?Abierto o cerrado?
"El camino hacia una mayor libertad no tiene vuelta atr¨¢s"
El debate sobre los horarios comerciales ha marcado casi tres d¨¦cadas de la historia de la regulaci¨®n del comercio en nuestro pa¨ªs. Los intereses en juego han capturado a los reguladores ¡ªel Estado y las Comunidades Aut¨®nomas¡ª en un tira y afloja continuo. Ha sido un debate apasionado aunque falto de evidencias emp¨ªricas contundentes sobre si m¨¢s libertad horaria supone efectos netos positivos para el empleo, que es hoy el principal problema de nuestra econom¨ªa.
El comercio es un sector extremadamente competitivo. La microempresa y el aut¨®nomo generan un tejido econ¨®mico muy capilar, imbricado en la ciudad y en el territorio, muy diverso, sensible y fr¨¢gil, que aporta calidad de vida y compite con formatos comerciales de gran dimensi¨®n y cadenas globales. Es, adem¨¢s, un amortiguador social y econ¨®mico en tiempos de crisis como los que hoy sufrimos.
Parad¨®jicamente, la regulaci¨®n de los horarios comerciales en nuestro pa¨ªs ha estado orientada a restringir la libertad de aquellos que quer¨ªan usarla ampliamente y en conceder una libertad administrada y limitada a los que de facto no estaban interesados en usarla. Las Comunidades Aut¨®nomas han ejercido sus competencias en comercio interior limitando horarios, pero abriendo cada vez m¨¢s la mano con m¨¢s festivos h¨¢biles, zonas tur¨ªsticas y excepciones a las normas estatales. El argumento ha sido siempre la defensa y protecci¨®n del modelo comercial aut¨®ctono basado en el peque?o comercio. Esta idea ha calado hondo. La crisis ha revelado que m¨¢s libertad horaria puede ser tambi¨¦n un instrumento de pol¨ªtica econ¨®mica para reactivar el consumo, incrementar el gasto tur¨ªstico o asociar las compras con el ocio.
Algunos comerciantes pueden seguir instalados en la convicci¨®n de que les ir¨¢ mejor si los dem¨¢s cierran cuando ellos cierran o que cuando ellos cierran y otros abren sus clientes les abandonar¨¢n por la competencia. Pero este razonamiento, leg¨ªtimo y respetable, no invalida que evolucionamos hacia una mayor libertad horaria que significar¨¢ un reposicionamiento de algunos modelos de negocio y la incorporaci¨®n del horario como un servicio m¨¢s flexible y singular de cada establecimiento. El camino hacia una mayor libertad no tiene vuelta atr¨¢s.
Sin consumo no hay comercio y sin comercio no hay ciudad. El comercio es una actividad que aporta vitalidad, comodidad y habitabilidad a la ciudad. El modelo de comercio urbano europeo, y singularmente nuestro modelo mediterr¨¢neo, seguir¨¢ imbricado en el espacio urbano, abierto a la calle y unido de forma compleja a la vida, la movilidad, la residencia y el ocio. Y este modelo est¨¢ en juego en la planificaci¨®n territorial y la sostenibilidad del crecimiento urbano y no en m¨¢s limitaciones horarias.
La raz¨®n de ser del comercio es que los consumidores est¨¦n dispuestos a adquirir bienes y servicios en los diferentes puntos de venta (ahora, tanto off-line como on-line) y que gasten parte de sus ingresos en ellos porque los consideran necesarios o deseados y suficientemente atractivos en precio, surtido, calidad, localizaci¨®n o servicio. La decisi¨®n de qu¨¦, d¨®nde, c¨®mo y cu¨¢ndo comprar corresponde al ¨¢mbito de la libertad individual y cada consumidor aspira a ampliar esa capacidad de elecci¨®n leg¨ªtimamente. Del mismo modo, la decisi¨®n de abrir o cerrar debe corresponder al ¨¢mbito de la libertad empresarial. M¨¢s libertad horaria no significa que los establecimientos tengan que optar por ampliar sus horarios irremediablemente sino que deben adecuar este servicio a la demanda real y potencial favoreciendo su disponibilidad en el tiempo en que sus clientes lo piden.
El comercio minorista en todos sus formatos y tama?os en la Comunidad Valenciana solo supone un 30% del gasto medio por persona y a?o en bienes y servicios, unos 3.253 euros de los 10.672 euros del gasto total por consumidor. Todos los comercios, grandes o peque?os, compiten por hacerse con parte de ese trozo del pastel que cada vez es m¨¢s peque?o porque hay m¨¢s comensales y la renta disponible, que es la tarta, cae. A m¨¢s horario, m¨¢s oportunidades se les prestan a los consumidores para dirigir su gasto al comercio en competencia con otros servicios y negocios que permanecen abiertos mientras que el comercio est¨¢ cerrado. La restauraci¨®n o el ocio es un claro ejemplo. ?Abierto o cerrado? Que decida cada comerciante y no se decida por ¨¦l.
Agust¨ªn Rovira Lara es economista.
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