En la diana de los ultras
La violencia en la transici¨®n lleg¨® a su c¨¦nit con los ataques a Joan Fuster y Sanchis Guarner
En 1978, m¨¢s de la mitad de la poblaci¨®n valenciana actual no hab¨ªa nacido o era menor de edad. As¨ª que dif¨ªcilmente tendr¨¢ referencias directas de los acontecimientos vividos aquel a?o. A la inestabilidad y conflictividad propias de la Transici¨®n espa?ola, se sum¨® la denominada Batalla de Valencia, una disputa motivada por cuestiones meramente simb¨®licas: el origen de la lengua de los valencianos, la bandera (la se?era con o sin franja azul) y el nombre del territorio (Pa¨ªs Valenci¨¤ frente a Regne de Val¨¨ncia). Una disputa que no se entabl¨® en foros de di¨¢logo, sino que alcanz¨® un alt¨ªsimo grado de violencia en las calles, protagonizada por grupos anticatalanistas (los llamados blaveros, defensores de la se?era con franja azul y el secesionismo ling¨¹¨ªstico) como el Grup d¡¯Acci¨® Valencianista (GAV), y grupos ultraderechistas como Fuerza Nueva.
Ese a?o, el largu¨ªsmo listado de pintadas y llamadas telef¨®nicas amenazantes, y los ataques contra personas, instituciones y organizaciones de car¨¢cter progresista y valencianista culminaron con los atentados contra dos eminentes intelectuales: Joan Fuster y Manuel Sanchis Guarner, autores, respectivamente, de Nosaltres els valencians (1968) y La llengua dels valencians (1933), dos obras clave para el valencianismo pol¨ªtico y cultural.
La noche del 17 al 18 de octubre, la explosi¨®n un artefacto casero situado junto a una ventana del domicilio de Fuster, en la calle de Sant Josep de Sueca, produjo ¡°vidrios rotos, unas puertas desencajadas, unos cuantos libros deteriorados¡±, seg¨²n describi¨® el propio escritor en un art¨ªculo, en el que mostraba su perplejidad por el ataque. ¡°No ignoro que entre mis compatriotas soy un personaje ?conflictivo?.?Tanto? Quiero decir: ?para merecer ese trato? Al fin y al cabo, lo ¨²nico que he hecho en esta vida ha sido leer y escribir, que son operaciones notoriamente apacibles y que tienen la ventaja de ser enfrentadas al mismo nivel: el de la persuasi¨®n¡±.
¡°En 1978¡±, recuerda el escritor Jaume P¨¦rez Montaner, ¡°el blaverismo actu¨® de forma especialmente virulenta¡±. ?l, que tambi¨¦n sufri¨® amenazas y agresiones, fue tres a?os m¨¢s tarde testigo de la explosi¨®n de un segundo artefacto en la casa de Fuster, mucho m¨¢s potente y destructivo, durante la madrugada del 11 de septiembre de 1981.
En 1978, recuerda el escritor Jaume P¨¦rez Montaner, el blaverismo actu¨® de forma especialmente virulenta.
¡°Ahora que est¨¢ de moda eso del escrache¡ Bueno, aquello no era escrache, era terrorismo puro y duro¡±, afirma P¨¦rez Montaner. El escritor recuerda su participaci¨®n en un debate en el plat¨® de Aitana (por entonces la delegaci¨®n en Valencia de TVE) junto al poeta Pere Gimferrer, autor de una antolog¨ªa biling¨¹e de Ausi¨¤s March. ¡°All¨ª dije que March era un poeta valenciano que escrib¨ªa en catal¨¢n¡±. Una afirmaci¨®n, hoy indiscutible en el ¨¢mbito acad¨¦mico internacional, que le vali¨® a P¨¦rez Montaner una largo acoso. ¡°Aparecieron pintadas en mi casa y recib¨ªa constantemente llamadas telef¨®nicas amenazantes, hasta que decid¨ª no coger m¨¢s el tel¨¦fono¡±, recuerda. En una de esas pintadas, junto al dibujo de un cerdo se le¨ªa: ¡°J.P. Montaner, tra?dor, venut a l¡¯or catal¨¤¡±.
Pocas semanas despu¨¦s del primer atentado contra Fuster, el ling¨¹ista e historiador Manuel Sanchis Guarner fue el destinatario de otro paquete-bomba. El cinco de diciembre de 1978, un d¨ªa antes del refer¨¦ndum convocado para aprobar la Constituci¨®n, un joven entreg¨® en el domicilio del ling¨¹ista un paquete que parec¨ªa un regalo de Navidad. ¡°Afortunadamente, mi madre no lo abri¨®¡±, relata su hijo, Manuel Sanchis-Guarner Cabanilles. ¡°Cuando lleg¨® mi padre, apenas desenvolvi¨® el papel de regalo vi¨® unos cables y advirti¨® de inmediato a la polic¨ªa¡±. El paquete conten¨ªa medio kilo de p¨®lvora y metralla, suficiente para causar grandes da?os materiales y personales. ¡°El comisario me cont¨® que se lo llevaron a un solar cercano al estadio del Levante, y all¨ª lo explosionaron¡±.
Curiosamente, al igual que P¨¦rez Montaner, el hijo de Sanchis Guarner tambi¨¦n menciona de forma espont¨¢nea la palabra escrache. ¡°El primer escrache lo sufri¨® mi padre¡±, afirma. ¡°Adem¨¢s de pintadas en la fachada y en el buz¨®n, recib¨ªa constantemente cartas amenazantes, que mi padre ocultaba para no asustar a mi madre¡±. ¡°No s¨®lo no supimos nunca qui¨¦n envi¨® la bomba¡±, se lamenta, ¡°sino que se insinu¨® que mi padre hab¨ªa organizado un autoatentado¡±. ¡°Aquello le afect¨® mucho, estaba abatido¡±, recuerda.
Poco despu¨¦s, en diciembre de 1981, Sanchis Guarner falleci¨® a la edad de 70 a?os. De camino al cementerio, la comitiva f¨²nebre pudo contemplar una ¨²ltima pintada dedicada: ¡°Sanchis Guarner, per fi has caigut¡±. El entonces alcalde de Valencia, Ricard P¨¦rez Casado, todav¨ªa se indigna al recordar los hechos. ¡°Nos insultaron hasta en su entierro. Sanchis Guarner sufri¨® una violencia sin l¨ªmites¡±, asegura.
Los atentados a Fuster y Sanchis Guarner fueron los m¨¢s relevantes en el goteo constante de intimidaciones y agresiones contra libreros y editores, maestros, cines, bares, gentes del espect¨¢culo, escritores, periodistas, sindicatos, algunos sectores de la Iglesia¡ todos aquellos que propugnaban el di¨¢logo social y la normalizaci¨®n del valenciano.
En la calle de Sorn¨ª de Valencia, unos j¨®venes Ferran Belda, Emilia Bolinches, Miguel ?ngel Villena, Javier Valenzuela, Rosa Solbes o Jaime Mill¨¢s, entre otros colaboradores, practicaban el periodismo de investigaci¨®n en la revista Valencia Semanal. Una pintada en la fachada alertaba: ¡°Cuidado, puerta 6, ?catalanistes!¡±, a pesar de que la revista se editaba en castellano. A finales de agosto de 1978, un paquete situado a la puerta del edificio fue retirado por un robot artificiero de la Polic¨ªa Nacional. El examen oficial determin¨® que se trataba de una falsa alarma. ¡°Si era verdad o no¡±, se?ala Rosa Solbes, ¡°lo que est¨¢ claro es que exist¨ªa una estrategia para amedrentarnos¡±.
Seg¨²n Solbes, aunque coincid¨ªan en medios y objetivos, hab¨ªa una clara diferencia entre los organizadores de las algaradas. ¡°Una cosa era la violencia estrictamente blavera, m¨¢s o menos espont¨¢nea, no muy organizada pero s¨ª muy manipulable, formada mayoritariamente por personas mayores y mujeres como las rebentaplenaris, que empu?aban como ¨²nica arma el palo de la se?era con franja azul¡±. ¡°Pero la realmente peligrosa¡±, a?ade ¡°era la violencia de la ultraderecha, estaban perfectamente organizados, adiestrados en artes marciales, y muchos de ellos iban armados¡±.
Y si nadie se libraba de la intimidaci¨®n, mucho menos los pol¨ªticos que constituyeron el Consell del Pa¨ªs Valenci¨¤, el ente preauton¨®mico germen de la actual Generalitat. Tanto en las sesiones previas y en el acto de constituci¨®n del Consell en abril de 1978, como en la celebraci¨®n del D¨ªa del Pa¨ªs Valenci¨¤ en octubre, una masa enfurecida asedi¨® el Palau de la Generalitat, insultando especialmente al presidente del Consell, el socialista Josep Llu¨ªs Albinyana. El delito: haber elegido como bandera institucional la tradicional cuatribarrada de la Corona de Arag¨®n con el escudo real en el centro, y utilizar la denominaci¨®n ¡°Pa¨ªs Valenci¨¤¡±.
Aunque 1978 fue un annus horribilis, los actos violentos abarcaron las d¨¦cadas de los 70 y 80 y alcanzaron a otras localidades. Por ejemplo, el 16 de octubre 1977, el estudiante Miquel Grau, miembro del Moviment Comunista del Pa¨ªs Valenci¨¤, muri¨® en Alicante mientras pegaba carteles del D¨ªa del Pa¨ªs Valenci¨¤ a causa del impacto de un ladrillo lanzado por un militante de Fuerza Nueva.
En 1979, el presidente del Consell, Josep Llu¨ªs Albi?ana, y el primer alcalde democr¨¢tico de Valencia, Fernando Mart¨ªnez Castellano, sufrieron sendos ataques con explosivos en sus domicilios.¡°Tambi¨¦n se produjeron altercados ante la Diputaci¨®n y se hizo una quema de libros en la plaza¡±, recuerda el entonces presidente de la entidad, el socialista Manuel Girona, ¡°y la procesi¨®n c¨ªvica del 9 d¡¯Octubre de ese a?o fue muy violenta¡±. Tanto, que Girona y Ricard P¨¦rez Casado, nombrado alcalde s¨®lo dos d¨ªas antes, fueron agredidos por la multitud. ¡°A m¨ª me sacaron una navaja y una pistola¡±, dice P¨¦rez Casado. ¡°De eso hay fotograf¨ªas, y algunos de los que participaron en los altercados son hoy militantes del PP y tienen cargos p¨²blicos¡±, a?ade sin dudar. ¡°Aquello fue bestial, una aut¨¦ntica violencia civil contra instituciones absolutamente democr¨¢ticas¡±. ¡°Pero lo que no perdonar¨¦ jam¨¢s¡±, asegura el ex alcalde de Valencia, ¡°es que le dijeran a mi hijo, con s¨®lo cuatro a?os de edad: ¡®a tu padre lo vamos a matar¡¯¡±.
Pese a las amenazas y agresiones, no pudieron echarnos, nos quedamos, resistimos, dice P¨¦rez Casado
Pr¨¢cticamente nadie fue identificado ni detenido por la polic¨ªa por los hechos aqu¨ª descritos. ?Consiguieron estos grupos violentos sus prop¨®sitos? ¡°El acoso personal a m¨ª no me afect¨®¡±, asegura P¨¦rez Montaner, ¡°pero su objetivo, que era desplazar a la izquierda, especialmente a los socialistas, benefici¨® claramente a la derecha¡±. La periodista Rosa Solbes comparte esta opini¨®n. ¡°Aquello fue una estrategia perfectamente aprovechada por personajes de la derecha como Abril Martorell [de UCD]¡±. Con el fantasma del catalanismo, ¡°consiguieron restar votos a la izquierda, y, es m¨¢s, fomentaron la divisi¨®n dentro de los partidos de izquierda¡±, concluye Solbes. M¨¢s positivo es el balance de P¨¦rez Casado: ¡°pese a las amenazas y agresiones, no pudieron echarnos, nos quedamos, resistimos, y [los socialistas] volvimos a ganar las elecciones¡±.
Algunos estudiosos comparan los efectos de la Batalla de Valencia en el devenir pol¨ªtico y cultural con el que tuvo el golpe de estado del 23-F de 1981 a nivel estatal, favoreciendo concesiones y forjando una alianza de m¨ªnimos para evitar la vuelta atr¨¢s en el proceso democr¨¢tico. El Estatut d¡¯Autonomia de 1982 consagr¨® finalmente la se?era tricolor (con franja azul, otra roja, y coronada) como bandera oficial de la Comunidad Valenciana (nombre pactado para evitar el de Pa¨ªs Valenciano), y la lengua se rige oficialmente por las Normes de Castell¨® (aquellas que Sanchis Guarner contribuy¨® a fijar). Nadie cuestiona ya p¨²blicamente que el valenciano sea una variante del catal¨¢n, aunque, en la pr¨¢ctica, la Generalitat incumpla empecinadamente las numerosas sentencias judiciales que homologan los t¨ªtulos universitarios de filolog¨ªa valenciana y catalana.
Pero la sombra de aquella violencia asoma de vez en cuando. No hace mucho, en julio de 2011, durante la presentaci¨®n en la Fnac del libro Noves gl¨°ries a Espanya. Anticatalanisme i identitat valenciana, de Vicent Flor, un grupo de ultras, como salidos del t¨²nel del tiempo, reventaron el acto. En esta ocasi¨®n s¨ª fueron identificadas por la polic¨ªa 15 personas.
Un calendario estremecedor
? Enero de 1978: Medio centenar de personas irrumpen y obligan a suspender una mesa redonda sobre Iglesia y Autonom¨ªa en el Ateneo Mercantil, organizada por la revista Sa¨®.
? Marzo: Manifestaci¨®n de grupos anticatalanistas ante el Palau de Benicarl¨® durante la reuni¨®n de la Asamblea de Parlamentarios que preparaban la formaci¨®n del Consell del Pa¨ªs Valenci¨¤.
? Abril: Grupos de ultraderecha y anticatalanistas se concentran, causando incidentes y agresiones, durante el acto de constituci¨®n del Consell del Pa¨ªs Valenci¨¤ (ente preauton¨°mico). Editores y libreros sufren amenazas y agresiones en la Fira del Llibre de Valencia por parte de miembros de Fuerza Nueva y el Grup d¡¯Acci¨® Valencianista (GAV).
? Mayo: Una manifestaci¨®n capitaneada por el presidente de la Diputaci¨®n de Valencia, Ignacio Carrau, finaliza con pintadas en la fachada de Aitana (sede de TVE en Valencia) y en el domicilio del ling¨¹ista Manuel Sanchis Guarner (¡°Judes traidor¡±) por la emisi¨®n de un programa sobre la identidad valenciana. Intento de agresi¨®n a Sanchis Guarner en la Universidad.
? Julio: Ataque del GAV y Fuerza Nueva durante la celebraci¨®n, en el barrio de Campanar, de la Escola d¡¯Estiu. Cinco personas resultan heridas.
? Agosto: Aparici¨®n de un falso paquete bomba en la sede de la revista Valencia Semanal, en la c¨¦ntrica Calle Sorn¨ª de Valencia. Una pintada, firmada por B.P.C. (Ballester del Centenar de la Ploma), se?alaba la fachada: ¡°Cuidado, puerta 6, ?catalanistes!¡±.
? Octubre: El presidente del Consell, Josep Llu¨ªs Albi?ana, interrumpe su discurso en el Dia del Pa¨ªs Valenci¨¤ ante el boicot e insultos de grupos anticatalanistas y ultraderechistas. Un artefacto estalla en los lavabos de la Plaza de Toros de Valencia durante la celebraci¨® del Aplec del Pa¨ªs Valenci¨¤. Un paquete bomba causa desperfectos en el domicilio de Joan Fuster, en Sueca. Ataque con c¨®cteles Molotov a la librer¨ªa Tres i Quatre (Valencia) un d¨ªa despu¨¦s de la celebraci¨®n de los Premis Octubre. Manifestaci¨®n de un millar de personas desde la puerta del Ayuntamiento hasta el Palau de la Generalitat, que intentaron asaltar el Palau y amenazaron a los pol¨ªticos all¨ª refugiados si no se retiraba del edificio la bandera ¡°catalanista¡± (la senyera de la Corona de Arag¨®n con el escudo del Consell).
? Noviembre: Estalla un artefacto en el cine Goya de Alcoi por la proyecci¨®n de la pel¨ªcula "La portentosa vida del Pare Vicent", del cineasta valenciano Carles Mira. Valencia Semanal publica un reportaje sobre el entrenamiento paramilitar de miembros de Fuerza Nueva en un paraje de X¨¤tiva.
? Diciembre de 1978: Env¨ªo de un paquete con medio kilo de p¨®lvora prensada y metralla al domicilio del ling¨¹ista Manuel Sanchis Guarner. Poco despu¨¦s, decenas de personas boicotean en la Universidad de Valencia un ciclo de conferencias sobre Vicente Blasco Ib¨¢?ez y acorralan a los ponentes Alfons Cuc¨®, Sanchis Guarner y Jaume P¨¦rez Montaner.
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