¡°Som gent pac¨ªfica¡±: Ada Colau, la PAH
Kafka y sus lecciones sobre la gesti¨®n del miedo por el Estado siguen hoy vigentes
Una de las primeras canciones (o lo que sea) que aprend¨ª en Barcelona cuando llegu¨¦ a primeros de los 70 ten¨ªa solo dos versos: ¡°Som gent pac¨ªfica / i no ens agrada cridar¡±. Me gust¨® que m¨¢s que cantarse se dijera, se recitara, como lo que es: un canto de animaci¨®n infantil. El coro empieza en voz baja, las voces al un¨ªsono suben poco a poco, m¨¢s y m¨¢s, hasta lograr una voz contundente ¨²nica y plural a la vez. La Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) podr¨ªa adoptar el canto, y su procedencia: los ni?os dicen las verdades. Y salmearlo al Gobierno Rajoy que, en su gesti¨®n del miedo, no ha dudado en acusar a Ada Colau y a la plataforma poco menos que de terroristas.
El escrache, palabra argentina que designa el escarnio p¨²blico e individualizado de dirigentes pol¨ªticos y sociales, tiene su parte de violencia moral, en efecto. Es una presi¨®n social cuando se han agotado todas las v¨ªas legales y pol¨ªticas de protesta. Una presi¨®n social pac¨ªfica que, como el lema infantil, puede lograr la uni¨®n de contrarios: que se sumen a ¨¦l todos los afectados por esta estafa descomunal de nuestra vida p¨²blica, de tantos votantes del PP, del PSOE y de todos los dem¨¢s, sin remisi¨®n. Es una acci¨®n p¨²blica de presi¨®n social pac¨ªfica de violencia moral.
El miedo domina a pol¨ªticos y gobiernos, por lo que desde su perspectiva s¨®lo cuenta la gesti¨®n del miedo. Se les ocurre as¨ª criminalizar a la PAH justo pocos d¨ªas despu¨¦s que incluso esa perversa polimorfa cosa llamada Europa haya dictaminado que lo de los bancos y las hipotecas entre nosotros son actos paracriminales. Kafka en la orilla.
El sistema es tan perverso que estafa a la poblaci¨®n y, para que la gente no reclame derechos ni exija que paguen los responsables, hace que los estafados se sientan culpables
En un foro reciente en VilaWeb, Ada Colau ha expuesto lo que es preciso repetir ante el coro monologante de una sola nota, la de ¡°hemos vivido por encima de nuestras posibilidades¡±, lo que sin duda el coro ha hecho pero no todos los dem¨¢s. Dice Colau: ¡°Cuando empezamos, en la plataforma esper¨¢bamos encontrar gente cabreada y nos encontramos gente avergonzada y muy culpabilizada. El sistema es tan perverso que estafa a la poblaci¨®n y, para que la gente no reclame derechos ni exija que paguen los responsables, hace que los estafados se sientan culpables¡±.
Nos lo ense?¨® Kafka, c¨®mo el Estado gestiona el miedo. Ante las puertas de la ley, en el castillo, en la colonia penitenciaria, en el proceso, cuando tras una noche de penosos sue?os nos despertamos y resulta que nos hemos transformado en bichos tumbados de espalda que ni levantarse pueden en su propia casa, las personas que se hacen preguntas quedamos reducidas a seres culpables y basta. Culpables de querer saber.
Kafka dijo tambi¨¦n que ¡°El arte es un reloj que adelanta¡ a veces¡±. Sigue siendo verdad, incluso en la confusi¨®n contempor¨¢nea de lo art¨ªstico. En nuestros d¨ªas, movimientos sociales como la PAH siguen esta pauta. Puede que sean los movimientos art¨ªsticos m¨¢s genuinos de este siglo, junto al arte sumergido que los artistas hacen como pueden de forma persistente. Lo digo muy en serio. Si hemos llegado a c¨¢nones sobre el arte del pasado bien deberemos llegar a lo mismo sobre el arte del presente¡
Los hoy afamados dada¨ªstas eran pacifistas que se negaban a ir a la guerra de 1914, j¨®venes que desconfiaban profundamente de la instituci¨®n art¨ªstica del momento y de los medios y t¨¦cnicas del arte de la gran cultura que, no obstante sus refinados logros, no pod¨ªa impedir mandarlos a las trincheras, vaya con el progreso, rug¨ªan los del Cabaret Voltaire, en Zurich. El escrache y los motivos visuales de la PAH y otros movimientos sociales son algo parecido: performances pol¨ªticas del esp¨ªritu surgidas de la desesperaci¨®n que Emmy Jennings y Hugo Ball deben estar aplaudiendo en el para¨ªso dad¨¢, desde donde observan y alientan. Hay muchas formas de obrar en estos tiempos descre¨ªdos en los que la humildad de una plegaria no cuenta.
¡°Som gent pac¨ªfica / i no ens agrada cridar¡±; ¡°Somos gente pac¨ªfica / y no nos gusta gritar¡±. Se proclame como se proclame, en catal¨¢n como en espa?ol, desde la nota grave m¨¢s baja hasta la contundencia en la nota grave m¨¢s alta. Gente que no debe dejar de decir las cosas, querer saber, mostrar lo que no se quiere ver, qui¨¦n no quiere asumir responsabilidades.
Merc¨¨ Ibarz es escritora
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