Arriesgada apuesta vencedora
Es la historia del precio que se paga por querer vivir en el otro mundo
Los cuentos de hadas y brujas suelen ser ¡ªapenas disimuladas¡ª terribles historias de angustia, soledad y miedo y bajo ellas laten, recubiertos solo por una fina piel de cultura, nuestros "lados oscuros", nuestros deseos m¨¢s desordenados ajenos a cualquier moral. Por eso es tan educativo y necesario contar estas historias a nuestros hijos desde temprana edad para que puedan dar nombre y forma a sus miedos y crezcan sanos.
Rusalka, basada entre otras fuentes en el cuento de La Sirenita de Andersen, es la historia de la ondina que, por amor y con tr¨¢gicas consecuencias, decide ser humana. Es evidente que cuando Anton¨ªn Dvor¨¢k, cuatro a?os antes de morir, empleo todo su cacumen en la composici¨®n de Rusalka no ten¨ªa la menor intenci¨®n de contarnos un cuento de hadas y sab¨ªa que estaba poniendo m¨²sica a la historia del precio que se paga por querer vivir en "otro mundo" en donde queremos creer que nuestros deseos se har¨¢n realidad. Rusalka es carne de div¨¢n y en esa direcci¨®n apunta la producci¨®n de esta espl¨¦ndida ¨®pera que el Liceo present¨® en su escenario tras casi medio siglo de ausencia.
Rusalka
De Anton¨ªn Dvor¨¢k. Klaus Florian Vogt, tenor. Emily Magee, soprano, Camilla Nylund, soprano. G¨¹nther Groissb?ck, bar¨ªtono. Ildik¨® Koml¨®si, mezzosoprano. Vanessa Goikoetxea, soprano. Young Hee Kim, soprano. Nona Javakhidze, mezzosoprano. Orquestra Simf¨°nica del Gran Teatre del Liceu. Cor del Gran Teatre del Liceu. Andrew Davis, direcci¨®n musical. Stefan Herheim, direcci¨®n esc¨¦nica. Coproducci¨®n del Th¨¦?tre de la Monnaie (Bruselas) y Oper Graz. Barcelona, 22 de diciembre.
Firmada esc¨¦nicamente por el director noruego Stefan Herheim esta Rusalka desplaza su centro de atenci¨®n a un personaje en principio secundario, Vodn¨ªk, el genio de las aguas, aqu¨ª convertido en un hombre atrapado en una vida anodina y un matrimonio asfixiante. Todos los personajes de la obra, incluida la propia Rusalka, se convertir¨¢n en este montaje en los fantasmas de los deseos, las represiones y los miedos de Vodn¨ªk que, en pleno desvar¨ªo psic¨®tico, acabar¨¢ asesinando a su propia esposa.
La producci¨®n es brillant¨ªsima esc¨¦nicamente, un alarde de tecnolog¨ªa esc¨¦nica aplicada a un decorado hiperrealista que inmediatamente evoluciona hacia un mundo de alucinaci¨®n con ecos dalinianos. La direcci¨®n de actores, excepto en el inicio del segundo acto en que qued¨® confusa, se basa en una meticulosa gestualidad "coreogr¨¢fica" que, muy acertadamente, nace de la partitura y no del libreto. En lo conceptual, la arriesgada apuesta de Herheim no est¨¢ exenta de alg¨²n problema de exceso como los postizos esteatopigios de las mujeres del coro que introduc¨ªan una innecesaria dimensi¨®n fallera y carnavalesca al asunto y no est¨¢ libre, tampoco, de un poco de aquel pedantesco tufillo did¨¢ctico propio de directores j¨®venes e inteligentes.
La apuesta, sin embargo, es vencedora pues, en el fondo, es tremendamente coherente y genuinamente teatral. No opin¨® as¨ª una importante parte del p¨²blico que al final abuche¨® sonoramente la obra mientras la otra mitad del teatro la aplaud¨ªa. Hac¨ªa tiempo que en el Liceo no se produc¨ªa una divisi¨®n de opiniones tan marcada y radical.
Musicalmente, tanto en lo vocal como en lo instrumental, en la noche del estreno la obra fue en general de menos a m¨¢s y acab¨® casi en la excelencia gracias, esencialmente, a la excelente labor desde el foso de Andrew Davis que supo equilibrar la orquesta y fue transmitiendo confianza a los cantantes.
G¨¹nther Groissb?ck se desempe?¨® bien como Vodn¨ªk, en el segundo acto brill¨® vocalmente y esc¨¦nicamente supo asumir a gran nivel el reto de ser el centro dram¨¢tico de la obra. La soprano finlandesa Camilla Nylund, Rusalka, que debutaba en el Liceo, no pudo dar el relieve necesario a su bella Canci¨®n de la luna del primer acto pero se fue afianzando y termin¨® imponi¨¦ndose a una partitura exigente. Klaus Florian Vogt, en el papel de un pr¨ªncipe que en esta producci¨®n es un alter ego de Vodn¨ªk, tambi¨¦n acab¨® en plenitud pero sufriendo un poco en la zona alta. Emily Magee y Ildik¨® Koml¨®si, la princesa extranjera y la bruja Jeibaba, respectivamente, que en esta producci¨®n son, junto con Rusalka, encarnaciones diversas de una ¨²nica mujer, exhibieron compromiso esc¨¦nico y suficiencia, pero no m¨¢s, en lo vocal. Bien el tr¨ªo de ninfas, bien los comprimarios e irregular el coro.
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