Una ilusi¨®n veros¨ªmil
Estamos en un final de ciclo y Catalu?a puede volver a ser determinante para lograr una reforma pactada del sistema
Treintaytantos a?os despu¨¦s de enterrar a Franco son ingentes los s¨ªntomas de un agotamiento de f¨®rmulas, estructuras y hasta pactos t¨¢citos. A ratos la Espa?a de hoy tiene todo el aire de vivir un fin de ciclo, y escribo sin rizar el rizo del ensa?amiento: descr¨¦dito de partidos, clientelismo, monarqu¨ªa tambaleante, fraude fiscal tolerado, vac¨ªo ideol¨®gico.
Catalu?a act¨²a combativamente en ese fin de ciclo. Fue principal agitadora de la Espa?a de Franco y hoy est¨¢ encabezando una forma de rebeld¨ªa activa que cristaliza en varios frentes. En apariencia el frente independendista es el m¨¢s beligerante. Ya no estoy tan seguro: el frente de veras fuerte no es una independencia irrealizable a corto plazo, muy poco viable, muy costosa econ¨®mica y moralmente, poco previsible en t¨¦rminos de an¨¢lisis pragm¨¢tico. Lo que parece de veras el objetivo pol¨ªtico es otro, m¨¢s plausible y realista: una reforma pactada del sistema, quiz¨¢ fiscal quiz¨¢ constitucional, con miras a resintonizar a las partes. Y parad¨®jicamente tengo la sensaci¨®n de que el gobierno de la Generalitat hace muchos esfuerzos por visualizar que sigue en la brecha independentista cuando en la pr¨¢ctica el objetivo pol¨ªtico es otro.
En la izquierda las cosas se mueven tambi¨¦n y la fundaci¨®n Nous Horitzons se puso a pensar la semana pasada sobre una respuesta com¨²n frente al desmoronamiento del Estado de Derecho. El objetivo habr¨ªa de ser gobernar, s¨ª, pero el m¨¢s inmediato es otro: frenar la huida tanto hacia el abstencionismo pol¨ªtico (de los desenga?ados) como hacia la movilizaci¨®n social y c¨ªvica (te¨®ricamente apol¨ªtica). Visto as¨ª, los dos mayores escollos para un proyecto unitario o como m¨ªnimo coordinado desde las izquierdas (no entregadas a la derecha) son el rechazo social hacia los partidos, uno, y el escollo de la independencia, el otro. El primero es fundamentalmente responsabilidad de la misma izquierda. Pero los movimientos para recuperar esa credibilidad parecen estar en sus manos: gestos, decisiones, actitudes concretas que visualicen una efectiva regeneraci¨®n democr¨¢tica que el ciudadano medio reclama sin grandes esperanzas de que nadie le haga caso.
El segondo escollo tiene etiolog¨ªa distinta y es m¨¢s complejo, seguramente tambi¨¦n porque adopta forma de ilusi¨®n colectiva. La espiral independendista del ¨²ltimo medio a?o largo ni es artificial ni ha sido inyectada a base de p¨ªldoras medi¨¢ticas sino a trav¨¦s de m¨²ltiples cauces, nuevos y viejos, que han cristalizado en una improbable expectativa de inmediatez. Domina la actualidad gracias a dos cosas: a un eslogan m¨¢gico ¡ªun derecho a decidir inaplicable a una sociedad democr¨¢tica que lleva 30 a?os decidiendo sobre la independencia y mil cosas m¨¢s¡ª y a un inter¨¦s pol¨ªtico que beneficia tanto al gobierno del PP en Madrid como al tripartito conservador en Barcelona.
La pregunta es si la izquierda puede escapar a esa din¨¢mica improductiva y si debe cuestionar el inveros¨ªmil y nebuloso supuesto de que la indepedencia conducir¨¢ a una mejor¨ªa econ¨®mica y r¨¢pida de Catalu?a y no a una etapa todav¨ªa m¨¢s angustiosa e inestable para la inmensa mayor¨ªa de la poblaci¨®n. El centro ideol¨®gico de la izquierda sigue estando m¨¢s cerca de la racionalidad que de la emotividad: sus prioridades son otras, su guerra es otra, sus urgencias son otras, incluso aceptando que una parte de su ideario finalista sea la emancipaci¨®n de los pueblos de la tierra (lo digo para evitar otro sartenazo de Ricard Vinyes).
Es verdad que la izquierda en Catalu?a ha visto crecer sus sectores independendistas en los ¨²ltimos meses, para m¨ª en una proporci¨®n y con una convicci¨®n incompatible con la izquierda. Pero ese es un problema m¨ªo. Me pregunto, sin embargo, si esa misma izquierda independentista puede o no puede contener la urgencia de su independentismo a la vista de la gravedad inmediata y tangible del deterioro social. El paso cambiado de la izquierda en los ¨²ltimos tiempos podr¨ªa generar hoy la ilusi¨®n veros¨ªmil y perfectamente catalana de un acuerdo m¨¢s socialmente amplio, menos cautivo de la agenda nacionalista, m¨¢s activamente ideol¨®gico en torno a programas de gobierno, presupuestos, prioridades.
Jordi Gracia es profesor y ensayista
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.