El rockero de las canciones incestuosas
Rev¨®lver registra su primer ¨¢lbum el¨¦ctrico en directo en una noche desapacible pese a la presencia de un mito como Miguel R¨ªos
La peor pesadilla cuando se graba un disco en directo: l¨ªder y bajista se acercan al micro para atacar la estrofa inaugural y lo primero que se escucha es un acople. Menos mal que No hay ma?anas, el tema escogido para abrir boca, es lo bastante encabronado como para que Carlos Go?i y su equipo habitual (el bajista Manuel Bag¨¹¨¦s, el bater¨ªa Juli¨¢n Nemesio y los coros de Cristina Narea y Maite Pizarro) tirasen de coraje y pundonor. Pero no ser¨¢ el ¨²nico pasaje del concierto de anoche en la Joy Eslava que deba pasar por un severo lavado en postproducci¨®n.
Rev¨®lver escogi¨® la desapacible noche de ayer para registrar su primer ¨¢lbum el¨¦ctrico en directo, despu¨¦s de tres B¨¢sicos ac¨²sticos. Pese a la buena disposici¨®n escenogr¨¢fica ¨Ccortinaje moruno, cuatro alfombras sobre las tablas, l¨¢mparas y velitas, siete c¨¢maras enchufadas?, nada pareci¨® arrancar bien. La voz del valenciano sonaba opaca en la mezcla y al te¨®rico formato de tr¨ªo lo complementaban unos incomprensibles sintetizadores pregrabados. O somos rudos o lustrosos, pero no todo a la vez
La maquinaria no comenz¨® a engrasarse hasta Mestizo, diatriba contra los pol¨ªticos enfangados que, por desgracia, carece de fecha de caducidad. Seguramente el hombre de Rev¨®lver pretenda simbolizar con esta grabaci¨®n guitarrera su rabia hacia tanta porquer¨ªa circundante, pero su repertorio no siempre acompa?a: la pretendida emotividad de El mismo hombre, sobre la grisura vital de un parado, se queda en sonrojante relato de apalancamiento televisivo. Los resultados son m¨¢s aparentes en Malvarrosa affaire, con la Gibson de Go?i ya chirriando a conciencia, o el indisimulado deje springsteeniano de El roce de tu piel.
¡°Esta canci¨®n es de enfocar mucho al p¨²blico¡±, le chivaban al operador de la cabeza caliente, esa c¨¢mara en el extremo de una p¨¦rtiga que consigue panor¨¢micas a¨¦reas como si estuvi¨¦ramos en el Royal Albert Hall. Aunque las im¨¢genes atestiguar¨¢n una muchedumbre de coronillas despobladas, los 900 asistentes se volcaron con la causa del disco en directo. E incluso encajaron con humor el momento involuntariamente bufo: Miguel R¨ªos asom¨® para interpretar Dos por dos y pidi¨® una segunda oportunidad ante las evidentes carencias de la toma. Con todo, ser¨¢n necesarios litros de sudor para sacar algo en limpio.
El final estuvo dedicado a los himnos: El Dorado, San Pedro, T¨² y yo¡ Y es ah¨ª donde m¨¢s en evidencia quedan las carencias del Go?i compositor, esa permanente sensaci¨®n de obra reiterativa, de patrones que se repiten. Rev¨®lver se ha convertido en una banda de canciones incestuosas: muchas comparten entre s¨ª un porcentaje sospechosamente significativo de su ADN.
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