La hora del cambio
Rajoy tiene dos opciones: la numantina, que es la que ha escogido, o la apertura consensuada de un verdadero proceso de cambio
?Cu¨¢l es la prioridad para Rajoy, salvarse ¨¦l o salvar la democracia? Si alguna duda quedaba, el s¨¢bado por la ma?ana qued¨® despejada. En su intervenci¨®n ante los suyos, transmitida a los dem¨¢s sin derecho a la mediaci¨®n period¨ªstica, dejo claro que su objetivo principal era salvarse a s¨ª mismo. Siempre hablando en primera persona del singular, tomando distancias del colectivo (del nosotros) al que se dirig¨ªa y que ¨¦l preside, hizo buena la afirmaci¨®n de Etienne de la Bo¨¦tie de que la pol¨ªtica ¡°es complicidad sin amistad¡±. El eje de la intervenci¨®n del presidente, como subrayo ¨¦l mismo, estaba en estas frases: ¡°No voy a necesitar m¨¢s que dos palabras: Es falso. Nunca repito, nunca, he recibido ni repartido dinero negro en este partido y en ninguna parte¡±. Todo el mensaje est¨¢ aqu¨ª contenido: el presidente se compromete por s¨ª mismo, por nadie m¨¢s. S¨¢lvese quien pueda. Rajoy hace buena la frase de Richard Sennett: hoy en d¨ªa ¡°la vida social es brutalmente simple: el nosotros contra ellos combinado con el que cada-uno-se-apa?e¡±. Es cierto que el presidente corre un riesgo: una sola nota que confirme que ha dado o recibido dinero negro le obliga a dejar la pol¨ªtica al instante. Pero todo lo que no sea imputable directamente ¨¦l, lo carga en la cuenta de los gestores del partido. Extra?o jefe el que elude sus responsabilidades como presidente del colectivo.
Para recuperar la credibilidad de las instituciones lo primero y principal es demostrar voluntad de transparencia y ejemplaridad ante la corrupci¨®n. ?Qu¨¦ transparencia es ense?ar las cuentas del partido analizadas por una empleada? ?D¨®nde se ha visto que el dinero negro figure en la contabilidad oficial? ?A qu¨¦ defraudador se le puede ocurrir colocar los cobros irregulares en su declaraci¨®n de renta? ?Nos toma por idiotas? Y que transparencia es negarse a presentar una querella contra Luis B¨¢rcenas. ?sta es la cuesti¨®n central: si no temiera un chantaje o no fuera ya objeto de ¨¦l, Rajoy ya se habr¨ªa querellado contra el extesorero. Es la enorme precariedad del presidente. En cuanto a la ejemplaridad, se cae desde el momento que el primer objetivo del presidente es su defensa personal, pero se desmorona definitivamente, cuando respalda los trapicheos de Ana Mato. Rajoy exige adhesi¨®n incondicional a los suyos sin que a cambio les ofrezca otra cosa que reconocerles ¡°el mismo desprendimiento que yo¡±. El valor del desprendimiento, del que Rajoy presume, lo explic¨® con sonrojantes afirmaciones como ¡°yo s¨¦ ganarme la vida. Yo ganaba m¨¢s dinero en mi profesi¨®n que c¨®mo pol¨ªtico. No he venido a la pol¨ªtica para ganar dinero¡±. ?Quiere que le demos las gracias? ¡°Nuestro yo es un objeto lleno de insatisfacci¨®n en el que no encontramos otra cosa que desgracia y vanidad¡±, escrib¨ªa Montaigne. La intervenci¨®n de Rajoy fue un monumento a la vanidad en una circunstancia demasiado grave para estos alardes. El propio Montaigne aconsejaba mirar m¨¢s all¨¢ de nosotros para salir de las penurias de nuestro yo. Si Rajoy lo hubiera hecho, en vez de ver fantasmas que quieren hacer da?o al PP y a Espa?a, ver¨ªa una ciudadan¨ªa desmoralizada y preocupada porque las ¨¦lites (no hay corrupto sin corruptor) le ofrecen un espect¨¢culo desolador. Y sabr¨ªa que, con el primer partido de la oposici¨®n en horas tan bajas como el Gobierno, y con casi todas las instituciones del Estado bajo sospecha, la responsabilidad del presidente no es salvarse a s¨ª mismo: es poner en marcha los mecanismos para una refundaci¨®n de la democracia espa?ola, con la libertad que da saber que el ya no formar¨¢ parte de ella. Nada de eso apareci¨® en un discurso sin ninguna grandeza.
Y, sin embargo, no hay otra prioridad que la renovaci¨®n a fondo. Por eso cuesta entender la estrategia de Rubalcaba. Lo que el pa¨ªs necesita del PSOE no es que pida la dimisi¨®n de Rajoy sino que acelere los procesos de cambio para dar paso a un nuevo liderazgo, limpio de cargas, que pueda ser la alternativa. De lo contrario, pueden pasar dos cosas: que cualquier d¨ªa Europa nos imponga una soluci¨®n a la italiana, empeque?eciendo un poquito m¨¢s nuestra democracia, o que el malestar social estalle y unas elecciones cambien por completo, y de modo imprevisible, el escenario actual. Rajoy tiene dos opciones: la numantina, que es la que ha escogido, y s¨®lo sirve para aumentar el deterioro democr¨¢tico; o la apertura consensuada de un verdadero proceso de cambio. En los dos casos, su presidencia tiene fecha de caducidad. Con la segunda opci¨®n, por lo menos salvar¨ªa la dignidad.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.