¡°Estamos en un campo de refugiados¡±

"Es como si estuvi¨¦ramos en un campamento de refugiados. Al inicio nos daban bocadillos y el domingo empezaron a darnos de comer caliente. Me apena estar aqu¨ª en Navidades. El conjunto es triste, ves a la gente y¡­ ch¨¦. Sientes muchas cosas, pero lo peor es el miedo al futuro¡±. Quien habla es una diplomada en Sociolog¨ªa en la treintena alojada entre camas y literas en mitad de la cancha del Polideportivo de Ciudad Jard¨ªn, en un barrio del norte de Alicante. Laura (as¨ª pide que la llamemos por verg¨¹enza y ¡°porque significa victoria¡±) es una m¨¢s entre las 60 familias que tuvieron que abandonar sus casas en el barrio de Nou Alcorecha, afectado por la marginalidad, por peligro de derrumbe.

El Patronato de la Vivienda ha calculado que antes de febrero habr¨¢ realojado a las 22 familias que considera ¡°legales¡±, propietarios e inquilinos en regla. Al resto, okupas y familias de ¡°excluidos¡± les han ofrecido 2.400 euros para buscar un alquiler.

¡°Esto se sobrelleva si es temporal pero no saber nada es terrible¡±, dice confundida por ser ¡°tratada como una mierda¡± por la Polic¨ªa Local y por no saber si podr¨¢ ser realojada o si est¨¢ en la lista de quienes podr¨¢n serlo. Empadronada e inquilina en el piso del padre de su novio, a¨²n no le han ofrecido posibilidad alguna y cuando insisti¨® ¡°me dijeron, t¨² al pabell¨®n y despu¨¦s a buscarte la vida¡±. Eso ocurrir¨¢, si nada cambia, el 23 de enero con el desalojo del polideportivo.

Desde la semana pasada, Laura se ha levantado como todos sobre las 7.30 para a las 9.30 estar en la calle como le han ordenado autoridades municipales. Hasta las cinco de la tarde, deambula por la calle. A esa hora ya puede regresar al polideportivo para ducharse. ¡°En Navidad nos dejan estar todo el d¨ªa en el polideportivo¡±, comenta, ¡°algo es algo¡±.

En un comedor social de la zona norte, Juana Amador dice que se ha plantado: ¡°Yo he rechazado el dinero¡±, dice mientras ojea un parte de Urgencias: ¡°He tenido que llevar al ni?o, lleva todo el d¨ªa vomitando¡±. Su historia es distinta de la de Laura: ¡°Un okupa nos alquil¨® el piso desde el 2008, pero en el 2010 desapareci¨® y hemos seguido all¨ª, estamos empadronados. No somos ricos pero tampoco salvajes. Tenemos un puesto en el Mercado de Carolinas y pagamos impuestos. En C¨¢ritas me han dicho que interceder¨¢n, saben que tengo la casa limpia, que mis seis ni?os no faltan al colegio¡±. Los ni?os berrean o juegan ajenos al mundo adulto, pero la escena es triste. ¡°Mi marido ha grabado un v¨ªdeo¡±, contin¨²a Juana, ¡°que la gente ponga en internet se vive peor que en la calle y ver¨¢n. Perdona¡±, se atraganta, ¡°no quiero llorar pero...¡±.

Laura tambi¨¦n parece una persona angustiada. Empez¨® a caer en 2008 ¡°sin verlo¡±, podr¨ªa ser cualquiera. ¡°Estoy limpia de drogas, nunca he delinquido. No he sido ni barriobajera. Yo no s¨¦ buscarme la vida en este ambiente¡±, explica: ¡°Quiero remontar mi vida, pero es dif¨ªcil. No hablan conmigo¡±, dice quien desde los 16 a?os ha sido crupier, cuidadora, profesora de espa?ol o comercial de telefon¨ªa. ¡°Nos dijeron los del Patronato que no iban a tener en cuenta de qui¨¦n es la casa, sino las personas que viv¨ªan en ella y su situaci¨®n¡±, dice. Y est¨¢ sola por Navidades: ¡°El lado bueno es que la comunidad est¨¢ m¨¢s unida que nunca¡±.