Rumbo a la pardela cenicienta
Esforzada navegaci¨®n en Matar¨® para observar a la declarada ¡°ave del a?o¡± por la Sociedad Espa?ola de Ornitolog¨ªa
La barca saltaba sobre las olas rociando de espuma a los que se hab¨ªan acomodado en la proa prometi¨¦ndoselas muy felices. Una periodista estaba verde. No la ayudaban a vencer el mareo los penetrantes efluvios que ven¨ªan de popa, donde un miembro de la expedici¨®n arrojaba pescado al mar como cebo, en la m¨¢s pura (e inquietante) tradici¨®n de Tibur¨®n. Pero esto no era la embarcaci¨®n Orca del capit¨¢n Quint ni el prop¨®sito de la salida dar caza a un terrible depredador sino la lancha Ula y una excursi¨®n organizada por la Sociedad Espa?ola de Ornitolog¨ªa (SEO/ BirdLife) para avistar ayer en aguas catalanas la pardela cenicienta (Calonectris diomedea), declarada a la saz¨®n "ave del a?o 2013" y de regreso a nuestras costas tras migrar por ?frica y Sudam¨¦rica.
La tal pardela, de la que ha hecho su bandera la SEO, se mostraba esquiva y no acud¨ªa a su presentaci¨®n oficial, la muy p¨¢jara. Sub¨ªa la fuerza del viento y la facci¨®n menos marinera del pasaje sufr¨ªa en silencio, con los prism¨¢ticos al cuello, sin atreverse a usarlos. No era el caso desde luego del nutrido grupo de ornit¨®logos y birdwatchers a bordo (entre ellos Francesc Kirchner, el due?o de Oryx, la tienda para¨ªso de los naturalistas), que disfrutaban de lo lindo, corr¨ªan a babor y estribor sin parar de se?alar y contaban sus pajariles batallitas como si estuvieran en un prado y no en tan inestable y espumeante plataforma de observaci¨®n.
Las pardelas son longevas y su raro canto se atribu¨ªa a las sirenas
La singular convocatoria, salir a navegar un jueves laborable para ir a ver aves marinas, promet¨ªa y no pod¨ªa dejar de estar ¡ªfeliz conjunci¨®n de barco y p¨¢jaros¡ª bajo la advocaci¨®n de Stephen Maturin, el naturalista de las novelas marinas del a?orado Patrick O'Brian. De hecho, a bordo alguien llevaba secretamente el libro p¨®stumo de la serie, como homenaje, junto a un gorro tipo Nelson y un viejo catalejo.
Zarpamos del puerto de Matar¨® a las 11 y en seguida se vio que aquello no iba a ser f¨¢cil. El mar estaba lleno de cabrillas y la lancha cabalgaba como un potro embravecido. Al dirigirnos mar adentro pudieron verse las primeras caras de duda y aprensi¨®n. Segu¨ªamos sin atisbar nada, pero es que a duras penas pod¨ªas estar de pie sin agarrarte a algo. Y entonces, Jordi Sargatal, nuestro legendario ornit¨®logo, el hombre que salv¨® los Aiguamolls de l'Empord¨¤, miembro de la junta directiva de SEO, grit¨®: "?Dos alcas!". La mitad del pasaje se lanz¨® a estribor a mirar y la otra nos concentramos en la hoja de identificaci¨®n de aves marinas que nos hab¨ªan proporcionado, pensando algunos que m¨¢s nos hubiera valido un chaleco salvavidas. Apenas entrevistas las alcas, Sargatal (un hombre que ha visto 6.000 de las 10.000 especies de aves del mundo, ¡°es como un virus¡±) ya reclamaba nuestra atenci¨®n sobre un grupo de gaviotas enanas, y sin soluci¨®n de continuidad se?alaba una cabecinegra salud¨¢ndola con un inesperado "?guapa!".
Los p¨¢jaros se mov¨ªan como centellas sobre las salpicaduras plateadas. Eran m¨¢s dif¨ªciles de seguir que un caza Zero desde los antia¨¦reos del Missouri. Un c¨¢mara estuvo a punto de caer al agua. "?Cuidado, no atropell¨¦is una gaviota!", advirti¨® Sargatal al piloto. La que no aparec¨ªa era la pardela. "Van a ras de agua, cuesta verlas con este oleaje", explicaba la directora ejecutiva de SEO, Asunci¨®n Ruiz, que evidenciaba pas¨¢rselo la mar de bien. "Las veremos", asegur¨® Sargatal, "son muy agradecidas y es su a?o, tambi¨¦n cost¨® ver el ave toro en los Aiguamolls y al final sali¨® a saludar". Lo que salieron entonces fue un delf¨ªn y varios atunes, enormes. Hubo alborozo que alguien cort¨® en seco: "Si estamos a pardelas, estamos a pardelas".
?Por qu¨¦ las pardelas? "Tienen caracter¨ªsticas especiales, como su longevidad (30 a?os) y su curioso canto nocturno que se atribu¨ªa a las sirenas¡±, me explic¨® sin dejar de arrojar pescado Pep Arcos, responsable del Programa Marino de SEO. ¡°Pero adem¨¢s, representan muy bien la problem¨¢tica general de las aves marinas en Espa?a que son el patito feo [!] de la conservaci¨®n. Capturas accidentales en las artes de pesca, estragos por la depredaci¨®n de ratas y gatos, amenaza de su h¨¢bitat por el desarrollo urban¨ªstico,...¡±. La pardela ha sido elegida por votaci¨®n de los socios de la SEO. Qued¨® finalistas, por si alguien se lo pregunta, el charr¨¢n patinegro.
Los p¨¢jaros se mov¨ªan como centellas sobre las olas plateadas
El pasaje estaba por entonces dividido: los que simplemente sobreviv¨ªan a la traves¨ªa y los que la disfrutaban y observaban con los binoculares, discut¨ªan de ¨®pticas (¡°?preciosos Swarovski!¡±), evocaban la prodigiosa visi¨®n del alcatraz en la costa del Pac¨ªfico de EE UU o alardeaban de haber visto todas las cig¨¹e?as del mundo. Sargatal recit¨® una improvisada plegaria: "Sal, pardela, ha venido mucha gente de lejos a verte". La periodista mareada a la que se le hab¨ªa puesto cara de p¨¢galo, pareci¨® a punto de llorar al ver efectivamente lo lejos que est¨¢bamos de la costa. Para m¨¢s inri, Sargatal explicaba c¨®mo atra¨ªan aves en Nueva Zelanda con entra?as de salm¨®n.
Pregunt¨¦ a los especialistas acerca de la mala fama del albatros ¡ªCooleridge etc¨¦tera, por no hablar de que Maturin recibe un tiro fortuito por su causa en Master and Commander¡ª. "No, el que es tenido por funesto es el pa¨ª?o, conocido como p¨¢jaro de tormenta". Me pareci¨® oportuno cambiar de tema. Llev¨¢bamos un buen rato en el mar y se decidi¨® volver. La pardela nos hab¨ªa derrotado. Una l¨¢stima, vaya. Regres¨¢bamos con el ¨¢nimo del pasaje ahora invertido, cuando alguien grit¨®: "????Pardelas!!!". Enfoque los prism¨¢ticos. S¨ª se?or, ah¨ª estaban. Planeaban elegantemente a ras de las olas. Fue solo un instante fugaz pero nos llen¨® de un j¨²bilo indescriptible (y totalmente inexplicable). Luego result¨® que solo una era en realidad pardela cenicienta (las otras eran pardelas baleares o mediterr¨¢neas ¡ªlos especialistas a bordo a¨²n est¨¢n discuti¨¦ndolo¡ª). Pero hab¨ªamos visto el ave del a?o, hab¨ªamos vuelto a tierra, y ¨¦ramos extra?amente felices.
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