Emergencia: del oasis al desierto
El desierto creativo catal¨¢n se incub¨® hace 30 a?os, cuando cada poder mont¨® con dinero p¨²blico su clientelismo art¨ªstico
Del oasis al desierto: ?esta es la emergencia? Dice el muy creativo se?or M¨¢s (el ¨²nico y aut¨¦ntico) que estamos en ¡°estado de emergencia¡±, pero eso no le impide contratar ¡ªgratis total¡ª a unos imaginativos ¡®sabios¡¯ para ¡®programarnos¡¯ (es un decir) la independencia que todos los catalanes estamos obligados a desear. ?Es que hay alguien que no quiera ser independiente (o feliz)? ?Es que un gobernante no puede ser creativo? As¨ª, hoy, si en Catalu?a planteamos: ?creatividad?, la obligada respuesta es ?independencia! Y todos contentos.
?Ya nada importa? ?Muri¨® con nuestro querido Bigas Luna, tan catal¨¢n como internacionalista, la ¨²ltima brizna de creatividad aut¨¦ntica? El desierto es amplio, mon¨®tono y casi tan europeo o espa?ol como catal¨¢n. De la UE viene obligada la novedosa idea de que para crear empleo ?hay que despedir! Don Mariano, por su parte, aprende r¨¢pido el arte de hacer suyo pol¨ªticamente lo ajeno y as¨ª no solo la Constituci¨®n de 1978, sino la Transici¨®n a la democracia ya son patrimonio del muy creativo Partido Popular. ?Plagiar es tan creativo y revolucionario! ?No hizo para eso De Gaulle el mayo del 68? En s¨ªntesis: ?tragedia o humor? ?Espa?a!
Nuestros dirigentes pol¨ªticos, sin exclusi¨®n, eran espabilados y montaron su clientelismo art¨ªstico: cada poder costeaba, con dinero p¨²blico, su corte de artistas
Desde la ola desreguladora de los ultraliberales de los ochenta todo vale. No hab¨ªamos sido plenamente conscientes de la perspectiva creativa que ello abr¨ªa. En aquel momento se lanz¨® la moda de la ¡®inteligencia emocional¡¯ firmada por el americano Daniel Goleman: ?Y yo que pensaba que era algo viejo, solo de mujeres! Al mismo tiempo, un catedr¨¢tico explicaba el ¨²ltimo gadget imaginativo, la ¡®contabilidad creativa¡¯: ?2+2 ya no eran cuatro sino cosas mucho m¨¢s prometedoras!
El porvenir se ampliaba ad infinitum con tantas posibilidades imaginativas. Solo cito algunos inventos hoy consolidados como dogma y costumbre: ?Esp¨ªritu cr¨ªtico? ?Intimidaci¨®n!; ?Cultura? ?Marketing!; ?Creatividad? ?Emprendedores!; ?Arte? ?Ganar dinero!; ?Solidaridad? ?Austeridad!; ?F¨²tbol? ?22 millonarios jugando con una pelota!; ?Hasta d¨®nde llegan los mercados? ?No tienen l¨ªmite! ?Amistad? ?Facebook!
En este ¨²ltimo caso ?por qu¨¦ renunciar a tener miles de amigos a los cuales vender las dos o tres identidades que cada uno puede inventar? Le Monde daba cuenta hace poco de una encuesta a 35.000 j¨®venes franceses entre 13 y 15 a?os: el 93% tiene cuenta de Facebook porque considera que es ¡°un derecho ganado a los padres¡± y para ellos es como disponer de agua o electricidad. Obviamente el chico que no tiene su cuenta ¡®no existe¡¯. ?La imaginaci¨®n al poder! dice Facebook y los psiquiatras (galos) estudian c¨®mo ser¨¢, con tantos miles de amigos/virtuales, el individuo de ahora mismo y su generaci¨®n.
El desierto cultural derrocha propuestas imaginativas tan avanzadas como: ?Gobierno versus oposici¨®n?
En Catalu?a no pod¨ªamos ser menos. El desierto cultural derrocha propuestas imaginativas tan avanzadas como: ?Gobierno versus oposici¨®n? ?son lo mismo y su nombre es Oriol Junqueras! Nuestra tradicional creatividad democr¨¢tica influye hoy en Espa?a: ?Corrupci¨®n? ?es una campa?a de los otros, que son los malos! ?Desahucio? ?Escrache!
Llevamos los catalanes mucho tiempo incubando este desierto. Todo comenz¨® en tiempos del oasis, hace m¨¢s de 30 a?os. Nuestros dirigentes pol¨ªticos, sin exclusi¨®n, eran espabilados y montaron su clientelismo art¨ªstico: cada poder costeaba, con dinero p¨²blico, su corte de artistas. Estos velaban por la pureza de lo catal¨¢n o lo barcelon¨¦s y as¨ª se autoerigieron en ¡®clase intelectual reconocida¡¯; lo cual es poner en pr¨¢ctica lo que explic¨® Pierre Bourdieu en Le march¨¦ des bien simboliques (1971): as¨ª surgen las ¨¦lites y sus influencias. De all¨ª llegamos al desierto actual, que ha delegado en los celebrados creadores del estilo ¡®ji, ji, ja, ja¡¯ la trascendente celebraci¨®n de 1714, que tendremos hasta en la sopa el a?o que viene.
?C¨®mo tomarse todo esto en serio? La sobredimensi¨®n de lo banal y la sobreactuaci¨®n de pseudol¨ªderes produce una desasosegante impotencia frente a tanta confusi¨®n: ?fantas¨ªa o realidad? No todo vale culturalmente: pura cultura antigua, eterna. Pero, por si acaso, como se?ala en su excelente libro sobre el periodismo mi querido colega Llu¨ªs Bassets, El ¨²ltimo que apague la luz (Taurus). Hay que leer (sobrevivir).
Margarita Rivi¨¨re es escritora.
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