Funcionarios
"El problema es que todas estas falacias, reiteradas a trav¨¦s del tiempo, acaban por parecer verdad para una mayor¨ªa"
A muchos les parece divertido meterse con los funcionarios. Nosotros mismos lo hacemos a menudo, en un ejercicio de autocr¨ªtica jocosa digna de mejor causa. Nadie les controla, el cuarto de hora del almuerzo les dura dos horas, a media ma?ana siempre se les ve con bolsas del supermercado, por la tarde no van, y por las ma?anas no trabajan, tienen un puesto de trabajo de por vida, les importa un bledo el servicio que prestan, si estuvieran en la empresa privada eso no pasar¨ªa¡ y as¨ª, todos los chascarrillos que ustedes quieran, hasta el infinito y m¨¢s all¨¢.
El problema es que todas estas falacias, reiteradas a trav¨¦s del tiempo, acaban por parecer verdad para una mayor¨ªa de la poblaci¨®n, creando un estado de opini¨®n generalizado en contra del funcionario, por el mero hecho de serlo, que empa?a cualquier perspectiva de racionalidad cr¨ªtica (leg¨ªtima y deseable siempre en un estado democr¨¢tico). Y naturalmente, cuando llegan las vacas flacas, ?qui¨¦n mejor que el funcionario perezoso e inepto para que pague los platos rotos de un sistema que hace aguas por todas partes? ?Alguien tiene que tener la culpa de todo esto que est¨¢ pasando!
Pues bien, a pesar de que no espero comprensi¨®n alguna de quienes as¨ª piensan, tan solo recordar¨¦ algunos datos que pueden resultar clarificadores. Para empezar, los funcionarios de carrera (no confundir con empleados p¨²blicos, como se hace frecuentemente) son uno de los muy pocos segmentos de la poblaci¨®n espa?ola actual que acceden a un puesto de trabajo exclusivamente en funci¨®n del m¨¦rito y la capacidad contrastada ante un tribunal, y no del amiguismo personal o del clientelismo partidario, al que tan acostumbrados estamos en la Administraci¨®n p¨²blica (y en la empresa privada, tambi¨¦n). En segundo lugar, el funcionario debe tener car¨¢cter de permanencia porque bajo ning¨²n caso puede estar mediatizado ni condicionado ideol¨®gicamente por los Gobiernos de turno, como se intenta demasiado a menudo. Los funcionarios est¨¢n al servicio del Estado, la ley y los ciudadanos, no de los gobiernos.
Y por ¨²ltimo, y mucho m¨¢s importante, es que, sencillamente, no es verdad que la mayor¨ªa de la poblaci¨®n desprecie a los funcionarios. El estudio Pulso de Espa?a, publicado en 2010 por la Fundaci¨®n Ortega y Gasset-Gregorio Mara?¨®n y coordinado por el soci¨®logo Jos¨¦ J. Toharia, mostraba los resultados de una encuesta en la que se med¨ªa el nivel de confianza de los ciudadanos en 28 instituciones espa?olas. En ella, efectivamente, los funcionarios se encontraban en el puesto 17, avalando aparentemente el discurso habitual. Sin embargo, paradojas de la demoscopia, observen qui¨¦nes aparec¨ªan en los primeros lugares del ranking: 1. Cient¨ªficos; 2. Universidad; 3. La Polic¨ªa; 4. La Seguridad Social; 5. El Rey; 6. La radio; 7. La Guardia Civil; 8. El Ej¨¦rcito;, 9. El Defensor del Pueblo, y 10. Las ONG. (Por cierto, los ¨²ltimos puestos eran para los partidos pol¨ªticos y las multinacionales).
Bien, les ruego que ahora eliminen a los funcionarios de la lista. ?En qui¨¦nes conf¨ªan, de verdad, los espa?oles?
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