El circo

Apuestas como las de Zheijang no contribuyen al prestigio de la ¨®pera valenciana: un nivel tan bajo en cuanto a sonoridad, concepto y payasadas m¨²ltiples, no se hab¨ªan visto a¨²n en el Palau de les Arts. Se empez¨® por un Beethoven (?el de la S¨¦ptima!) del que ni instrumentistas ni director parec¨ªan haber comprendido un solo comp¨¢s, ¨¢cido, con un raro fraseo, brusquedades en los ataques, trayectoria divagante y turbio color. El sonido chirriante, especialmente en los vientos, y la confusi¨®n, por parte de la batuta, en cuanto a la importancia de los planos puestos en juego, contribuyeron al destrozo de la que es, quiz¨¢s, una de la m¨¢s bellas partituras de la historia. Ciertamente, los m¨²sicos chinos eran muy j¨®venes y Beethoven, seguramente, les resulta lejano en cuanto a cultura interpretativa. Pero tambi¨¦n es cierto que nadie les obliga a tocarlo si todav¨ªa no est¨¢n a punto. M¨¢s grave parece, desde luego, que les contrate quien, sin duda alguna, conoce perfectamente los m¨ªnimos que requiere el m¨²sico de Bonn.

En la segunda parte se ejecutaron obras de compositores chinos que combinaban alg¨²n instrumento folkl¨®rico con una orquesta y una concepci¨®n b¨¢sicamente occidentales, tratando de conseguir acentos aut¨®ctonos que rara vez se sobrepon¨ªan al pastiche y a edulcoradas atm¨®sferas costumbristas. Con una excepci¨®n: Xu Hui, como int¨¦rprete del erhu (un tradicional instrumento de arco chino), toc¨® con una intensidad expresiva y una delicadeza que salvaron barreras de espacio y de cultura, siendo su intervenci¨®n la ¨²nica por la que vali¨® la pena asistir al concierto. Un concierto que continu¨® con dimensiones cada vez m¨¢s circenses, y que tuvo como colof¨®n un bis de Carmen y otro de Turandot, palmeados con furor por un p¨²blico al que, en su inmensa mayor¨ªa, parec¨ªan haberles regalado las entradas, y que se mostraba tan enloquecido como la orquesta y el director. Acabaron todos de pie y encantados por lo que acababan de tocar, o¨ªr o palmear, y proporcionaron una lamentable imagen sobre el auditorio donde, s¨®lo un mes antes, pudo disfrutarse una resplandeciente Novena de Beethoven, recreada por su orquesta titular y Riccardo Chailly, ambos en estado de gracia.

Para acabar, la pregunta del mill¨®n: ?cu¨¢nto se ha pagado a la Orquesta de Zheijang por este circo?