Un excelente toro y cinco huesos muy duros
David Esteve da la ¨²nica vuelta al ruedo de la tarde
La corrida de Adolfo Mart¨ªn fue mal picada en l¨ªneas generales. No se sabe, ni se sabr¨¢, si esto implic¨® que su juego se complicara tanto. Pero mal picada, por puyazos traseros y donde cayera el palo, seguro que fue. Ni un toro se salv¨® de trance tan duro. Y lamentable. De los seis toros, dos estaban a punto de cumplir seis a?os, dos a falta de unos meses y los otros dos con los cinco bien cumplidos. Corrida, en fin, seria. Por dentro y por fuera. Mucho envoltorio, aunque el contenido no guardaba para muchas alegr¨ªas. Tampoco fue sorpresa gorda que saliera complicada; estaba en el guion. Como tampoco lo fue que saltara un tercero que tuvo gran clase y recorrido por el pit¨®n derecho. S¨ª que fue extra?o, u original, que en una misma corrida salieron tres toros con id¨¦ntico nombre Aviador. As¨ª se llamaba el gran tercero. Lo mismo que quinto y sexto, aunque estos dos no fueron de vuelo alto como aquel sino que rasearon m¨¢s de la cuenta.
A David Esteve fue a parar el Aviador bueno. Ya con la capa hizo promesa de entrega. Esteve se estir¨® a la ver¨®nica y remat¨® con media de muy buen estilo. Intent¨® Esteve lucir el toro en el caballo, pero no cuaj¨® la idea y el toro, con tanto capote por medio, se despist¨®. Dos varas: en ambas se dej¨® y la segunda la recibi¨® casi a mitad espinazo. Pena. Tan buen augurio en el toro, que Esteve replic¨® el quite de Ferrera, pero ninguno de los dos luci¨® lo esperado. Ya muleta en mano, a Esteve no se le escap¨® que el tesoro de ese toro se guardaba en el pit¨®n derecho. Una buena primera serie para tomar confianza y a sumar. No fue faena de suma y sigue. Tampoco ligada; ni rest¨®. En cada serie por ese lado hubo muletazos templados; otros no tanto, por la falta de sitio o de oficio. Por el pit¨®n izquierdo el toro ya no fue el mismo. M¨¢s corto y de menos entrega. De vuelta a la mano diestra, el tal Aviador no baj¨® su vuelo. Otra vez Esteve en buen tono. Para lo poco toreado que est¨¢ y lo exigente del astado, David Esteve super¨® la prueba con aprobado alto. Pero la espada no le fue fiel y se esfum¨® un estimable triunfo que ya se cantaba en el tendido. Al toro, a un mes de haber cumplido los seis a?os, lo ovacionaron en el arrastre. No era para menos.
Los otros cinco toros ya fueron historia distinta, aunque tampoco gran sorpresa. Antonio Ferrera sorte¨® un primero que se revolv¨ªa en busca de la presa y un cuarto que, sin clase y con la cara alta, fue adem¨¢s mansito. Al primero le puso Ferrera tres pares de puro oficio, bien reunidos los palos. La faena fue un manojo de probaturas e insistencia, primero por el pit¨®n derecho y despu¨¦s por el izquierdo. Por ninguno de los dos allanaba el toro el camino. Todo empez¨® con pruebas y acab¨® de la misma forma. Sin encontrar soluci¨®n. Igual tampoco lo hab¨ªa.
Mart¨ªn / Ferrera, Gallo, Esteve
Toros de Adolfo Mart¨ªn. De impecable presencia. Complicados de juego. El tercero, de recorrido con clase por el pit¨®n derecho, fue la excepci¨®n. En general, mal picados.
Antonio Ferrera: entera baja y cuatro descabellos (silencio); entera trasera ¨Caviso- y descabello (palmas).
Eduardo Gallo: pinchazo y entera baja (saludos); cuatro pinchazos y casi entera ca¨ªda (silencio).
David Esteve: pinchazo, entera ca¨ªda ¨Caviso- y descabello (vuelta al ruedo); bajonazo (palmas).
Plaza de Valencia, 12 de marzo. 4? de Fallas. Menos de media entrada.
Al cuarto, sueltecillo en el primer tercio, lo banderille¨® Ferrera ligero en dos pares y un tercero, al quiebro por los adentros, que le sali¨® m¨¢s logrado y ajustado. Sin ninguna clase, el toro tom¨® la muleta como desganado. Tir¨® de experiencia Ferrera y, en estos casos, el oficio es una virtud. C¨®modo Ferrera, pareci¨® al final que incluso jugaba con el toro. Ese exceso de confianza la pag¨®. Se pas¨® de faena y la cosa termin¨® sin relieve alguno.
En conjunto, Eduardo Gallo se llev¨® lo peor de la familia. El segundo, que solo se dej¨® torear con el capote, derrib¨® en el primer encuentro con el picador, aunque m¨¢s por falta de pericia de este que por pujanza del astado. Gallo no pareci¨® tener dudas en principio y se ech¨® la muleta a la izquierda nada m¨¢s empezar la faena. Pero el toro encendi¨® la luz roja y no quiso pasar. Busc¨® los tobillos de Gallo y un desarme pareci¨® poner fin a la historia. Mas Gallo, con la cabeza fr¨ªa, las ideas claras y convencido, no entreg¨® la toalla. Metido en los terrenos del toro, le sonsac¨® alg¨²n derechazo de m¨¢s recorrido del previsto. Muy valiente el torero. Sin dudar. Se lo pas¨® siempre muy de cerca e incluso por la izquierda le rob¨® medios naturales que, visto lo visto, parecieron enteros. Un valiente este Gallo en este toro.
El quinto, segundo Aviador de la corrida, fue complicado por el derecho, por el izquierdo, por arriba y por abajo. Con el sentido cl¨¢sico de los toros de seis a?os, como este. Buscador e incierto, no le dej¨® a Eduardo Gallo sino probar y machetear. Tampoco mereci¨® m¨¢s el toro.
De sexto apareci¨® otro Aviador, tambi¨¦n de vuelo rasante, como el anterior, pero de gran pantalla. Largo, de seria cornamenta, fue ovacionado de salida. Pero tanta fachada para tan escaso contenido. Fue el toro m¨¢s flojo de la corrida, que se plant¨® en la muleta sin pasar. David Esteve lo intent¨®. No hab¨ªa m¨¢s que hacer y se justific¨®. Pero la cosa pudo tener mejor final si no lo mata de un feo bajonazo.
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