr¨¦ con un conocido com¨²n y le pregunt¨¦ por ¨¦l y me dijo que se hab¨ªa suicidado; yo me hab¨ªa estado imaginando la vida de alguien que llevaba muerto hac¨ªa 25 a?os¡±.
Sobre esas dos premisas, Barnes, cara un poco triste pero ir¨®nico y afable en su paso por Barcelona, donde ayer intervino en el ciclo Converses a La Pedrera, trenza una historia donde reivindica la memoria y la responsabilidad de los actos de uno en la vida, francamente dos valores a la baja. ¡°S¨ª, demasiado a la baja; el tema de la responsabilidad me inquieta: pasamos por la vida de una persona a otra, de una cosa a otra y de un acontecimiento a otro, creyendo construir una vida coherente, acumulando material como una barrera de coral; pero a veces ocurre algo que hace que nos replanteemos las cosas y eso nos hace ver que no acabamos de entender nuestros actos y, en consecuencia, acabamos por no asumir ni entender nuestras responsabilidades¡±.
¡°No entendemos nuestros actos y, por tanto, no asumimos responsabilidades¡±
Si bien admite que El sentido de un final tuvo unos inicios que por personajes y tem¨¢tica pod¨ªan haberla llevado a ser una secuela de su primera novela, Metrolandia, desmiente categ¨®rico que sea su respuesta a la mirada de la revoluci¨®n sexual de los a?os sesenta que ya han reflejado sus dos colegas de escuadra literaria, Martin Amis e Ian McEwan. ¡°La mayor¨ªa de la gente no vivi¨® los a?os sesenta, aquel lema de sexo, drogas y rock & roll, hasta bien entrados los setenta; de hecho, la gente de los sesenta viv¨ªa como en los cincuenta¡±, admite un hombre no especialmente obsesionado con la muerte, espectro en cambio asiduo en la obra. ¡°Forma parte inevitable del contrato que hacemos al nacer, pero que no queremos ver¡±, dice el autor de El loro de Flaubert, autor que le sirve para abordar el tema del independentismo. ¡°El mejor momento de la historia es cuando todo se colapsa porque significa que algo nuevo est¨¢ a punto de nacer¡¯, dec¨ªa¡ En Escocia vivimos algo parecido; yo no creo en la virtud eterna e inmutable de los Estados; si la mayor¨ªa de la gente lo quiere, me parece bien, pero s¨ª fijar¨ªa una votaci¨®n en la que la independencia se impusiera por dos tercios de los votos y para ratificarlo har¨ªa dos convocatorias distintas en cinco a?os para huir del cortoplacismo interesado de los pol¨ªticos¡±.
Barnes, previsor, m¨¢s partidario de Edith Warton que de Henry James, ten¨ªa preparada esa cita de Flaubert, que ha utilizado en un libro que tiene, en otro nivel de lectura, esa dislocaci¨®n entre lo que queremos ser y lo que acabamos siendo. ?Consigui¨® saltarla ¨¦l? ¡°En la novela, hay un abismo entre lo que los personajes han sido y lo que hab¨ªan so?ado; en cuanto a m¨ª, si, como escritor, hace 25 a?os me hubieran preguntado si creer¨ªa que estar¨ªa aqu¨ª con toda la obra hecha, dir¨ªa que he superado mis expectativas; sobre las personales, ha sido quiz¨¢ mucho m¨¢s intenso, pero corramos un tupido velo¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.