El agujero negro
Todo lo que pasa en la Comunidad Valenciana es engullido sin miramientos con una voracidad que asombrar¨ªa hasta el mism¨ªsimo Steve Hawking
La Comunidad Valenciana cada vez se parece m¨¢s a un agujero negro, tal como fue definido en su d¨ªa por la f¨ªsica te¨®rica. Todo lo que pasa en su interior, o por su alrededor, e incluso m¨¢s all¨¢ de sus l¨ªmites fronterizos, es engullido sin miramientos con una voracidad que asombrar¨ªa hasta el mism¨ªsimo Steve Hawking. Ni siquiera los potentes rayos de luz de las farolas milenarias de Rita Barber¨¢ podr¨ªan escapar de ¨¦l.
Ya se trag¨® en su d¨ªa, sin dejar rastro, el proyecto visionario de Terra M¨ªtica, pero tambi¨¦n el de la Ciudad de la luz, de las Ciencias, y de las Artes (que de todo hay que tener), de las Lenguas, de Mundo Ilusi¨®n, y hasta la propia ilusi¨®n con la que se cre¨® Mundo Ilusi¨®n. Se ha tragado ingentes cantidades de deuda, colegios p¨²blicos en forma de barracones, aeropuertos sin aviones (para las personas), viajes de Papas, grandes eventos que resultaron insignificantes, accidentes de metro sin responsables, sueldos de funcionarios, ayudas a la dependencia, becas y asistencia sanitaria a inmigrantes sin papeles¡; mientras quedan en pie, eso s¨ª, fundaciones y entes p¨²blicos sin fin, centenares de asesores y empleados p¨²blicos digitales, consejos econ¨®micos y sociales, sindicaturas de cuentas atadas de pies y manos, diputaciones provinciales, tan imprescindibles ellas, y los restos de una televisi¨®n p¨²blica que ha sido de todo lo que se puede ser, menos p¨²blica.
Bajo su infinita gravedad, yacen ahora los restos de una burbuja inmobiliaria propiciada por leyes depredadoras del territorio y corruptelas sin fin; y junto a ellos, los de nuestras costas, que un tiempo fueron mediterr¨¢neas, para convertirse despu¨¦s en la muralla de cemento y hormig¨®n que son ahora. Y un tejido productivo lleno de creatividad y dinamismo, al que la globalizaci¨®n le dej¨® fuera de juego y m¨¢s solo que la una. Desaparecido, en medio de la nada, est¨¢ nuestro sistema financiero al completo, la CAM y Bancaja, pero tambi¨¦n el Banco de Valencia y la Sociedad de Garant¨ªas Rec¨ªprocas.
Ciudades como Valencia, tambi¨¦n desaparecieron hace tiempo, junto con el mapa en el que la situaron a golpe de talonario, no sin antes engullir los poblados mar¨ªtimos, el centro hist¨®rico y la huerta, para gozo y algarab¨ªa de las pr¨®ximas generaciones. Y as¨ª, podr¨ªamos estar horas y horas.
La cuesti¨®n es ?por qu¨¦ la Comunidad Valenciana se convierte, en ciertos momentos de su historia, en esa especie de agujero negro que es ahora? La respuesta no es f¨¢cil, pero desechadas las suministradas por las Ciencias Sociales, incapaces de enfrentarse a una realidad tan ex¨®tica, quiz¨¢ la propia f¨ªsica te¨®rica nos podr¨ªa ayudar a conseguirlo. Heisenberg, por ejemplo, responder¨ªa que se puede ser valenciano, o moderno, pero no las dos cosas al mismo tiempo; mientras que es seguro que Schr?dinger (el del gato) afirmar¨ªa que s¨®lo abriendo la caja, lo sabremos. Respuestas, ambas, tan enjundiosas, como inquietantes, que, sin embargo, omiten la principal de ellas: ?qu¨¦ pu?etera caja es la que hay que abrir?
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