La imagen de la marca Espa?a
"Tampoco es posible comprender el deterioro de la imagen actual de la marca Espa?a sin contemplar el impacto internacional de la corrupci¨®n pol¨ªtica"
El gobierno espa?ol ha creado el Alto Comisionado para la Marca Espa?a con objeto de impulsar, mejorar, reorientar y defender la imagen de nuestro pa¨ªs. Al frente de este ¨®rgano, con categor¨ªa administrativa de secretar¨ªa de Estado, se ha nombrado a Carlos Espinosa de los Monteros, marqu¨¦s de Valtierra, acreditado y reconocido ejecutivo que ha presidido diferentes firmas a lo largo de su fruct¨ªfera vida empresarial. El objetivo del Alto Comisionado es rentabilizar las intervenciones en el exterior de otros tantos organismos, como son los casos del ICEX, de Turespa?a o del Instituto Cervantes, propiciando la mayor eficiencia p¨²blico-privada allende nuestras fronteras. En intervenciones del Comisionado en distintos foros ha explicado su cometido y la conveniencia de transmitir una imagen s¨®lida y competitiva de Espa?a, como condicionantes de la recuperaci¨®n de los males que acechan a Espa?a: una econom¨ªa que debe ser corregida, atrasos hist¨®ricos que no se han sabido superar y ciertos secesionismos territoriales muy da?inos para la imagen exterior. Sin embargo, la imagen de Espa?a, m¨¢s all¨¢ de los Pirineos, se ve tanto o m¨¢s afectada por otros aspectos en los que a priori a¨²n no se ha detenido el Alto Comisionado.
La imagen de Espa?a se ha devaluado como consecuencia de una controvertida gesti¨®n econ¨®mica de la crisis, como lo acredita una tasa de crecimiento del PIB negativa, una renta familiar disponible regresiva y un desempleo asfixiante, ante lo cual el ejecutivo espa?ol se debate entre la decisi¨®n de solicitar o no el temido rescate que al parecer precisan sus finanzas. En consecuencia, la imagen de Espa?a se encuentra da?ada por el empobrecimiento galopante de su clase media; por los niveles de exclusi¨®n social, que avanzan a pasos agigantados aflorando una pobreza incontestable en su poblaci¨®n; por la disparatada tasa de paro que sume en la desesperaci¨®n a sus ciudadanos y a los m¨¢s j¨®venes los convierte en emigrantes si est¨¢n cualificados o sencillamente en marginados si no lo est¨¢n; por una prima de riesgo desbocada que hipoteca la recuperaci¨®n econ¨®mica y que nos relega en los ¨®rganos de decisi¨®n europeos; por un clima social desfigurado hasta niveles desconocidos; por los desahucios que se ejecutan a diario y que transmiten a Europa la imagen del caos social m¨¢s inexplicable; o por una pol¨ªtica sanitaria que amenaza a uno de nuestros m¨¢s reconocidos baluartes del bienestar social.
Unido a lo anterior se encuentran las continuas reordenaciones del sistema educativo que nos alejan de Europa; la ca¨ªda peligros¨ªsima e irrecuperable de la inversi¨®n en I+D+i que nos env¨ªa al furg¨®n de cola europeo en conocimiento; las manifestaciones de numerosos sectores sociales, destacando las de la justicia pidiendo que no se expulse a la ciudadan¨ªa, v¨ªa tasas, de un derecho constitucional que peligra en estos momentos; los reiterados zarpazos a los funcionarios en m¨²ltiples vertientes hasta convertirlos en chivos expiatorios de muchos males m¨¢s all¨¢ de lo razonable, en tanto que estos parecen aguantarlo todo.
Tampoco es posible comprender el deterioro de la imagen actual de la marca Espa?a sin contemplar el impacto internacional de la corrupci¨®n pol¨ªtica que asedia a nuestro pa¨ªs hasta convertirse en un problema de estado, que nos retrotrae a las rep¨²blicas bananeras que nos parec¨ªan lejanas y distantes de nosotros hace tan solo unos lustros. Como no contribuye a la imagen europea y democr¨¢tica de Espa?a las cargas policiales indiscriminadas y penosamente justificadas que, gracias a las redes sociales se ven en todo el mundo, mientras que desde aqu¨ª y como toda soluci¨®n se intenta impedir que se graven los excesos policiales, constituyendo un ejemplo se?ero las im¨¢genes que reflejan la experiencia de algunos adolescentes que cuando tratan de evitar el foco ¨¢lgido de una manifestaci¨®n cualquiera, se les persigue con sa?a hasta que la conducta injustificable de los antidisturbios de turno es afeada por ciudadanos nada sospechosos de gamberrismo. Aunque debe enfatizarse que una cosa son las especializadas y reconocidas divisiones policiales y otra los antidisturbios, pues para ser de antidisturbios, como dice un amigo m¨ªo: T¡¯ha d¡¯agradar.
De la misma manera no contribuye a la buena imagen de la marca Espa?a la falta de asistencia social; el incumplimiento de la Ley de Dependencia; los impagos de la administraci¨®n a los proveedores y a los beneficiarios de ayudas p¨²blicas; la exclusi¨®n de los inmigrantes cuando no su explotaci¨®n laboral; la fuga de capitales que alcanza cifras fascinantes ya, demostrando la desconfianza de los m¨¢s pudientes hacia su pa¨ªs, incluso algunos ¡°embajadores¡± de la marca Espa?a desplazan sus domicilios fiscales a otros lugares o ya los ten¨ªan en para¨ªsos fiscales in illo t¨¦mpore; los empresarios farsantes y defraudadores; la burbuja inmobiliaria alentada por banqueros corruptos excelentemente indemnizados y prejubilados; la amnist¨ªa fiscal a los que se pueden permitir defraudar, que son una minor¨ªa no asalariada; o los indultos a polic¨ªas torturadores y a objetores de la m¨¢s elemental legalidad cuyos excesos han sido judicialmente penados, al tiempo que se le niega el indulto a pobres parias plena y contrastadamente reintegrados en la sociedad.
Y as¨ª son tantos y tantos los frentes abiertos que no es posible pensar que la marca Espa?a y la imagen que se trata de promover sea tarea f¨¢cil. Dicha imagen tiene que basarse en la honradez de los millones de espa?oles que est¨¢n aguantando estoicamente el chaparr¨®n de la crisis y las decisiones ultraliberales de aquellos gobernantes que han confiado toda su fuerza a los dict¨¢menes del exterior, sin defender como objetivo primario y estrat¨¦gico el bienestar de la ciudadan¨ªa que est¨¢ siendo malbaratado a diario y con visos de continuar agrav¨¢ndose.
Quienes efectivamente s¨ª est¨¢n contribuyendo a posicionar internacionalmente la marca Espa?a son los ciudadanos an¨®nimos que donan ¨®rganos, los que ayudan a evitar los desahucios y quienes con su tes¨®n solidario hacen m¨¢s f¨¢cil la vida de los m¨¢s desamparados. Junto a ellos se encuentran en el haber de nuestra imagen los deportistas que pasean por el mundo la mejor sensaci¨®n de Espa?a, muchos de nuestros artistas en diferenciadas manifestaciones y algunas empresas que tit¨¢nicamente contribuyen a la credibilidad de nuestro pa¨ªs, pero ciertamente los aspectos positivos tienen un impacto menor que los negativos en la mente y percepci¨®n de los evaluadores de Espa?a. De ah¨ª, la necesidad de luchar por rehacer la imagen combatiendo sobre todo lo que m¨¢s la da?a y eso est¨¢ al alcance de la sociedad que deber¨¢ ser mucho m¨¢s exigente con sus representantes pol¨ªticos y con los empresarios, y en especial con los directivos bancarios culpables principales de la mayor parte del descalabro moral y econ¨®mico en el que han sumido a Espa?a y del que la ciudadan¨ªa numantinamente trata de recuperarse, aunque esta es una tarea de mucho m¨¢s calado que la funci¨®n epistolar del Alto Comisionado de la Marca Espa?a que tan s¨®lo afronta una parte del gran problema.
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