La derrota
Ser¨ªa un grav¨ªsimo error minusvalorar el corrosivo efecto que produce ante la ciudadan¨ªa la imagen de un Camps impune
Camps nos ha derrotado. Las cosas como son. Ha derrotado a quienes creemos que tres miembros de su gobierno, Such, Mart¨ªnez y Rambla, hoy imputados por adjudicar contratos a la trama G¨¹rtel, no lo hicieron sin su visto bueno y coordinaci¨®n. Nos ha ganado la partida judicial a quienes pensamos que fue Camps y no otro, el que ampar¨® bajo su influyente presidencia al procesado Carlos Fabra, quien aval¨® pol¨ªticamente a la imputada Sonia Castedo, quien se reuni¨® con Urdangarin, quien amamant¨® al voraz conejo que arras¨® los fondos de la cooperaci¨®n valenciana y el que construy¨® las canalizaciones org¨¢nicas necesarias para que las aguas de Emarsa llegaran al lugar en el que el juez las encontr¨®.
Quienes dicen que su supremamente confirmada no culpabilidad poco importa porque la condena pol¨ªtica es firme y la social, perpetua, no hacen m¨¢s que anestesiar la herida ¨¦tica que supone para esta democracia, que alguien como Camps salga judicialmente impune de tanta verg¨¹enza aeroportuaria, estudiocinematogr¨¢fica, parquetem¨¢tica y g¨¹rteliana. Y hoy quiero reclamar aqu¨ª ese dolor tan saludable.
Esto es una derrota. Como lo fue su reelecci¨®n como presidente cuando la sociedad sab¨ªa ya de su catadura pol¨ªtica, moral y telef¨®nica. C¨®mo vencieron los cinco jurados que le absolvieron a los cuatro que le consideraron culpable. Derrotados est¨¢n el juez instructor y la fiscal¨ªa que hallaron claros indicios de delito. Derrotados est¨¢n Betoret y Campos, que rindieron su mentira y sus trajes; derrotados los firmantes de la querella; derrotado yo; derrotados todos.
Reivindico mi derrota y mi culpa. La exijo como un doloroso y desinfectante chorro de alcohol en el socav¨®n abierto en la frente de quienes decidimos dar la cara, conscientes de que nos la pod¨ªan partir. Ser¨ªa un grav¨ªsimo error minusvalorar el corrosivo efecto que produce ante la ciudadan¨ªa la imagen de un Camps impune. As¨ª que, a los derrotados nos toca abrazar el desastre para que Camps sepa, para que quienes nos votaron sepan, que no estamos satisfechos.
S¨¦ que es seductora la idea de sentarse pl¨¢cidamente a contemplar a este PP sadomasoquista que ha dejado la sentencia del Supremo. A Camps, los populares no saben si meterlo en un despacho o en un pante¨®n sellado y bajo siete llaves. Saben que la primera opci¨®n conlleva el peligro de dar por rehabilitado a alguien con una acusada tendencia a la reca¨ªda. Decantarse por la segunda dejar¨ªa sin efecto su discurso del ¡°aqu¨ª no ha pasado nada¡± y su sepulcro pol¨ªtico podr¨ªa convertirse, si aumenta el descontento, en lugar de culto y peregrinaci¨®n.
La autocomplacencia y la confusi¨®n del verdadero calado de nuestras derrotas han sido, en mi opini¨®n, la peor de las causas de la lamentable situaci¨®n en la que se ha encontrado la izquierda, toda la izquierda, en el pasado reciente de esta comunidad. As¨ª que, la sentencia del Supremo no ha de verse como una llamada al indulto o la indiferencia pol¨ªtica hacia su beneficiario, sino como una convocatoria a renovar el compromiso c¨ªvico que nos obliga a trabajar para que, antes o despu¨¦s, Camps responda ante la justicia por tanto desm¨¢n cometido.
Mientras esto llega, admirad ciudadanos la iron¨ªa de vivir en la ¨²nica ciudad del mundo en la que los derrotados pasean por las calles que no se atreve a pisar el que ha vencido.
Josep Moreno es diputado del PSPV-PSOE en las Cortes valencianas
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