Un gran d¨ªa
"La soluci¨®n a este lamentable estado de cosas (incluyendo la crisis), tiene que pasar (y debe pasar) por la pol¨ªtica"
Bueno, ya lo tenemos todo. El caso B¨¢rcenas casi ha completado el circulo de la desolaci¨®n. El Gobierno paralizado, el PP atrincherado en una defensa tan pat¨¦tica como equivocada, y los restantes partidos exigiendo transparencia de manera m¨¢s o menos contundente, mientras rezan a la Virgen del Roc¨ªo para que, en el inter¨ªn, no les salga a ellos otro caso de corrupci¨®n que les desarme moral y electoralmente, lo que ser¨ªa m¨¢s catastr¨®fico a¨²n si cabe. Sin embargo, a pesar de que los ciudadanos tengamos motivos de sobra para sentirnos enga?ados y maltratados por un sistema pol¨ªtico descompuesto y a la deriva, hay muchos elementos positivos en todo lo que est¨¢ pasando.
Para empezar, est¨¢n los medios de informaci¨®n (principalmente, El Mundo y EL PA?S) que han jugado en este momento hist¨®rico, tan delicado para nuestro futuro, el papel que se espera de ellos en una democracia consolidada. Luego est¨¢n la polic¨ªa, los jueces y los fiscales, o al menos una parte de ellos, que est¨¢n demostrando la m¨ªnima independencia que necesita un Estado de Derecho para que el esp¨ªritu de Montequieu no quede relegado a simple materia para eruditos.
Y por ¨²ltimo, lo m¨¢s importante, est¨¢ la gente, esa gente normal que critica abiertamente a sus dirigentes, haciendo uso efectivo de su derecho ciudadano, la que se manifiesta en las calles, la que comienza a echar cuentas y a valorar en detalle las acciones de los pol¨ªticos, la que pide a gritos transparencia en los gobiernos y en las instituciones para que los impuestos que pagan tengan el sentido que siempre debieron tener: ser una contribuci¨®n solidaria al bienestar colectivo. Esa gente, en fin, que est¨¢ salvando la democracia en Espa?a, y que es la ¨²nica en la que ahora podemos confiar. Parece poco, pero es mucho.
Naturalmente, no vamos a ser ingenuos; la soluci¨®n a este lamentable estado de cosas (incluyendo la crisis), tiene que pasar (y debe pasar) por la pol¨ªtica. Sin embargo, la experiencia nos dice que quienes hoy la dirigen y protagonizan, han perdido una gran parte de su legitimidad para liderar el cambio. Nadie les creer¨ªa ya a estas alturas. Es por ello por lo que afirmo que se avecina el cambio estructural m¨¢s importante de toda la historia de nuestra democracia. Un cambio que situar¨¢ de nuevo a los ciudadanos en el centro del sistema, y har¨¢ de la actividad pol¨ªtica y de las instituciones lo que nunca debieron dejar de ser: un noble oficio a su ¨²nico y exclusivo servicio; la ¨²ltima garant¨ªa que aquellos tienen para disfrutar de servicios p¨²blicos de calidad, resolver civilizadamente sus conflictos y salvaguardar sus derechos como ciudadanos libres.
Al igual que ocurri¨® durante la Transici¨®n, el impulso incontenible de la sociedad acabar¨¢ por doblegar la inercia malsana de un sistema pol¨ªtico e institucional con aluminosis generalizada en todos sus cimientos. Es por eso por lo que, tras expresar nuestra desolaci¨®n por todo lo ocurrido, hoy es un d¨ªa para ser optimistas. Sabemos lo que ha pasado y lo que hemos de hacer para que no vuelva a pasar nunca. Un gran d¨ªa.
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