Mozart, la mejor medicina
Especialmente destacables resultaron los movimientos centrales, el virtuosismo en los pasajes de velocidad y la capacidad para convertirse en acompa?ante
El pianista austriaco Rudolf Buchbinder ha tra¨ªdo esta vez a Valencia dos programas con tres Conciertos para piano y orquesta de Mozart en cada uno, actuando en ambos como pianista y director. Estas l¨ªneas se refieren al segundo de ellos, donde abord¨® el n¨²m. 22, el 24 y el 25.
Son los tres obras complejas, correspondientes a un periodo en el cual Mozart ya hab¨ªa madurado sus decisivas aportaciones al g¨¦nero de concierto con solista. Por ello, tanto el piano como la orquesta se enfrentan a dificultades m¨¢s serias de lo que la maravillosa fluidez de la m¨²sica parece sugerir. M¨¢xime cuando se compagina la labor de int¨¦rprete con la de director. Porque no s¨®lo el solista asume as¨ª m¨¢s riesgos, sino que la orquesta se ve privada, la mayor parte del tiempo, del asidero que supone la batuta.
Orquesta de Valencia
Rudolf Buchbinder, piano y director. Obras de Mozart. Palau de la M¨²sica. Valencia, 20 de abril de 2013.
En el caso de la Orquesta de Valencia, adem¨¢s, los escollos eran todav¨ªa m¨¢s grandes, puesto que Mozart no es su punto fuerte. Por eso mismo, quiz¨¢s, resulta necesario que lo aborden. Trabajar el repertorio del XVIII aportar¨¢ a la agrupaci¨®n dosis mucho m¨¢s altas de precisi¨®n m¨¦trica, transparencia sonora y empaste entre secciones. El s¨¢bado pudo percibirse el trabajo realizado, especialmente en los dos primeros movimientos del Concierto n¨²m. 24, donde adem¨¢s de lograr transparencia y ajuste, se produjo una verdadera interacci¨®n entre solista y orquesta. En el n¨²m. 22 pareci¨® notarse cierta inseguridad, sobre todo en las entradas, y el sonido no tuvo, en general, la nitidez necesaria. Con todo, y en t¨¦rminos generales, el resultado general supone un avance indudable en los d¨¦ficits mencionados.
Rudolf Buchbinder, asiduo visitante del auditorio valenciano, gust¨® m¨¢s como pianista que como director. Su instrumento traza un Mozart l¨ªmpido, con unos recorridos por el teclado sin roces ni desigualdades, un pedal muy bien manejado y una concepci¨®n que se aleja por igual de la frialdad y del histrionismo. Parece evidente que se convierte as¨ª en un paradigma magn¨ªfico para monogr¨¢ficos del compositor salzburgu¨¦s. Especialmente destacables resultaron los movimientos centrales, el virtuosismo en los pasajes de velocidad y la capacidad para convertirse en acompa?ante cuando la partitura lo pide (por ejemplo en el Rond¨® del n¨²m. 22). Como director, tambi¨¦n responsable de las facetas expresivas en la orquesta, cabe reprocharle, sin embargo, el punto de frialdad que se observ¨® en la agrupaci¨®n.
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